Un informe emitido el jueves por el diario israelí Haaretz, que cita a altos funcionarios diplomáticos europeos, reveló que, hace varias semanas, los funcionarios de la Administración de Joe Biden se pusieron en contacto con los de Israel para presionarlos a que suministraran baterías antiaéreas a Ucrania, a lo que el régimen israelí se negó, pero, en cambio, acordó financiar “materiales estratégicos” por millones de dólares estadounidenses al país eslavo.

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El pago de Israel se transfirió a un Estado miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que está muy involucrado en el suministro de equipo militar a Ucrania, el cual compró los materiales estratégicos y los envió al territorio ucraniano.

Las fuentes, que hablaron bajo condición de anonimato, también indicaron que el régimen de Tel Aviv ha exigido a todas las partes involucradas en el acuerdo que no lo divulguen públicamente porque podría enojar al Gobierno ruso.

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El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha pedido, en varias ocasiones, a Israel que le provea armamento, incluido el Domo de Hierro, el escudo antimisiles de Israel, pero las autoridades del régimen han rechazado siempre hacerlo.

Desde el inicio del conflicto de Ucrania, el 24 de febrero, Rusia ha avisado en reiteradas ocasiones a las autoridades israelíes de que el envío de ayudas militares a Kiev destruirá todas las relaciones entre Moscú y el régimen de Tel Aviv y que responderá “en consecuencia”, si es confirmado tal envío.

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Se imagina que el régimen de Tel Aviv está entre la espada y la pared, como un aliado estratégico de EE.UU., por un lado, y con lazos con Rusia, país donde habita gran comunidad de judíos, por el otro.