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Ivana Trump, empresaria y exesposa de Donald Trump, murió a los 73 años

Ella desempeñó un papel fundamental en la construcción del imperio inmobiliario de Donald Trump y juntos definieron una época de lujo y excesos en la década de 1980

Ivana Trump, la glamurosa  empresaria checo-estadounidense cuyo matrimonio de alto perfil con el expresidente Donald Trump en la década de 1980 los consagró como una de las parejas poderosas neoyorquinas por excelencia de esa época, murió el jueves en su casa de Manhattan. Tenía 73 años.

Trump anunció su muerte en un comunicado en Truth Social, la plataforma de redes sociales conservadora que fundó.

La policía de la ciudad de Nueva York investiga si Ivana Trump se cayó por las escaleras de su casa en el Upper East Side, según dos funcionarios con conocimiento del asunto. Uno de los funcionarios dijo que no había señales de entrada forzada en la casa y que la muerte parecía ser accidental. Una portavoz de la oficina del médico forense de la ciudad dijo que investigará el fallecimiento.

Ivana Trump recibió casi tanta atención de los medios de comunicación como su esposo, ya que ayudaron a definir la década de los ochenta como una época de excesos llamativos entre la élite social, una imagen que Trump utilizó para alimentar su giro como personalidad televisiva exagerada antes de su candidatura a la Casa Blanca en 2016.

Los Trump en 1985. Tan ambiciosa como su esposo, a Ivana Trump le gustaba presumir diciendo que “dentro de 50 años, seremos los Rockefeller”.
Credit…Ron Galella/Getty Images

Fue ella quien rebautizó a su esposo como “the Donald”, un apodo que se convirtió en un elemento fijo en la prensa sensacionalista de Nueva York, donde ella era una presencia regular y bulliciosa. Tan ambiciosa como su esposo, le gustaba presumir que “dentro de 50 años, seremos los Rockefeller”.

Mientras que su esposo era descarado y a menudo grosero, Ivana Trump se presentó ante la élite adinerada de la ciudad como encantadora y sofisticada, abriendo las puertas de exclusivos círculos sociales que Trump pudo frecuentar después.

Fue más que una socialité: aunque Donald Trump a menudo presumía de su singular destreza en los negocios, Ivana Trump desempeñó un papel fundamental en la construcción de su imperio inmobiliario, que comenzó poco después de su matrimonio en 1977.

A menudo descrita como adicta al trabajo y obsesiva de los detalles, trabajó junto con su esposo en varios de sus primeros proyectos emblemáticos, como el desarrollo de la Torre Trump en Manhattan y el Trump Taj Mahal Casino Resort en Atlantic City, Nueva Jersey.

Fue la vicepresidenta de diseño de interiores de su empresa, la Organización Trump, y gestionó una de sus propiedades más preciadas, el Hotel Plaza, todo ello mientras criaba a sus tres hijos.

Ivana Trump con su hija, Ivanka, y su hijo Eric. “Creo que el crédito por criar niños tan maravillosos me pertenece”, escribió sobre sus tres hijos: Ivanka, Eric y Donald Jr.
Credit…Rick Maiman/Sygma vía Getty Images

El divorcio de la pareja en 1990, impulsado en parte por la aventura de Trump con Marla Maples, con quien se casó más tarde, le dio mucho material a la prensa sensacionalista durante semanas. En una declaración, Ivana Trump lo acusó de haberla violado, aunque más tarde dijo que no había querido decirlo literalmente.

El divorcio la convirtió en una especie de heroína para las esposas despechadas de todo el mundo; incluso tuvo un cameo en la película de 1996 El club de las divorciadas, en la que le dice a un grupo de mujeres divorciadas descontentas: “¡No se queden enojadas, quédense con todo!”.

También empleó su habilidad para los negocios con gran efecto. Desarrolló líneas de ropa, joyas y productos de belleza, que promocionó a través de puntos de venta como Home Shopping Network y QVC. Invirtió en el sector inmobiliario, tanto en el país como en Europa, y escribió varios libros, entre ellos The Best Is Yet to Come: Coping with Divorce and Enjoying Life Again (1995) y, más recientemente, Raising Trump (2017), unas memorias sobre su matrimonio.

En una declaración familiar publicada en Facebook, sus hijos Eric, Donald Jr. e Ivanka Trump escribieron: “Nuestra madre era una mujer increíble: una fuerza en los negocios, una atleta de clase mundial, una belleza radiante y una madre y amiga cariñosa”.

En su red social, Trump escribió: “Era una mujer maravillosa, hermosa y asombrosa, que llevó una vida grandiosa e inspiradora”. Y añadió: “¡Descansa en paz, Ivana!”.

Ivana Marie Zelnickova nació el 20 de febrero de 1949 en Gottwaldov, Checoslovaquia, ahora conocida como Zlin y ubicada en la República Checa. Su padre, Milos Zelnícek, era ingeniero eléctrico y su madre, Marie (Francova) Zelnickova, era telefonista.

Dotada atléticamente desde niña, Ivana era particularmente experta en esquiar y compitió con el equipo nacional juvenil checo, una experiencia que le permitió ver algo del mundo más allá de su pequeño pueblo. (Aunque a Trump le gustaba decir que ella era una suplente en el equipo de esquí olímpico checo, no hay pruebas de que eso fuera cierto).

Asistió a la Universidad Charles en Praga y terminó una maestría en educación física en 1972.

Estuvo brevemente casada con Alfred Winklmayr, un instructor de esquí austriaco, en lo que luego definió como un “matrimonio de la Guerra Fría”, lo que le permitió tener un pasaporte austriaco y mudarse a Canadá. Ella dijo que nunca vivieron juntos y que el matrimonio se “disolvió” en 1973.

En Canadá, trabajó como instructora de esquí y como modelo promocionando los Juegos Olímpicos de 1976 en Montreal. Fue mientras trabajaba en una recepción en Nueva York que conoció a Trump, quien a los 29 años apenas comenzaba a planear su ascenso a la cima del mundo inmobiliario de Manhattan.

Se casaron menos de un año después en una ceremonia oficiada por Norman Vincent Peale, el autor y clérigo protestante.

Los Trump en una foto sin fecha. Ella rebautizó a su esposo como “the Donald”, un apodo que se convirtió en un elemento fijo en la prensa sensacionalista de Nueva York.
Credit…Bob Sacha/Corbis vía Getty Images

Uno de los primeros grandes proyectos de Donald Trump fue la remodelación del viejo Hotel Commodore, adyacente a Grand Central Terminal en Midtown Manhattan. Ivana Trump, quien en ese entonces estaba trabajando en su licencia de diseño de interiores, participó en el proyecto. Al principio supervisó a plomeros y electricistas y, casi al final, inspeccionó “cada almohada, cada mesa y silla, y cada columna”, como le dijo a Vanity Fair en 1988.

El hotel reabrió en 1980 como el Grand Hyatt, un deslumbrante símbolo de una nueva década de rápido desarrollo y excesos materiales, cualidades que se convertirían en sinónimo de la marca Trump.

Ivana pronto se convirtió en una socia igualitaria, aunque oculta, en los negocios de su esposo. Hizo hincapié en la opulencia: fue ella quien eligió el mármol rosa y el bronce reluciente de la Trump Tower, en la Quinta Avenida. Aunque insistía en que su esposo era el jefe, también estaba claro que ella estaba entre sus confidentes más cercanos, aconsejándolo, por ejemplo, sobre su decisión de ingresar al negocio de los casinos en Atlantic City.

Tenía aún más influencia sobre la creciente familia Trump. En la introducción de su libro Raising Trump, se jactó de Donald Jr., Ivanka y Eric y no se anduvo con rodeos sobre su responsabilidad en su educación.

“Creo que el crédito por criar niños tan maravillosos me pertenece”, escribió. “Estuve encargada de criar a nuestros hijos antes del divorcio, y tuve su custodia exclusiva después de la separación. Tomé las decisiones sobre su educación, actividades, viajes, cuidados y asignaciones. Cuando cada uno terminó la universidad, le dije a mi exesposo: ‘Aquí está el producto terminado. Ahora es tu turno’”.

La pareja usó su riqueza para conquistar la escena social de Nueva York, pero terminaron proyectándose mucho más allá gracias a los estudios de televisión y los medios estadounidenses que los hicieron conocidos muy lejos de los rascacielos del Midtown. Se convirtieron en personajes de las columnas de chismes, los perfiles de la revista People e incluso en los segmentos de Saturday Night Live.

Y mientras la pareja estaba en lo más alto de su fama, a fines de la década de 1980 cuando tenían una fortuna estimada en 3000 millones de dólares, ella rechazó tímidamente las especulaciones sobre una candidatura inminente a la Casa Blanca por parte de su esposo.

“No en los próximos 10 años, definitivamente no”, le dijo a Vanity Fair. “Hay mucho por hacer. Hemos invertido en esta ciudad cerca de mil millones de dólares. No podemos simplemente dejárselo a alguien y marcharnos a la Casa Blanca. Todo se iría por el caño en un segundo. Es demasiado joven, demasiado nuevo en eso. Pero en 10 años, Donald solo tendrá 51 años, será un hombre joven”.

Sin embargo, un año después, su matrimonio comenzó a desmoronarse cuando surgieron rumores sobre la relación de Trump con Maples. Los Trump fueron vistos peleando en público y, según los informes, Trump no la dejaba entrar en su oficina en el Hotel Plaza.

Después de casi un año de chismes y devaneos legales, un tribunal le concedió el divorcio a la pareja en diciembre de 1990 por trato cruel e inhumano por parte de Trump. Pero se produjo una amarga lucha para llegar a un acuerdo cuando Ivana Trump insistió en que su esposo le debía la mitad de su fortuna, quizá sin saber que, en ese momento, estaba cerca de la bancarrota.

Ivana Trump desarrolló una especie de seguidores: sus fanáticos hacían vigilias con velas afuera del Plaza y esperaron durante horas para verla salir de su casa o de la corte. Liz Smith, la venerable columnista de chismes, se convirtió en una especie de vocera de Ivana, llenando sus artículos con rumores sobre Donald Trump y ayudando a establecer la imagen de Ivana como una mujer fuerte injustamente agraviada.

La pareja finalizó el divorcio en 1992, en gran parte siguiendo las líneas de su último acuerdo prenupcial. Ivana recibió 14 millones de dólares, su mansión de 45 habitaciones en Greenwich, Connecticut, un apartamento en Trump Plaza en el Upper East Side y acceso a la mansión Mar-a-Lago en Florida durante un mes al año. Ella también recibía 650,000 dólares al año para mantener a sus tres hijos.

Ivana Trump en 1995 en House of Ivana, su boutique de Manhattan, donde vendía su línea de joyas, fragancias y ropa.
Credit…Angel Franco/The New York Times

Después del divorcio, ella compró su casa en el Upper East Side, justo al lado de la Quinta Avenida y cerca de Central Park, y la decoró con su propio estilo ostentoso.

“Mi casa refleja perfectamente mi estilo”, escribió en Raising Trump. Estaba la escalera de mármol, que subía a la “sala del piano blanco” en el segundo piso, seguida de una “sala de estar de leopardo” que estaba ubicada en un tramo más arriba.

Luego comenzó a construir su propio imperio empresarial centrado en la moda y la belleza y, lo que es más importante, buscó construir una identidad separada de la de su famoso exmarido.

“No tienes que poner el segundo nombre”, le dijo a un reportero de The New York Times en 1995. “Ivana es como la gente me llama”.

Mientras desarrollaba su negocio de ropa y joyería, contrató a tres secretarias para que la ayudaran a manejar el flujo de correo de sus admiradores, que trató de responder personalmente. Se convirtió en una habitual de los programas de entrevistas diurnos y siempre estaba dispuesta para hacer un cameo en la televisión o en una película, su alto cabello rubio y su acento checo eran reconocibles al instante.

A pesar de su advertencia en El club de las divorciadas de quedarse “con todo”, en gran medida evitó que Trump pasara más vergüenza pública.

“Este no es un libro de venganza contra Donald”, le dijo al Times sobre The Best Is Yet to Come, su libro de 1995. “Este es un libro de consejos para las mujeres. Incluí algunas de mis experiencias, pero el 90 por ciento son las historias de las mujeres. Lo último que quería hacer era mencionar a Donald”.

Ivana Trump en 1990, el año en que se divorció de su célebre marido.
Credit…Getty Images

Se casó dos veces más. Su matrimonio con Riccardo Mazzucchelli, un empresario italiano, en 1995, terminó en divorcio dos años después. Luego se casó con el actor italiano Rossano Rubicondi en 2008, en una ceremonia en Mar-a-Lago, con la presencia de Trump. Ese matrimonio duró menos de un año.

Junto con sus tres hijos, a Ivana Trump le sobreviven 10 nietos.

Aunque dijo poco sobre la presidencia de su exesposo, ocasionalmente irritaba a Melania Trump, quien se casó con Donald Trump 15 años después de que él e Ivana se divorciaron, con Maples, su segunda esposa, intercalada incómodamente en el medio.

Durante una aparición en Good Morning America en 2017, Ivana Trump dijo que era “básicamente la primera esposa de Trump”. Y agregó: “Soy la primera dama, ¿de acuerdo?”, lo que provocó una fuerte respuesta del portavoz de Melania Trump.

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