Las relaciones entre Francia y Argelia, que atraviesan regularmente por altibajos, pasan desde hace días por uno de sus peores momentos. La detención de un diplomático argelino en París ha provocado una crisis que sigue escalando cada día que pasa. Los Gobiernos de ambos países se acusan de actuar de manera desproporcionada y, por el momento, las medidas en respuesta han provocado ya la expulsión de decenas de funcionarios y la llamada a consultas del embajador francés.
La semana pasada las fuerzas de seguridad francesas detuvieron en plena calle a un funcionario consular argelino, junto con otros dos argelinos implicados en el supuesto secuestro del activista e influencer Amir DZ en abril de 2024. Argelia exigió la liberación inmediata y rechazó “firmemente, tanto en la forma como en el fondo, los motivos invocados por el Fiscal antiterrorista francés para apoyar su decisión de poner en detención provisional a un agente consular”.
La primera decisión llegó con la convocatoria el sábado del embajador de Francia en Argel, Stephane Romatet, para protestar por la decisión. Rápidamente todo escaló y el lunes las autoridades argelinas decidieron dar 48 horas a doce funcionarios de la embajada y los consulados de Francia para abandonar el país, culpando directamente al ministro del Interior galo.
De hecho, Argel señaló directamente al ministro, Bruno Retailleau, de estar detrás de la decisión de detener a su nacional en Paris unos días antes y le responsabilizó del “giro que han tomado las relaciones entre Argelia y Francia en un momento en que acababan de entrar en una fase de distensión“. Y es que tras un año convulso entre ambos países, el pasado 31 de marzo se había producido una conversación telefónica entre los presidentes de ambos países que le siguió una visita del ministro de Exteriores francés a Argel.
Fue el propio titular de exteriores, Jean-Noël Barrot, el encargado de llamar a consultas este martes a su embajador en Argelia y anunciar la expulsión de doce funcionarios argelinos que trabajaban en la embajada o en consultados de ese país en suelo francés. El Elíseo señaló en un comunicado su “consternación” por la expulsión de los funcionarios franceses y recalcó que “las autoridades argelinas asumen la responsabilidad de una degradación brutal de nuestras relaciones bilaterales“. Además, ha asegurado que el ministro del Interior “no tiene nada que ver con decisiones judiciales” y que “la Justicia en Francia es independiente”.
Argelia ha dicho ahora estar “tomando nota” de las decisiones de Francia y consideró que la “actual crisis” es resultado de un “complot de la extrema derecha francesa”, declaró este miércoles el secretario de Estado del Ministerio argelino de Exteriores, Sofiane Chaib. El alto cargo de Exteriores argelino afirmó que “Argelia ha adoptado una medida proporcionada y soberana” y que la detención de su funcionario se realizó en “circunstancias inéditas, sin recurrir a los procedimientos legales”.
Estas tensiones interrumpen la reconciliación iniciada entre los dos países tras meses de crisis, desde que el presidente francés, Emmanuel Macron, se alineara en julio de 2024 completamente con la posición marroquí sobre el Sáhara Occidental, que supone descartar la posibilidad de un referéndum de independencia para la antigua colonia española. Esto provocó que Argelia, principal soporte del Frente Polisario, retirara de forma inmediata a su embajador en París. Un conflicto parecido al que tuvo con España tras el cambio de postura del Gobierno de Pedro Sánchez sobre este mismo tema.
A partir de ahí, Argel rechazó admitir a ciudadanos argelinos expulsados por Francia por motivos de seguridad, incumpliendo un acuerdo bilateral. A todo ello se añadió la condena a cinco años de cárcel del escritor Boualem Sansal, que tiene las dos nacionalidades y está enfermo de cáncer.
Las relaciones entre Argelia y Francia (antigua potencia colonial) han sido con frecuencia tormentosas desde la independencia argelina en 1962, pero se habían deteriorado notablemente desde el pasado verano. Además, cuestiones como la migración, la memoria de la colonización y el peso de las comunidades argelinas en territorio francés continúan influyendo en la dinámica política bilateral.