Los guiños oficiales al empresariado y una leve mejora en la producción petrolera impulsan una modesta recuperación por primera vez desde 2013
Luego de un cataclismo recesivo e hiperinflacionario que le ha hecho perder 75% de su PIB desde 2013, con caídas interanuales de -20 y -30 puntos, todo parece indicar que la economía venezolana, finalmente, tocará fondo en 2021. Aunque las cifras varían, y el Gobierno mantiene la opacidad informativa en estos temas, los cálculos de analistas financieros nacionales e internacionales visualizan un cierre de año con un panorama que oscila entre una pequeña recuperación de la actividad económica y una contracción moderada.
Luego del análisis sorpresivamente optimista de la banca de inversión Credit Suisse, que proyectaba una recuperación de 4% de la economía, publicado a comienzos de año, la mayoría de los economistas venezolanos reconoce que, al menos, ha terminado la caída libre vigente desde la grave crisis cambiaria de 2013, el año en que Nicolás Maduro asumió el poder. Los cálculos del Fondo Monetario Internacional siguen previendo una recesión de 5 puntos del PIB para Venezuela.
La modesta recuperación de la economía venezolana, explican los expertos, tiene lugar gracias al crecimiento del denominado “PIB petrolero”, uno de los parámetros de tradición para evaluar el comportamiento de la demanda de bienes y servicios en el país. “Se ha producido una pequeña recuperación de la producción del crudo nacional que pudo anclarse al remolque del aumento de los precios petroleros de este momento”, afirma el economista Orlando Ochoa. “El Gobierno tiene algunos ingresos adicionales, y en los Estados Unidos los demócratas le están dando algún respiro a Venezuela para poder comercializar su crudo, relajando la presión de las sanciones”.
Los cálculos de Ochoa indican que, en 2021, el alza del PIB petrolero podría ser de 12%, mientras que el PIB no petrolero podría caer 3,5%, con lo cual podría configurarse un escenario nacional todavía recesivo de 1,5%.
Con la industria y el comercio gravemente lastimados, sin los millonarios ingresos petroleros del pasado, el gobierno de Nicolás Maduro finalmente ha tenido que adoptar una política económica amigable con el empresariado para sobrevivir, buscando desesperadamente estímulos a la inversión internacional y aumentando la participación del dólar en la economía. El desabastecimiento, una de las grandes dolencias de la sociedad venezolana en la década anterior, ha desaparecido.
Un grupo de economistas de origen ecuatoriano que asesora directamente a la vicepresidenta, Delcy Rodriguez, cercanos en el pasado al expresidente Rafael Correa, ha logrado convencer al Gobierno para tomar decisiones alejadas del populismo: terminar con el anclaje cambiario; no emitir dinero inorgánico y fortalecer la disciplina monetaria, con lo cual también ha perdido vigor la hiperinflación.
De la disparatada cifra de 30 mil por ciento anual de subida del IPC de 2018, Venezuela podría terminar 2021 en torno al 1.000%, un digito que todavía es el más alto del mundo pero considerablemente inferior a la de todos estos años, y, de acuerdo a los expertos, con tendencia a seguir decreciendo.
“Ya podemos hablar de crecimiento económico, no como una posibilidad, sino como una certeza”, afirma Henkel García, socio director de la firma Econométrica. “Es un crecimiento pequeño que ocurre luego de la debacle de años anteriores. Crecer respecto a 2020 era sencillo. Yo ni siquiera descarto que el crecimiento venezolano de 2021 sea de dos dígitos, sobre el 10%, pero nos sigue dejando en un punto muy bajo respecto a 2019.”
“Los números varían, pero en general hay un consenso interpretativo que habla de una caída cercana al 1% en 2021. Algunas firmas pronostican crecimiento económico, otras no”, afirma Asdrúbal Oliveros, economista y socio director de Ecoanalítica, firma que pronostica una pequeña contracción de 0,9% de la economía. “Más allá allá de las cifras, sí es claro que hay un cambio cualitativo, de tendencia, un punto de inflexión en la economía nacional. La agresiva contracción de estos años parece haberse detenido. En 2022 prevemos una tasa de crecimiento económico de 4%. Esta es una estabilización en el foso, por supuesto. El país quedó con una economía pequeña y muy precaria”.
“Lo hecho hasta ahora es necesario, pero insuficiente para sacar a la gente de la pobreza, para recuperar el tamaño de la economía, para detener el éxodo de ciudadanos”, afirma Henkel García, para quien es imposible que el país recupere las cifras del pasado, cuando fue la cuarta economía de América Latina, sin un acuerdo marco que estimule un cambio político.
Las fuentes señalan que se ha registrado una tímida recuperación de la agroindustria y hay pequeñas zonas en positivo, muy aisladas, en el sector construcción. Siguen muy atascadas la manufactura y el sector financiero, a causa de la restricción crediticia. Será imposible sostener un crecimiento extenso y prolongado, opinan los expertos consultados, sin inversiones para recuperar la infraestructura petrolera, sin acceso al crédito internacional y con el grave problema de credibilidad que tiene Maduro ante los mercados financieros.
Orlando Ochoa, afirma, para rematar, que “mientras persistan los problemas de infraestructura, en particular del servicio eléctrico, difícilmente se pueda proyectar un crecimiento sostenido que estimule la actividad de alto impacto en el país”.