“Quiero que todos podamos vivir sin miedo a que nos secuestren, a que nos torturen y nos tiren al mar”, dice Ana Fernández durante sus recorridas
La campaña electoral argentina ha entrado esta semana en el subterráneo de Buenos Aires de la mano de Ana Fernández, nieta de una de las Madres de Plaza de Mayo asesinadas en 1977 por el régimen militar. El miedo a una victoria del candidato ultraderechista Javier Milei en las elecciones del próximo 19 de noviembre la empujó a narrar su funesta historia familiar frente a un puñado de desconocidos que el martes viajaba en la línea A. “A todas y a todos les pido disculpas, estoy un poco nerviosa, nunca en mi vida hice esto y lo hago porque estoy muy preocupada. Nací en Suecia, nací cuando en Argentina había una dictadura”, arrancó Fernández mientras a su alrededor se encendían los teléfonos celulares. “Mi mamá tenía 16 años cuando la secuestraron embarazada de mí. Fue a un campo de concentración donde la despojaron de todo, incluso del nombre, pasó a ser una letra y un número. Fue brutalmente torturada, cumplió 17 años en ese campo de concentración”, continuó.
Los hechos relatados por Fernández ocurrieron a mitad de 1977. Su madre, Ana María Careaga, quedó en libertad cuatro meses después y se exilió en Suecia, donde dio a luz el 11 de diciembre a Ana. Sin embargo, su abuela materna, Esther Ballestrino de Careaga, nunca pudo estrecharla entre sus brazos. Tres días antes del parto, esta fundadora de las Madres de Plaza de Mayo que aún buscaba a otros desaparecidos fue secuestrada en Buenos Aires y trasladada al mayor centro clandestino de detención de la dictadura, la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). Días después, fue drogada y arrojada viva al mar desde un avión junto a otras Madres y dos monjas francesas.
“En la ESMA estaba [Jorge] el tigre Acosta, un genocida que hoy pide que voten a Milei”, dijo Fernández ante un público que la escuchaba —y grababa— sin perder detalle. Sus padres decidieron volver a Argentina una vez que el país recuperó la democracia, en 1983, y el presidente Raúl Alfonsín impulsó un juicio contra las juntas del régimen militar por los crímenes perpetrados bajo su mando. Fue el primero de muchos: más de 1.200 represores han sido condenados por delitos de lesa humanidad. Para Fernández, el consenso de la sociedad argentina contra la dictadura está amenazado por el discurso negacionista de Milei y de su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, quienes reducen el terrorismo de Estado a “algunos excesos” cometidos por parte de las fuerzas de seguridad.
“No quiero violencia para mis hijos, amo este país, quiero que todos podamos vivir teniendo diferencias, diciendo nuestras diferencias y sin miedo a que nos secuestren, a que nos torturen, a que nos arrojen con vida al mar. Una vicepresidenta que dice que su deporte favorito es hacer bullying y pegar a zurdos, nunca más. Por favor, por la democracia, no voten a Milei”, concluyó la nieta de Ballestrino de Careaga y muchos de los viajeros del subte estallaron en aplausos.
Uno de los vídeos de su mensaje se ha viralizado y acumula más de dos millones de reproducciones en tres días. Fernández asegura por teléfono que no quería exponerse públicamente, pero se decidió por considerar que “está en riesgo la democracia” si Milei llega a la presidencia de Argentina. Cuenta que la convenció una amiga que es víctima de violencia de género y también se dirigió a los viajeros del subte para contarles que si se autorizase la libre venta de armas, tal y como propone el candidato ultra, ella no estaría viva.
“Lo que dice Villarruel no es nuevo. Siempre reivindicó la dictadura, se reunió con [el dictador Jorge Rafael] Videla, estaba en la agenda del represor [Miguel] Etchecolatz, pero no deja de sorprenderme el nivel de odio y de violencia que tiene y que use la democracia para legitimar cosas que están por fuera de la democracia, el terrorismo de Estado es antidemocrático”, señala Fernández.
Esta administrativa de 45 años entiende que los jóvenes, que ya nacieron en democracia, ven la dictadura como algo lejano. Entiende también que muchos no se sientan representados por el Gobierno actual y quieran un cambio, pero le cuesta aceptar que votarán a Milei convencidos de que no podrá hacer lo que quiere. “Muchos dicen: ‘la venta de órganos no lo va a hacer, la venta de niños no lo va a hacer, a los genocidas no los va a dejar libres, ¿cómo lo saben?”, se pregunta. Está convencida de que tenía que hacer algo para intentar frenar a quienes defienden a los asesinos de su abuela y a los torturadores de su madre, pero desde que se viralizó el vídeo no ha abierto sus redes sociales por miedo a comentarios negativos. “Sé que tienen muchos seguidores y que son muy violentos”, advierte.
Defensa de criminales
En el debate de candidatos a vicepresidentes celebrado el miércoles, Villarruel se negó a responder si está a favor de la liberación de los represores condenados por delitos de lesa humanidad. En vez de eso, la candidata de La Libertad Avanza lamentó la falta de derechos de Juan Daniel Amelong, cuyo padre fue asesinado por la guerrilla Montoneros. El militar al que defendió en el debate acumula cinco condenas, entre ellas tres perpetuas, por crímenes como secuestros, torturas, robo de bebés y desaparición forzosa de personas durante la dictadura.
El discurso de Villarruel indignó al diputado peronista Eduardo Toniolli, hijo de desaparecidos, y ambos comenzaron una discusión pública a través de las redes sociales. “En la última sesión de Diputados, le pedí a Victoria Villarruel que cuando visite a sus amigos genocidas en la cárcel les pregunte dónde están los cuerpos de nuestros compañeros. Hoy me entero que frecuenta a Juan Daniel Amelong, condenado por la desaparición de mi viejo”, señaló Toniolli. La compañera de fórmula de Milei le respondió que entendía el dolor que podía sentir como hijo, pero que era importante contextualizar: “Tu papá era miembro de Montoneros. Terroristas de Montoneros asesinaron al padre de Amelong en democracia”. El diputado peronista se negó a aceptar sus condolencias: “Son tan falsas como tus supuestas entrevistas académicas con los genocidas”. El consenso de Argentina contra la dictadura nunca estuvo tan puesto a prueba como en esta tensa campaña electoral.