Los señalamientos hacia los Gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba protagonizaron los momentos más tensos de la cumbre de la CELAC
Nicolás Maduro llegó este sábado conduciendo un coche hasta las puertas de Palacio Nacional. Al volante, el presidente venezolano se detuvo unos segundos para que las cámaras captasen el que es su primer viaje internacional desde 2020, cuando Estados Unidos le acusó de terrorismo y narcotráfico y ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por su captura. Atravesó la misma puerta que tres días antes cruzó Ken Salazar, el nuevo embajador de Estados Unidos en México, para presentar sus credenciales diplomáticas al presidente Andrés Manuel López Obrador. La presencia de Maduro en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) ha agitado la reunión que buscaba abordar la cohesión de los países participantes.
Maduro ha intervenido –sentado en un extremo opuesto a López Obrador en la mesa de debate– con un doble mensaje. El mandatario venezolano se ha enfrentado, por un lado, a los presidentes de Paraguay, Mario Abdo Benítez, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, quienes habían mostrado su malestar por compartir el cónclave con él. Por otro, ha apelado al diálogo. El dirigente bolivariano, una de las figuras más cuestionadas y aisladas diplomáticamente en la región, ha defendido no solo su propio Gobierno, sino que también lo ha hecho con el de Cuba, que lleva años ayudando a consolidar el chavismo. E incluso con el de Daniel Ortega en Nicaragua, un régimen autoritario que acaba de ordenar la detención del exvicepresidente y escritor Sergio Ramírez.
“Debemos pasar la página del divisionismo que se insertó en América Latina, del acoso a la revolución bolivariana y ahora del acoso incesante a la revolución cubana y a la revolución nicaragüense”, ha enfatizado Maduro antes de agregar: “Tendríamos suficientes piedras que tirar contra algunos de ustedes, pero no vinimos a tirar piedras”. “Creo que hay que ir a la construcción de una nueva institucionalidad de la CELAC, retomar la que se empezó a construir porque, aquí, se empezó a construir una institucionalidad que empezaba a funcionar”, ha dicho. Esa nueva institucionalidad del organismo multilateral es una de las metas del anfitrión, López Obrador, y su Ejecutivo, que buscan convertir este foro en una alternativa a la Organización de los Estados Americanos (OEA).
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Los comentarios del presidente paraguayo fueron los primeros en llevar el debate hacia Maduro. “Mi presencia en esta cumbre en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al Gobierno del señor Nicolás Maduro”, dijo Benítez nada más comenzar su intervención. Pero fueron las palabras del uruguayo Lacalle, las que llevaron a Maduro a preparar una respuesta a los señalamientos. ”Participar en este foro no significa ser complaciente (…) cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para callar las protestas, cuando se encarcelan opositores, cuando no se les respetan los derechos humanos, nosotros en esta voz tranquila, pero firme, debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua y en Venezuela”, dijo Lacalle.
La participación de Maduro en la reunión, después de su llegada inesperada a la Ciudad de México el viernes por la noche, se produce en medio de unas condiciones propicias facilitadas por el presidente mexicano. López Obrador sumó esta semana al cubano Miguel Díaz-Canel a la celebración del Día de Independencia y aprovechó el simbolismo de los actos para hilar un alegato a favor de la soberanía de La Habana y pedir a su homólogo estadounidense, Joe Biden, que levante el bloqueo económico a la isla. Díaz-Canel pidió una segunda intervención en la cumbre de la CELAC para reclamar los señalamientos. “La mención que hizo el presidente Lacalle sobre Cuba denota su desconocimiento de la realidad, el coraje y la libertad del pueblo cubano se ha demostrado durante seis décadas frente a la agresión y el bloqueo de Estados Unidos”, mencionó.
México es desde el pasado agosto sede del enésimo intento de diálogo entre el Gobierno venezolano y representantes de la oposición mayoritaria. Esa mesa de negociación se instaló bajo el auspicio de Noruega, aunque Washington sigue de cerca su desarrollo y la Casa Blanca se ha mostrado abierta a relajar las sanciones que pesan sobre Venezuela si la delegación oficialista, encabezada por Jorge Rodríguez, da señales de querer dialogar en serio y disposición a convocar elecciones con garantías y observación internacional. Maduro ha retado a los mandatarios que le señalaban en la cumbre a acudir a Venezuela en las elecciones convocadas para el 21 de noviembre próximo. “Los invito, vayan, para que vean la campaña electoral, para que vean las elecciones, para que vean al dictador Maduro cómo convoca a la elección número 29. Toda la oposición se ha inscrito, bueno, bienvenidos, que gane el que tiene que ganar”.