Los homenajes del Kremlin a los soldados mutilados llevan a los hogares rusos el horror de la guerra
Nueve hombres forman fila en sillas de ruedas ante el coronel general Alexánder Fomin, viceministro de Defensa de Rusia. La imagen, divulgada el pasado sábado 26 de marzo —un mes y dos días después del comienzo de la ofensiva contra Ucrania—, mostraba a un grupo de mutilados de guerra, miembros de una generación de rusos a la que el conflicto que asola Ucrania dejará secuelas de por vida, como ya les pasó a sus mayores en Afganistán en los años ochenta y en Chechenia en los noventa. Aquellos conflictos eran dramas que los soldados condecorados solo conocían gracias a viejas imágenes de televisión. Ahora, su realidad se hace hueco poco a poco en las pantallas de los hogares rusos. Este fin de semana, aún convalecientes por la amputación de sus piernas y brazos, los nueve militares fueron distinguidos con medallas al valor y el coraje en un acto donde nadie esbozó ninguna sonrisa.
El homenaje fue difundido por la televisión pública en una insólita exhibición de las consecuencias del conflicto. Las amputaciones y heridas que se intuían en las mangas vacías de los pijamas de hospital llamaban poderosamente la atención, ya que este tipo de imágenes son una rara excepción en los medios rusos, y más aún en Pervy Kanal, la principal televisión estatal de la nación. Muchos otros medios, incluido Nóvaya Gazeta —el último diario totalmente independiente que no había sido bloqueado y que este lunes ha anunciado que suspende su actividad hasta el final de la guerra— también se hicieron eco de la ceremonia.
“Camaradas combatientes, ustedes, verdaderos hombres, verdaderos militares, verdaderos continuadores de la gloriosa tradición de nuestros padres y abuelos, no han defraudado en ningún momento al Estado, cumplieron sus misiones al 100%”, dijo Fomin al comienzo de su discurso en el hospital clínico-militar Vishnev.
En las imágenes retransmitidas del acto se puede observar el gesto adusto y la mirada perdida de un hombre al que el general condecora y da la mano tras perder una pierna. Sus compañeros aplauden al mismo tiempo con gestos taciturnos. Poco después, otro combatiente, el único que se sostenía en pie, también es galardonado por sus acciones en Ucrania. El hombre, al que le falta un brazo, se mantiene ausente, con el ceño fruncido y la mirada en otro lado, mientras le colocan la medalla y es abrazado.
El número de militares rusos muertos y heridos en la guerra es uno de los datos más sensibles para el Kremlin. El Ministerio de Defensa ruso actualizó la semana pasada la cifra de bajas en el segundo recuento hecho público desde que comenzó la guerra. Según las informaciones oficiales de Moscú, sus Fuerzas Armadas han contabilizado 1.351 fallecidos y 3.825 heridos hasta el 25 de marzo. El Kremlin atribuyó a Ucrania hasta 30.000 bajas —“14.000 muertos y 16.000 irrecuperables”, en la jerga que emplea el Gobierno ruso—. Sin embargo, Ucrania asegura que las pérdidas rusas rondan las 17.000 víctimas, entre muertos y heridos.
“No esperaba recibir esta condecoración… por la lucha contra el nazismo”, decía en el reportaje uno de los soldados, Yégor Vereschagin, tomando aire antes de hacer alusión al pretexto que ha esgrimido Rusia para desatar la guerra. Además de los condecorados, el canal ruso también entrevistó a otros dos militares galardonados que yacían en sus camas sin apenas poder mover más que la cabeza. El comandante de artillería Maksim Okolota, herido en un combate contra tanques ucranios, aseguraba que los civiles les habían recibido bien. “La población no era agresiva, nos daban cigarrillos y comida”, afirmaba.
Pasada la primera semana de la guerra, cuando el ejército ucranio frenó el avance ruso, Putin anunció una nueva paga para las familias de los muertos y heridos en combate. Al pago único de 7,4 millones de rublos (68.000 euros), previsto como seguro de vida, se han sumado otros 5 millones (46.000 euros) a repartir mensualmente por la pérdida del combatiente. En el caso de resultar herido grave, la compensación extra es de 3 millones de rublos (27.500 euros).
La prolongación del conflicto, que ya va por su segundo mes, conlleva cada vez más actos de homenaje públicos a heridos y caídos. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, visitó otro hospital el 11 de marzo para entregar otras condecoraciones. Uno de los militares recibió el título de Héroe de la Federación de Rusia por la toma de la presa que ocho años después ha vuelto a abrir sus compuertas para enviar agua a la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014. Antón Starostin resultó herido por un misil antitanque Javelin durante la defensa de un puente.
Las reacciones a la muerte de los soldados por parte de sus familias se adecúan al relato oficial. La versión rusa del canal alemán Deutsche Welle publicó este fin de semana una entrevista a la madre de un soldado fallecido en Ucrania. “Esto es así, con palabras simples: si no hubiéramos bombardeado nosotros, los ucranios nos hubieran bombardeado a nosotros. Un bombardeo hubiera sido necesario, aquí no había alternativa. Por supuesto, nadie esperaba esto”, decía dolida por la pérdida de su hijo a principios de marzo.
Además de los actos oficiales, las redes sociales rusas también se han volcado en homenajear a los soldados caídos, lo que unido a las noticias de los diarios locales supone un goteo constante de noticias dramáticas sobre la invasión de Ucrania. En VKontakte, la alternativa nacional a Facebook propiedad del monopolio estatal Gazprom, algunas comunidades, como Operación especial en Ucrania, libro de la memoria, publican a diario imágenes de jóvenes que han perdido la vida en el frente. Las fotografías van acompañadas de una breve biografía y palabras de aliento a sus familiares. “Murió en el transcurso de la operación emprendida en Ucrania para la defensa de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, la patria y el cielo sobre Rusia”, es el epitafio de muchos de ellos. La mayoría, nacidos entre los años 1996 y 2000, eran bebés durante la segunda guerra de Chechenia, la primera que ordenó Vladímir Putin tras ser elegido por Boris Yeltsin como su sucesor al frente del país.