La Unión Europea nació para la paz, pero tiene que prepararse por si llega la guerra. Esa es la premisa que sale de Bruselas. Un “mejor prevenir que curar” de manual. Pero en toda esa estrategia se han implicado las instituciones y hasta los ciudadanos, porque es un plan de 360 grados; ahora, el problema está en cómo se pueden superar los obstáculos financieros para que se convierta en algo tangible, además de en cómo se pueden salvar las diferencias (geográficas y morales) entre los Estados miembros o cómo se ha de convencer a la gente de que haga su parte sin caer en el alarmismo.
Con todo eso, cabe preguntarse qué problemas y obstáculos se puede encontrar la Unión en esa ruta hacia un poder más duro para ser un actor global más relevante:
El pilar fundamental de esta nueva visión es el plan Rearmar Europa, enfocado precisamente a que la UE se haga cargo de su propia Defensa y refuerce “urgentemente” su seguridad y que ya ha ido cogiendo velocidad en los debates. Da cifras, pero la duda está, como siempre, en ver de dónde sale el dinero para que esa estrategia se haga realidad. Por ejemplo, recoge la idea de un instrumento nuevo de hasta 150.000 millones para inversiones conjuntas, dar margen a herramientas ya existentes como los fondos de Cohesión o algo ya anunciado por Von der Leyen como es la aplicación de la cláusula de escape de las reglas de déficit y deuda. Es decir, que estas no computen cuando se trate de invertir en cuestiones defensivas.
El obstáculo aquí radica en que el fondo común puede hacerse con nueva emisión de deuda, como pide España, por ejemplo, y puede ser a través de préstamos a devolver o de transferencias directas. El dinero a fondo perdido, en este sentido, es otro reclamo de algunos países para evitar que el déficit y la deuda nacionales se disparen. Además, si los Estados miembros aumentaran su gasto en defensa en un 1,5% del PIB de media, se podría crear un espacio fiscal de cerca de 650.000 millones de euros en un periodo de cuatro años. Pero, evidentemente, necesitan aumentar las inversiones… y algunos están lejos del 2% que ahora reclama la OTAN.
La tercer posibilidad pasa por ‘mover’ fondos de Cohesión. Esto también es un pequeño cisma. ¿Por qué? Dadsa. Al mismo tiempo, Bruselas alienta a movilizar el capital privado acelerando la Unión de Ahorro e Inversión y también a apostar, por último, por vehicular algunas de las inversiones en Defensa a través del BEI. “Europa está preparada para asumir sus responsabilidades”, sentenció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Pero el Banco Europeo de Inversiones ya ha avisado: “No somos un ministerio de Exteriores ni de Defensa”.
Para que la defensa europea sea europea de verdad será necesario salvar las diferencias entre países. Los bálticos ven muy cerca la amenaza rusa, y eso se nota en su discurso. La situación actual para ellos no va solo de ayudar a Ucrania, sino de la seguridad propia, de ahí que sean también el bloque de países que más están empujando para que salgan adelante los planes de Defensa de la Unión Europea para los próximos años. “La seguridad es extremadamente importante en el día a día de todos los europeos. Permítanme decirles esto: si creemos que un cambio de presidencia o de administración en Estados Unidos es un salto a lo desconocido, recuerden esto: Europa nunca ha tenido miedo de saltar a lo desconocido“, resumió hace algunas semanas precisamente el primer ministro polaco, Donald Tusk. “Podemos ser competitivos, no solamente en la economía, también en la política”.
Ha sido además una de las voces, pero no la única, que ha reclamado al resto de socios un esfuerzo importante para aumentar la inversión en Defensa. “Tenemos que volver a creer en nuestro poder. El potencial es un hecho. Somos fuertes, estamos a la altura de las mayores potencias del mundo“, les dijo el primer ministro polaco a los grupos políticos del Parlamento Europeo en Estrasburgo; y es, al mismo tiempo, una cuestión de números. “Algunos piensan que es extravagante o que es una advertencia brutal o malintencionada cuando decimos que debemos gastar hasta el 5% del PIB en nuestra seguridad. Me gustaría decirles que este es un momento en el que Europa no puede permitirse ahorrar en seguridad. Hablo como primer ministro de un país que ya gasta casi el 5% en su seguridad”, sostuvo. De hecho, Polonia es el único aliado cerca de esa marca, que es la que pide ahora Donald Trump a los países europeos.
En cambio, el sur de Europa tiene otras necesidades, y así lo expresaron tanto Pedro Sánchez como Giorgia Meloni. A ninguno de los dos les gusta el término “rearme”, utilizado por Bruselas hasta la saciedad y ahora ya matizado. Y no les sirve porque, dicen, no es un concepto que hable de seguridad en su sentido más amplio. España e Italia, de hecho, quieren que la estrategia no solo hable de lo militar, sino también de elementos como la ciberseguridad, el control de fronteras o la lucha antiterrorista. Son países cuyas preocupaciones están en el flanco sur, y además se encuentran lejos de una agresión militar directa, pero en cambio sí pueden ser carne de cañón ante ciberataques, tal como matizó hace algunos días el presidente del Gobierno.
La nueva época para el continente también implica a los ciudadanos, como demuestra el plan de preparación de crisis presentado esta semana por Bruselas. Pero este tiene un riesgo: ha despertado el alarmismo en buena parte de la población. La estrategia -de unos 30 puntos- busca reforzar la preparación de los servicios esenciales en Europa mediante el desarrollo de criterios mínimos para hospitales, escuelas, transporte y telecomunicaciones. El objetivo de Bruselas es que el plan esté plenamente en vigor en 2027.
Además, se pretende mejorar el almacenamiento de equipos y materiales críticos, así como fortalecer la adaptación climática y garantizar la disponibilidad de recursos naturales esenciales como el agua. También se fomenta la preparación de la población a través de medidas prácticas, como la recomendación de mantener suministros esenciales para al menos 72 horas en caso de emergencia, además de iniciar la preparación ya desde los colegios, con planes adaptados para esas edades, e instaurar un Día de la Preparación en la UE. Ese ‘kit de superviviencia’, eso sí, no se detallará hasta 2026, según refleja el documento compartido por Bruselas.