La XXVIII Cumbre Iberoamericana comenzó este viernes en Santo Domingo, República Dominicana, envuelta en una serie de controversias entre algunos gobiernos participantes y con la ausencia de los presidentes de los países más grandes de la región: México y Brasil.
“Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible”, es el lema de una Cumbre en la que representantes de los 22 países miembros firmarán una Carta Medioambiental Iberoamericana, una Carta de Principios y Derechos Digitales Iberoamericana, un acuerdo sobre seguridad alimentaria y un compromiso para construir una arquitectura financiera internacional más justa, inclusiva y flexible, en medio de la incipiente recuperación económica post pandemia.
Este viernes se llevará a cabo la reunión de cancilleres y mañana será la cita presidencial, a la que se prevé asistirán 16 jefes y jefas de Estado, entre ellos los mandatarios de Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce; Cuba, Miguel Díaz Canel; Chile, Gabriel Boric; Honduras, Xiomara Castro; Ecuador, Guillermo Lasso; Paraguay, Mario Abdo Benítez; Uruguay, Luis Lacalle Pou; y España, Pedro Sánchez, quien acude junto con el rey Felipe VI.
Más allá de la agenda oficial, el encuentro está precedido por una serie de crisis diplomáticas que tienden un manto de tensión en la Cumbre.
Esta semana, por ejemplo, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, le reclamó públicamente a su colega argentino, Alberto Fernández, que recibiera al expresidente Rafael Correa en Buenos Aires, en el marco de la Cumbre del Grupo de Puebla y del Foro Mundial de Derechos Humanos.
El conflicto estalló la semana pasada, luego de que María de los Ángeles Duarte Pesantes, exministra del Gobierno de Correa, abandonara la embajada de Argentina en Quito, en donde desde 2020 estaba alojada en calidad de “huésped por motivos humanitarios”, ya que había sido condenada por un caso de corrupción.
Al día siguiente, se confirmó que la exfuncionaria había llegado a Caracas, lo que desató una serie de cruces entre los gobiernos de Lasso y de Fernández, y que incluyó la expulsión del embajador argentino de Ecuador.
Ahora, ambos mandatarios se verán personalmente en la Cumbre Iberoamericana. Pero no es el único encuentro que genera incertidumbre.
El presidente argentino enfrenta otro frente de conflicto con su colega chileno Gabriel Boric, con quien también coincidirá en Santo Domingo
La controversia se debe a que Fernández ha criticado en varias ocasiones al Poder Judicial de Chile por un caso de corrupción que involucra al excandidato presidencial chileno Marco Enríquez-Ominami, fundador del Grupo de Puebla.
En respuesta, esta semana el ministro de Justicia de Chile, Luis Cordero, consideró que las críticas de Fernández son “impertinentes e impropios”, por lo que lo convocó a respetar las instituciones de otros países.
Boric, por su parte, llega a la Cumbre de Santo Domingo en medio de una renovada crisis con Bolivia, país con el que Chile no tiene relaciones diplomáticas desde 1978.
El añejo conflicto bilateral recrudeció en las últimas semanas, después de que Boric fortaleciera la militarización de la frontera norte con el fin de frenar la migración irregular.
De hecho, el presidente chileno criticó directamente a Bolivia y a Venezuela por supuestamente dificultar la expulsión de migrantes, lo que fue rebatido inmediatamente por La Paz y Caracas.
El canciller venezolano, Yván Gil, advirtió que el Gobierno de Venezuela “aún no ha recibido solicitud de trabajo coordinado con Gobierno de Chile respecto a supuestas deportaciones de venezolanos”.
“La coordinación en esta materia ha sido un clamor nuestro, así como la exigencia de respeto a los derechos humanos de nuestros compatriotas“, recordó Gil.
El presidente boliviano Luis Arce, por su parte, propuso el jueves una agenda para restablecer la relación con Chile para “sanar heridas, construir hermandad, integración y esperanza”.
A la polémica con Bolivia se suman las permanentes críticas de Boric a los Gobiernos de Cuba y Venezuela, cuyos representantes estarán en la Cumbre Iberoamericana, aunque el único a nivel presidencial confirmado hasta este viernes es Miguel Díaz-Canel.
La migración, que será uno de los temas centrales de la reunión en Santo Domingo, también es motivo de tensión entre México y los países centroamericanos, ya que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha reforzado los operativos para frenar las caravanas migrantes que tienen la intención de llegar a EE.UU.
En términos de bloques, la postergación del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur, que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) será uno de los temas que sobrevolarán la Cumbre Iberoamericana, ya que se prevé que, por fin, será ratificado este año.
Mientras tanto, el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil ha reactivado las políticas de integración latinoamericanas. Esta semana, por ejemplo, Argentina anunció su reincorporación a la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), un órgano que Lula también pretende rescatar.
A ello se suma el relanzamiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), bloque que en julio próximo sostendrá una Cumbre con la Unión Europea en Bruselas.
Los acercamientos entre ambos bloques se deben, en parte, al interés europeo de frenar la influencia de China en la región, la cual queda evidenciada con la ausencia de Lula de la Cumbre Iberoamericana, ya que no acudirá precisamente porque estará de gira en Beijing.
López Obrador tampoco viajará a Santo Domingo, lo que implica que los presidentes de las dos economías más grandes de América Latina estarán ausentes de una cita que intenta relanzar el vínculo entre los países iberoamericanos.
La ausencia del presidente mexicano no es una sorpresa, ya que durante sus casi cuatro años y medio de mandato solo ha realizado cinco giras al extranjero y suele dejar la diplomacia internacional en manos de su canciller Marcelo Ebrard, pero ahora ni siquiera él viajará a la Cumbre Iberoamericana, por lo que México solo estará representado por el subsecretario Maximiliano Reyes.