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Las temperaturas extremas también matan en América Latina

Un estudio revela la correlación entre el frío y el calor extremos y miles de defunciones en nueve países a lo largo de 14 años

Una pareja rema en los canales Xochimilco bajo una tormenta al sur de Ciudad de México.HECTOR GUERRERO
GEORGINA ZEREGA

Las temperaturas extremas provocan miles de muertes cada año en América Latina. Las muy frías, y también las muy cálidas. Así lo señala el estudio Impacto a nivel de ciudad de las temperaturas extremas y la mortalidad en América Latina, publicado recientemente en la revista Nature. En medio de un debate global sobre el alcance del cambio climático, un grupo de científicos ha estudiado la correlación entre el frío y el calor extremos y las defunciones en 326 ciudades de nueve países de la región. En estos sitios lograron vincular a lo largo de 14 años de estudio al menos 887.313 fallecidos con el clima extremo.

El cuerpo humano regula la exposición a las temperaturas extremas a través de la termorregulación. Cuando está expuesto al calor, responde con la vasodilatación, con la cual el calor va de los músculos a la piel, que lo elimina a través del sudor. En un episodio de exposición al frío, por el contrario, se activa la vasoconstricción y la termogénesis. Ambos procesos piden una mayor exigencia física al cuerpo. ”En condiciones de estrés por calor extremo, estos procesos de termorregulación pueden conducir a una mayor demanda cardíaca, deshidratación y estrés pulmonar”, explica el artículo. Mientras, “exceder la capacidad de termorregulación en condiciones de frío extremo puede provocar una disminución del gasto cardíaco, hipotensión y, finalmente, insuficiencia orgánica”, agrega.

De esa forma, los climas que no son óptimos para el cuerpo han sido vinculados con “una variedad de causas de muerte cardiovasculares y respiratorias”, detalla la publicación. La incidencia que han tenido las temperaturas extremas en la sanidad se había comenzado ya a medir en muchas partes del mundo, principalmente en países con altos ingresos, como Estados Unidos o los miembros de la Unión Europea. Pero hasta el momento no se había estudiado en profundidad ese factor en América Latina, una de las regiones más urbanizadas del mundo.

Josiah Kephart, investigador de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Drexel y coautor del estudio, explica que recopilaron los datos de defunciones de estas ciudades a lo largo de varios años y los desagregaron por día, causa de muerte, sexo y edad. A esos números los combinaron con la información diaria de las temperaturas en cada sitio. “Observamos las asociaciones entre la temperatura y el riesgo de muerte, y encontramos que más del 5% de todas las muertes pueden atribuirse o explicarse por temperaturas más calientes o más frías que la óptima”. De un total de 15,4 millones de fallecimientos que tenían registrados entre 2002 y 2015, al menos 887.313 muertes estaban relacionadas al clima.

Las guías de montaña del grupo de escaladoras Cholita, defensoras del glaciar Charquini, en Bolivia, luchan por la preservación de este sitio ante la ola de turistas que año con año lo visitan.
Las guías de montaña del grupo de escaladoras Cholita, defensoras del glaciar Charquini, en Bolivia, luchan por la preservación de este sitio ante la ola de turistas que año con año lo visitan.CLAUDIA MORALES (REUTERS)

El estudio señala que la mayor fracción de exceso de muerte fue por frío, que estuvo alrededor del 5,09%, esto se traduce en unas 785.000 muertes. Mientras que la minoría fue por calor, el 0,67%, unas 102.000 defunciones. Sin embargo, un cambio de un grado centígrado en temperaturas frías no tiene el mismo impacto que un grado más en el calor extremo. “A temperaturas por debajo de la temperatura óptima, la mortalidad aumentaba gradualmente a medida que bajaban las temperaturas, mientras que a temperaturas superiores a la óptima, la mortalidad aumentaba más abruptamente a medida que aumentaban las temperaturas”, explica el documento.

Esto se agrava cuando se analiza en un escenario global de cambio climático. “En las próximas décadas, se proyecta que América Latina experimente un aumento sustancial en la temperatura media anual y, de manera crítica, un aumento asombroso en la frecuencia de eventos de calor extremo”, señala el artículo. El calentamiento global ha quedado grabado en las últimas décadas en los registros de temperatura media de las ciudades. Solo en México, la media nacional aumentó dos grados en los últimos 35 años, con una curva muy pronunciada a partir del 2005, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).

Se prevé, según los académicos, que la frecuencia de días extremadamente calurosos en las grandes ciudades de América del Sur aumente en el futuro entre cinco y 10 veces más rápido que el nivel medio global. “Para fines del siglo XXI la abrumadora mortalidad relacionada con el calor causaría un aumento neto sustancial en el exceso de mortalidad relacionado con la temperatura”, alertan los especialistas.

En cuanto a las causas de muerte, la temperatura afectó principalmente a aquellas personas con enfermedades cardiovasculares o respiratorias. Como también lo hizo con los mayores de 65 años, un dato que resulta preocupante para los investigadores, dado que las cifras reportan un envejecimiento repentino de la población en América Latina. “Encontrar un impacto tan grande de las temperaturas extremas en la mortalidad es realmente importante y alarmante si se piensa en el futuro, los factores del cambio climático y el envejecimiento de la población, juntándose en esta zona muy urbanizada”, comenta Kephart.

La urbanización masiva representa otra agravante, asegura el estudio, porque contribuye a un aumento en la exposición de los ciudadanos al calor extremo. “América Latina es una de las regiones más urbanizadas del mundo y, por lo tanto, tiene una gran población en riesgo de exposición al calor urbano”. En particular a través del efecto isla de calor urbana: “Las temperaturas ambientales en los núcleos urbanos, donde se concentran los residentes, pueden superar con creces las temperaturas en las áreas periurbanas, lo que hace que los residentes urbanos estén especialmente expuestos al calor extremo”.

Estos datos deben servir para trazar políticas a futuro, asegura Kephart. Para eso es necesario desagregarlos por ciudades. No es lo mismo una ciudad en la cordillera de Los Andes que en el Caribe. “Los aumentos en el riesgo de mortalidad por el aumento de 1 °C en el calor extremo son particularmente pronunciados en las ciudades de la costa de México, el norte de Argentina y el sur de Brasil”, detalla. La adaptación futura tiene que estar planeada de manera diferente en cada lugar. “Una mayor comprensión de los factores en las ciudades”, concluye el artículo, “puede ayudar a identificar acciones efectivas para amortiguar los impactos futuros del cambio climático”.

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