Un mensaje sincronizado, unos dispositivos entregados recientemente y hasta 57 gramos de explosivos pegados a la batería. La información sobre el ataque masivo contra ‘buscas’ de milicianos del partido chií libanés Hezbolá continúa apuntando a una operación muy bien diseñada y coordinada. El Gobierno de Israel guarda silencio, pero las fuentes consultadas por medios occidentales e israelíes apuntan a una operación del Mossad junto a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF). En total se han producido 2.800 heridos y 12 muertos (incluidos dos menores y dos sanitarios) a causa de las heridas provocadas por las detonaciones simultaneas contra un total de 3.000 dispositivos; aunque la cifra podría elevarse en las próximas horas, ya que hasta 300 personas están hospitalizadas en estado crítico.
El ministro de Telecomunicaciones libanés, Johnny Corn, aseguró este martes que los dispositivos que explotaron formaban parte de un cargamento que llegó “recientemente” al Líbano y planteó que “a lo mejor se activó a distancia”, aunque no sabía aún cómo. De hecho, indicó que, según las informaciones preliminares, “las baterías de los ‘buscas’ se calentaron”, por lo que algunas personas tiraron esos aparatos antes de que explotaran.
Según las primeras hipótesis los ‘buscas’ fueron manipulados en origen antes de llegar al Líbano y un mensaje falso que supuestamente provenía de la cúpula de Hezbolá los hizo detonar al unísono. Así lo reconoce el analista militar Elijah J. Magnier, que apunta a que los dispositivos “no se importaron directamente al Líbano, sino que se detuvieron en un país cercano durante tres meses, donde Israel implantó el explosivo” que “incluía bolas de metal dentro o alrededor de la batería (…) para que la fuerza explosiva impulsara estos pequeños fragmentos de metal hacia afuera, aumentando significativamente la letalidad”.
Cuando se produjo el ataque todos los analistas coincidían en que acceder a la cadena de distribución o montaje de este tipo de dispositivos no es sencillo, por lo que detrás tenía que haber un organismo sofisticado que pueda realizar este tipo de acciones. Varias fuentes han asegurado a la agencia Reuters que el Mossad (El servicio de Inteligencia israelí) estaría detrás del ataque y medios israelíes como The Jerusalem Post añaden que habría sido una operación conjunta con las IDF. Según reconocen funcionarios estadounidenses y de otros países a The New York Times, los ‘buscas’ contenían entre una o dos onzas de material explosivo (de 29 a 57 gramos) y la infiltración se habría hecho a cerca de 3.000 dispositivos.
Fuentes de seguridad libanesa han dicho a la agencia Reuters que Hezbolá había recibido recientemente 5.000 dispositivos de la empresa taiwanesa Gold Apollo, que ha salido recientemente a negar cualquier implicación. la compañía asiática ha asegurado que la fabricación de los ‘buscas’ AR-924 la realiza una compañía húngara con sede en Budapest denominada BAC. “Nosotros solo proporcionamos la autorización de la marca registrada y no estamos involucrados en el diseño ni en la fabricación de este producto. Siempre nos adherimos a las regulaciones pertinentes y mantenemos una cooperación transparente y conforme con nuestros socios”, afirma el comunicado.
Pese a que la única reacción hasta el momento del Gobierno de Benjamin Netanyahu ha sido un comunicado en el que el Ejército israelí dice estar evaluando la situación, los países de la zona le señalan oficialmente. Hizbulá (que es una organización respaldada por Irán) ha hecho “plenamente responsable” al Estado hebreo y ya ha prometido una “represalia específica”. Además, ha confirmado que seguirá sus “operaciones para apoyar a Gaza, su gente y su resistencia”, en referencia a los ataques que desde el 8 de octubre realiza contra territorio israelí como respuesta por la ofensiva de Israel en Gaza.
Entre los heridos por las explosiones de los ‘buscas’ está también el embajador iraní en Líbano, Mojtaba Amani. Irán ha calificado la explosión como “un acto terrorista y un asesinato en masa” y ha exigido una reprimenda internacional contra Tel Aviv. “La operación terrorista en el Líbano se llevó a cabo como una continuación de las operaciones combinadas del régimen sionista (Israel) y sus agentes mercenarios”, ha dicho el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí.
Irak ha señalado a Israel y, junto con Irán y Jordania, ha enviado suministros, mientras que Egipto, Siria (donde se produjo también una decena de heridos por la explosión de dispositivos) o Turquía han ofrecido su ayuda. De hecho, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, responsabilizó también a Israel y aseguró en una llamada telefónica con el primer ministro de Líbano, Najib Mikati, que “los esfuerzos de Israel para extender el conflicto en la región son extremadamente peligrosos”.
Por su parte, el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit, ha condenado las explosiones y su portavoz, Gamal Roshdi, ha reclamado al Consejo de Seguridad de la ONU que asuma sus responsabilidades ante “las amenazas israelíes continuas e imprudentes a la seguridad y la paz regional”.
Los países occidentales han reaccionado con preocupación por una posible escalada del conflicto, pero han evitado culpabilizar a Israel. “Seguimos vigilando de cerca la situación en Líbano. El Reino Unido trabaja con socios diplomáticos y humanitarios en la región. Las víctimas civiles tras estas explosiones son profundamente angustiosas. Instamos a mantener la calma y reducir la escalada en este momento crítico”, señaló un portavoz del Ministerio de Exteriores británico. Asimismo, el Gobierno de Estados Unidos ha dicho “no estar involucrado” y ha añadido que no tenía conocimiento previo del incidente.