Los ‘chalecos amarillos’ llevan mucho tiempo protestando, incluso durante la pandemia de la COVID-19, contra el Gobierno del presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Esta movilización inédita, sin líderes ni estructura, tiene su origen en los llamados a los ciudadanos a protestar a partir de 17 de noviembre de 2018 contra el alza del precio de los combustibles prevista por el Gobierno francés a partir de 1 de enero del mismo año.
Sin embargo, se extendió con rapidez por toda Francia y puso en jaque al Gobierno de Macron, revelando el profundo descontento popular por las desigualdades sociales, los nuevos impuestos y la disminución del poder de compra. Ante la presión de los activistas y las manifestaciones de calle, Macron dio marcha atrás y suspendió el aumento de los impuestos sobre los carburantes.
La pandemia del coronavirus no solo no ha podido poner fin a las protestas de los chalecos amarillos en Francia, sino que podrían endurecerse, opina un analista.
La represión gubernamental contra los chalecos amarillos es la más virulenta que jamás se ha conocido en Francia; sin embargo, no ha logrado acabar con este movimiento social.