¿Ya saben lo de Jeff Bezos y el puente? El nuevo superyate del multimillonario de Amazon, que se está construyendo en Róterdam, en los Países Bajos, es tan grande que la ciudad podría desmantelar parte de un puente histórico para que la embarcación pueda llegar a mar abierto. La historia no tardó en convertirse en una metáfora de la creciente desigualdad e intensifica la percepción de que a los multimillonarios les ha ido muy bien durante la pandemia de COVID-19 mientras que la gente común la ha pasado mal.
¿Pero es correcta esta idea? En realidad, es un poco complicado. Sin duda, no tenemos que derramar ninguna lágrima por Bezos y ¿quién de nosotros es inmune a sentir schadenfreude por las pérdidas recientes de Mark Zuckerberg con Meta? Además, sigo creyendo que un aumento sustancial a los impuestos de los ricos sería una muy buena idea.
Pero al preguntarnos cómo les ha ido a los distintos grupos durante la pandemia es importante distinguir entre la riqueza —que resulta muy afectada, entre otras cosas, por las fluctuaciones del mercado de valores— y los ingresos. Ya he escrito sobre este tema, pero ahora puedo decir bastante más debido a una nueva herramienta estadística magnífica, Realtime Inequality, desarrollada por economistas de la Universidad de California en Berkeley. Esta herramienta, centrada en Estados Unidos, nos permite seguir los cambios en la distribución de la riqueza y los ingresos en tiempo real. Y es bastante esclarecedora.
Empecemos por la riqueza.
Es cierto: los ricos se han vuelto mucho más ricos en los últimos dos años. Lo mismo ha sucedido con la mayoría de los estadounidenses, pero las ganancias han sido particularmente grandes para los que más tienen.
Detrás de estas ganancias está el aumento de los precios de los activos. El crecimiento más rápido de los que más tienen tal vez sea un reflejo de las enormes ganancias en el mercado de valores: las acciones están en manos de los ricos de una manera desproporcionada, mientras que gran parte de la riqueza de la clase media está en la vivienda.
Sin embargo, lo que ocurre con los precios de los activos es lo siguiente: aunque es cierto que dependen en medida de los ingresos que la gente recibe por los activos que posee —dividendos, alquileres, etc.—, también resultan afectados por los rendimientos que los inversionistas esperan de las alternativas. Como intenté explicar en uno de mis boletines hace unos meses, gran parte del incremento de los precios de los activos refleja en realidad una mala noticia: una disminución de la tasa de rendimiento esperada de las nuevas inversiones.
Y si, por ejemplo, el valor de tus acciones ha subido debido a las bajas tasas de interés, pero los dividendos que reciben se han estancado o reducido, ¿de verdad saliste ganando? No es una pregunta tan fácil de responder.
Entonces, ¿qué les ha sucedido a los ingresos de los más ricos? Se han elevado, pero no tanto como su riqueza y, de hecho, sus ganancias han sido menores que las de la mitad inferior de la población.
¿Por qué los estadounidenses con menos ingresos han experimentado un aumento relativamente grande en sus ingresos (desde una base baja; seguimos siendo una sociedad con una increíble desigualdad)? Parte de la respuesta es la ayuda del gobierno estadounidense durante la pandemia. Los repuntes en los ingresos que se produjeron cuando se entregaron los cheques de estímulo y por otros programas como la ampliación de los créditos fiscales por hijos —que todavía espero que regresen— hicieron una gran diferencia.
Pero esa no es toda la historia. Recientemente en Estados Unidos hemos tenido un mercado laboral con poca oferta, lo que ha llevado a un aumento de los salarios, con un incremento mucho más rápido para los trabajadores peor pagados.
Sí, la inflación ha erosionado estas ganancias en términos reales, aunque las ganancias para los trabajadores de los niveles inferiores parecen haber superado los aumentos de los precios. Lo importante por ahora, sin embargo, es que la poca oferta del mercado laboral parece estar reduciendo la desigualdad salarial.
Así que la historia simplificada de que la pandemia ha sido muy buena para los ricos y mala para la clase trabajadora no tiene sustento. Claro, hay otros aspectos en los que la pandemia ha tenido un impacto muy desigual: los dos últimos años han sido muy diferentes para los estadounidenses —principalmente con un alto nivel de estudios y buenos sueldos— que podían trabajar desde casa y para los que no podían hacerlo. Pero esa es otra historia.
¿Hay alguna moraleja política en todo esto? Es casi un hecho que la Reserva Federal estadounidense subirá las tasas de interés en los próximos meses en un esfuerzo por mitigar la inflación. Y hará bien. Sin embargo, algunas personas también celebrarán los aumentos de intereses porque tienden a reducir los precios de las acciones, lo cual hace a los ricos menos ricos, e imaginan que esto reduce la desigualdad económica.
Pues bien, esa es una mala interpretación, ya que confunde la desigualdad de ingresos con la de riqueza. Y si les preocupan los ingresos de los estadounidenses de la clase trabajadora, deberían querer que la Reserva Federal sea cautelosa con los incrementos de las tasas de interés para no perjudicar al mercado laboral. Resulta que el pleno empleo es algo muy bueno para los trabajadores peor pagados, y no queremos poner en peligro algo que es muy bueno solo por querer reducir la riqueza de los multimillonarios.
Paul Krugman ha sido columnista de Opinión desde 2000 y también es profesor distinguido en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2008 por su trabajo sobre comercio internacional y geografía económica. @PaulKrugman
Fuente: The New York Times