Ignacio Lula da Silva votó mejor entre las mujeres, los pobres, los afrodescendientes y los industriales, mientras Jair Bolsonaro lo hizo entre los más instruidos, los de mejores ingresos y aquellos dedicados a los agronegocios.
López Burian explicó que “el bolsonarismo vota mejor entre quienes tienen mayores niveles educativos, esto en Brasil responde a un elemento muy importante y es que la educación tiene un grado de elitización muy alto, el sistema educativo brasileño es un sistema de difícil acceso”.
López es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de la República. Profesor Adjunto en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UDELAR. Investiga temas de relaciones exteriores, política de Brasil, derechas y política internacional
¿Cómo llegan los dos candidatos Lula y Bolsonaro a la segunda vuelta electoral?
Una primera cosa, la gente quiere saber cómo vienen los sondeos de opinión, como viene la intención de voto para la segunda vuelta y la palabra que resume todo es bastante estable. Estable en términos de distancia y de puntos porcentuales. Aquí depende de cómo están siendo medidos los datos, para ver cuál es la distancia y cuáles son las diferencias en puntos porcentuales a favor de Lula. Plantearse una cifra es un poco arriesgado, dado que las encuestadoras están con datos diferentes, pero todas en términos generales, aunque se acortan las diferencias, están dando ganador a Lula. Lo que parece es que la campaña no ha afectado fuertemente esa tendencia, si bien han pasado muchas cosas, pero no habrían cambiado lo que se espera para la elección. Pasaron cosas, y la primera que vale la pena subrayar es el resultado electoral y el escenario de cómo compiten los candidatos. Lo primero es que Lula vota mejor que el PT (Partido de los Trabajadores). Lula tiene un caudal electoral que lo deja muy cerca del 50%, ese es el primer dato de la primera vuelta, el segundo es que el bolsonarismo, como grupo político, vota mucho mejor de lo que las encuestas le habían dado. Y eso se traduce en un conjunto de resultados electorales que traccionan, que le da fuerza en la competencia a la segunda vuelta. Esta cuestión tiene que ver con que tendrá la Cámara de Diputados y la mayor bancada, esto tiene ciertos impactos sea quien sea el que resulte electo, en el armado del gobierno.
Hay también una fuerte presencia en el Senado Federal del bolsonarismo, es una presencia no solo numérica, sino también es una presencia cualitativa. Quienes son electos como legisladores del bolsonarismo, son figuras políticas muy relevantes, ya sea en el Senado, como también en la Cámara de Diputados, son electos personas que tienen una visibilidad dentro del bolsonarismo muy importante. Salió electa por el Distrito Federal de Brasilia la ex ministra de Derechos Humanos y la Mujer Damares Alves, fue asesora de la bancada evangélica, una persona muy vinculada a las iglesias pentecostales y a los sectores conservadores. También el vicepresidente de la República (Hamilton Mourao), es electo senador por Río Grande Do Sul, siendo uno de los representantes de los grupos de militares que están en torno al bolsonarismo. Hay que recordar que el gobierno brasileño (presidente Jair Bolsonaro) es el gobierno que tiene más militares activos y en reserva, incluso más que gobiernos no democráticos que existen en el mundo.
Hay otros dos candidatos electos en la Cámara de Diputados, como el ex ministro de Salud (Eduardo Pazuello), responsable de la gestión más que cuestionable de la Pandemia, también está el ex ministro de Medio Ambiente Ricardo Salles, asociado a políticas muy negativas en el impacto ambiental vinculado principalmente a la Amazonía. Además, los que no están en el bolsonarismo de los partidos que formaban la coalición electoral, pero hoy están para la segunda vuelta, son parte de la base de apoyo del bolsonarismo, por ejemplo, Sergio Moro, electo por el Estado de Paraná, no fue electo por un partido de base del bolsonarismo, se había retirado por discusiones con Bolsonaro, debido a las diferencias por el control de la Policía Federal por parte del Ejecutivo. Sin embargo, en el último debate televisivo, estuvo presente apoyando al presidente Bolsonaro para pelear la segunda vuelta.
Lula es una figura política con mayor alcance que el PT e incluso que su propia coalición de partidos que están en torno a su candidatura, que incluyen partidos de izquierda, pero también partidos que fueron parte de la base de apoyo del bolsonarismo durante este gobierno.
¿Cómo se explica si Lula obtuvo el 48,5% de los votos que la mayoría la tenga en Cámara de Diputados y en Senado el bolsonarismo?
Lo explica el sistema electoral y la forma en que se vota en Brasil, no hay que pensar Brasil con el mismo esquema que pensamos Uruguay, esa transposición nos va a llevar a cometer errores. Un primer dato muy importante, en nuestro país votamos en listas cerradas y bloqueadas, tomamos una papeleta en la que tenemos presidente, vicepresidente, lista de senadores y lista de diputados, vamos y ponemos en la urna toda la papeleta, eso hace que en Uruguay dijera el colega Adolfo Garcé “gobiernen partidos y no personas”.
Otro profesor, en su tesis doctoral -Daniel Chasquetti- establece como los partidos logran organizarse en el Parlamento, entre otras cosas por este sistema electoral que le permite al jefe de fracción, disciplinar y mantener disciplinados a sus legisladores. Si alguien se va de los márgenes que se esperan, en el día de mañana pueden ser ordenados en lugares más bajos de la lista.
Eso en Brasil no ocurre, porque el voto es con un sistema de voto abierto, donde eligen frente a una máquina colocando códigos de a quién van a elegir. En la última elección se elegía presidente y vicepresidente en una línea, gobernador y vicegobernador en otra. Se eligió un tercio del Senado, 27 de los 81 senadores que tienen representación estadual en Brasil. Se eligió un senador por Estado, hay 26 estados y el federal de Brasilia y se elegía uno de los 513 (diputados), cada elector elegía un diputado de las 513 bancas, y las Asambleas Legislativas de los Estados. El elector elige, hay un botón para votar en blanco, puede votar anulado si elige un botón con un número que no existe. Luego se computan el total de los votos válidos y anulados. Se puede votar a la fórmula de Lula, pero puedo votar un senador o un gobernador de otro partido.
Entonces allí es donde el voto puede tener distintos valores, y eso configura un resultado que muestra que Lula es una figura política con mayor alcance que el PT e incluso que su propia coalición de partidos que están en torno a su candidatura, que incluyen partidos de izquierda, pero también partidos que fueron parte de la base de apoyo del bolsonarismo durante este gobierno. Entonces, la explicación de la diferencia de votos tiene que ver con el sistema y tiene que ver con la particularidad de que tampoco los votos responden a una opción de unidad partidaria. También es importante señalar que el voto es muy personalizado y territorializado, y eso hace que los políticos tengan contacto con gente que financia campañas a nivel local, que luego tiene un alto grado de influencia sobre la agenda que sus políticos promoverán en el Congreso (brasileño).
En Brasil el salario mínimo está más o menos en 200 reales, para que saquen el cálculo de dos salarios mínimos, es ganar menos de diez mil pesos uruguayos.
¿Quiénes son aquellos que votaron a Lula y quienes votaron al actual presidente Jair Bolsonaro?
Se podrían trazar ciertas líneas generales del perfil del electorado, de uno y otro candidato, esto no quiere decir que cuando se trazan estas líneas generales estás diciendo todas las personas que tienen estas características votaron a uno y no votaron a otro, sino que las personas que están en estos grupos, mayoritariamente inclinaron su voto para uno de los candidatos. Cuando miras el electorado de Lula, por ejemplo, se puede decir que entre las mujeres Lula fue mayoritariamente el candidato más votado, entre las mujeres, los afrodescendientes y entre quienes ganan menos de dos salarios mínimos.
En Brasil el salario mínimo está más o menos en 200 reales, para que saquen el cálculo de dos salarios mínimos, es ganar menos de diez mil pesos uruguayos. Por tanto, mujeres, afrodescendientes y personas con menos de 2 salarios mínimos. En términos geográficos, el nordeste brasileño fue la región que mayoritariamente voto a Lula, que más votó a Lula en términos porcentuales y el otro dato que puede ser relevante también, es plantear el tema de la instrucción, son votantes, con instrucción básica.
Tenemos que hacer una salvedad muy importante, esto puede llamar la atención a la hora de hacer hipótesis, el bolsonarismo vota mejor entre quienes tienen mayores niveles educativos, esto en Brasil responde a un elemento muy importante y es que la educación tiene un grado de “elitización” muy alto, el sistema educativo brasileño es un sistema de difícil acceso, por eso ha habido tantas políticas de democratización del acceso a la educación, y por eso esta relación donde el voto refleja mucho la clase social del votante. También Lula vota mejor entre los católicos mientras Bolsonaro votó mejor entre los evangélicos. En el caso de Bolsonaro, votó mejor entre los hombres y en el sureste del país, vota mejor entre los sectores más ricos y entre los que ganan entre 5 y 7 salarios mínimos.
La coalición de Lula no controla un tercio del Parlamento, no controla el tercio necesario para evitar un juicio político o para evitar transformaciones institucionales que impulse la oposición. Por lo tanto, no controla las mayorías necesarias para impulsar un paquete de reformas, eso hay que negociarlo en el Parlamento.
La coalición de Lula no controla un tercio del Parlamento, no controla el tercio necesario para evitar un juicio político o para evitar transformaciones institucionales que impulse la oposición. Por lo tanto, no controla las mayorías necesarias para impulsar un paquete de reformas, eso hay que negociarlo en el Parlamento.
Hace unos días sucedió el primer debate, y algunos analistas son críticos tanto con Lula como con Bolsonaro. Sostenían que ninguno de los dos dice cuál es su programa de gobierno ¿Lo ves así?
Hay silencio o una cierta cautela en decir cosas por parte de Lula y también de su entorno, porque entre otras cosas el escenario de construcción de gobierno es un escenario muy complicado, producto de la configuración del Congreso, Lula ha logrado congeniar varios intereses vinculados a las bases sociales de la izquierda brasileña, en términos de los movimientos que proponen transformaciones a nivel del agro, a la tenencia de la tierra, a las organizaciones sociales, pero también ha vuelto a conseguir apoyos en el sector industrial y en el sector de las finanzas, su candidato a vicepresidente (Gerardo Alckmin) es una especie de carta de presentación, de cercanía y de relación con esos sectores. También trata de hacer una segmentación de ese lugar y habla del agronegocio, que mayoritariamente apoya a Bolsonaro, pero que tiene prácticas ambientales responsables. El armado del gabinete, a Lula le va a llevar negociar, no solamente con el partido con el que está en coalición, sino con los partidos del centro político brasileño, que tiene muy poca ideología definida, se conoce como el “centrao” (unión de partidos para formar coaliciones). En el Parlamento brasileño vas a encontrar 30 partidos. La coalición de Lula no controla un tercio del Parlamento, no controla el tercio necesario para evitar un juicio político o para evitar transformaciones institucionales que impulse la oposición. Por lo tanto, no controla las mayorías necesarias para sacar un paquete de reformas, eso hay que negociarlo en el Parlamento. Incluso, la nominación de la presidencia de la Cámara de Diputados es clave, porque es un puesto en el que el presidente tiene la capacidad de llevar el timing del momento y los asuntos que van ingresando a la Cámara. Por tanto, impacta sobre la agenda de gobierno, entonces parte de ese silencio se explica en que hay que esperar los resultados para anunciar acuerdos. Lula ya hizo esto con el “centrao”, ya gobernó con estos acuerdos. Dilma Rouseff no acordó con el “centrao” y además se alejó de la bancada del PT, perdón por la digresión, era en el sentido de decir que parte del silencio de Lula se explica por esto. También hay un programa donde en algunas cosas no quedan claros cuáles son los énfasis y muchos asuntos remiten a los gobiernos de Lula como grandes mascarones de proa. Algunas de las políticas aplicadas pueden ser reeditables, pero otras, el cambio de contexto y de escenario las hacen un poco más discutibles o más de pensar como vendrán, por ejemplo, la política exterior.
La relación de Brasil con el sur global, con China, con Rusia, en los tiempos de Lula y de Celso Amorin como canciller, no son los de la Rusia o la China de hoy. Y el bolsonarismo ha tenido una política de búsqueda de votos, entre otras cosas, a partir de la expansión de una serie de políticas para tratar de ir a la base del electorado que recibe transferencias monetarias. Esta llegada de dinero, una especie de “bolsa familia” sin esa etiqueta y también ha gobernado y gobierna con este “centrao” y tiene un conjunto de propuestas, que sobre todo por el perfil de su electorado, tratan de remarcar algunos elementos, por ejemplo, parte del ataque a Lula es una forma de reafirmar ciertas ideas que quiere transmitir al electorado, por ejemplo, el tema de la familia y de un conjunto de valores morales que utilizan. La idea de patria, moral y propiedad, esas líneas que aparecen en la historia de la derecha brasileña y que son nuevamente resaltadas por el bolsonarismo en el momento de la competencia política.
¿Qué puede esperar Uruguay en caso de un triunfo de Lula?
La primera cosa, es en caso de triunfar Lula, cómo construye su gobierno, para ver cuáles son las políticas públicas que se pueden esperar y que tengan impacto o influencia sobre Uruguay, obviamente el posicionamiento político que Brasil tome a nivel regional va a ser clave, lo que ocurra en Brasil va a ser clave para la región. Es el país más importante en la región y no solo por su política exterior, sino también por su política nacional. Tenemos la hipótesis de que pueden desarrollar la política exterior con una impronta más desarrollista. El Brasil de Lula, en su programa de gobierno lo vuelve a destacar, la importancia de la región. La región que tiene procesos muy complejos. Brasil es parte de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños). Allí está México. Históricamente Brasil ha tenido una posición más sudamericana, para tener distintos espacios de interacción con los países, y ahí cómo resuelva la relación con México será clave, sabemos que hay ciertos grados de tensión política sobre este tema. Luego la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), fue vaciada, podemos esperar una vuelta para tratar de revertir este vaciamiento. También está el MERCOSUR, en un momento también complejo en términos de relación colectiva, con incentivos para trabajar y avanzar en una agenda externa con la Unión Europea, son muchos asuntos. Hay que manejar muchos temas que son complicados, con intereses diferentes, están los industriales, y por otro lado, el agronegocio, con una representación de intereses diversos. Además, con una Argentina que probablemente cambie de gobierno, todo esto es un escenario bastante particular.
¿Se puede esperar, por ejemplo, que un próximo gobierno de Brasil flexibilice su posición y acepte que Uruguay tenga un TLC con China?
Primero hay que ver hoy la viabilidad de un TLC con China, porque creo que el cambio de gobierno, si le toca a Lula, puede afirmar la entonación regional y complicaría aún más la pretensión uruguaya. Lo primero, la posición de Uruguay, tiene el gran efecto político de mostrar en los últimos tiempos, y ocurrió también en el gobierno anterior, se discutía la importancia de que el MERCOSUR tal como estaba no servía. Que las necesidades que el Uruguay tiene en materia de inserción internacional, es parte de esa demanda por visibilizar los problemas, y de alguna forma, reclamar que se encuentre una solución. Ahora, tener un acuerdo de libre comercio con China, ha sido afirmado por parte de Uruguay, por leer en el gobierno brasileño cierta libertad para hacerlo. Uruguay interpretó una cierta luz verde por parte del gobierno brasileño. Sin embargo, esta afirmación desde el punto de vista del análisis político, merece algunas salvedades. Algunos analistas lo han subrayado como una ventana de oportunidad, que Uruguay no podía dejar pasar este momento. Sin embargo, creo que miraban mucho las posiciones del ministro de Economía de Brasil Paulo Guedes, un liberal, que tenía una mirada aperturista, pero que no es necesariamente la mirada de todo el gobierno brasileño. Por más que el ministro (Guedes) y el presidente (Bolsonaro) tuvieran esa retórica, el propio ministro reconoce ciertos intereses contrapuestos. La cancillería brasileña es la que toma las decisiones, aunque Itamaraty haya perdido centralidad, sigue siendo el actor coordinador de la política, y sigue teniendo una política exterior que no es totalmente convergente con lo que plantea el ministro Guedes.
Creo que los análisis que hablaban de la luz verde por parte de Brasil o que lo veían mucho más propenso a flexibilizar el Mercosur, me parece que lo que no estaban viendo era cómo se toman las decisiones, y cómo se construye en el Ejecutivo brasileño está lógica, donde está el presidente, otros pesos políticos e incluso el Parlamento, donde están representados otros intereses económicos y políticos, que luego pesan en lo que Brasil va a decidir. Entonces, en este escenario, la flexibilización de un acuerdo de libre comercio con China asumido de forma bilateral, salvo que la opción de Uruguay sea salir del MERCOSUR, más allá de los marcos jurídicos, sino como interpretación política, la opción de hacerlo de forma bilateral es poco clara.