Un esfuerzo humanitario liderado por el canciller Marcelo Ebrard le dio a los afganos y a sus familias un santuario en medio de la crisis que se desarrolla rápidamente
Un grupo de afganos que trabajaron para The New York Times aterrizó, junto con sus familias, de manera segura la madrugada del miércoles. No en Nueva York o Washington, sino en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México.
El arribo de las 24 familias fue la más reciente escala en una terrible huida de Kabul. El papel de México en el rescate de los periodistas del Times y, si todo ocurre de acuerdo a lo planeado, de The Wall Street Journal, ofrece un atisbo confuso de la situación del gobierno estadounidense, cuando dos de las organizaciones noticiosas más poderosas del país buscaron ayuda lejos de Washington desesperadamente.
Los funcionarios mexicanos, a diferencia de sus contrapartes en Estados Unidos, lograron vencer la burocracia de su sistema migratorio para proveer rápidamente los documentos que, a su vez, permitieron que los afganos volaran desde el asediado aeropuerto de Kabul con rumbo a Doha, Catar. Los documentos prometían que los afganos recibirían protección humanitaria temporal en México mientras exploraban opciones a futuro en Estados Unidos u otros países.
“Nosotros estamos ahora comprometidos con una política exterior que promueve la libre expresión, las libertades y los valores feministas”, dijo en una entrevista telefónica el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Invocando una tradición de acogida que incluye desde el líder de la independencia cubana, José Martí, en el siglo XIX, hasta judíos alemanes y ciudadanos sudamericanos que escapaban de golpes de estado, dijo que México había abierto sus puertas a los periodistas afganos “a fin de protegerlos y para ser coherentes con esta política”.
Ebrard añadió, a modo de explicación de la veloz actuación del país: “No teníamos tiempo para disponer de los canales normales oficiales”.
El camino que siguieron los periodistas afganos y sus familias fue arbitrario, íntimo y frágil, como ha sido todo en la evacuación frenética y dispersa de Kabul. Ebrard se encontraba en casa alrededor de las las 5 p.m. del 12 de agosto cuando recibió un mensaje en WhatsApp de parte de Azam Ahmed, quien fue jefe de las corresponsalías en Kabul y México y se encuentra de licencia mientras escribe un libro.
“¿El gobierno de México está dispuesto a recibir refugiados de Afganistán?”, preguntó Ahmed, quien mantuvo una relación cordial con Ebrard a pesar de las ocasionales y acaloradas críticas del gobierno mexicano hacia su cobertura. “Tenemos gente allá, gente buena que está intentando salir”.
Ebrard respondió rápidamente que no sería posible. Luego, dijo que pensó en si su secretaría podría sortear lo que habitualmente requeriría “horas y horas” de procesamiento y una reunión de gabinete. “Así que llamé al presidente y le expliqué la situación”, dijo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo de acuerdo en que “la situación se movía con mucha rapidez y había que tomar la decisión con la misma rapidez”, dijo Ebrard en una entrevista esta semana.
“Vimos esta solicitud no como política exterior entre México y Estados Unidos”, continuó. “Más bien, es una toma de posición simple entre alguien que fue reportero en Kabul hace algunos años y yo, que estaba en la posición de tomar algunas decisiones”.
Alrededor de las 6:30 p.m. Ebrard le escribió a Ahmed que estaba listo para brindar garantías —a un avión chárter o a otro gobierno— de que aceptaría a una lista de afganos.
Pero la situación cambió cuando los talibanes avanzaron hacia Kabul. El aeropuerto comercial cerró y hubo un periodo en el que solo despegaron vuelos militares estadounidenses. Catar, donde aterrizaron los jets de Estados Unidos, solo suele aceptar afganos si los funcionarios tienen garantías de que se dirigen a un tercer país.
Los medios de comunicación manejan con confidencialidad muchos de los detalles del paso de los afganos en parte por temor a inundar los estrechos canales de escape. El Times no difundió su arreglo con México. Luego de que lo consiguió, México extendió la invitación a The Wall Street Journal y The Washington Post. El editor en jefe del Journal, Matt Murray, dijo que el diario planeaba enviar a su equipo, que está ahora en Catar y Ucrania, hacia México. Una vocera del Post no quiso hacer comentarios sobre sus planes.
Aunque Estados Unidos ha incrementado sus vuelos de evacuación, el sistema estadounidense de inmigración, politizado y burocrático, ha tenido dificultades para responder a la crisis. Procesar las visas especiales que están disponibles para periodistas a menudo requiere que estos pasen al menos un año en un tercer país, presuntamente para satisfacer a las fuerzas que advierten que los inmigrantes musulmanes podrían ser terroristas que trabajan de forma muy encubierta.
Así que los gobiernos de todo el mundo se están haciendo cargo, como hicieron cuando los periodistas sirios huyeron de la guerra del país, y la mayoría de ellos encontró hogar en Europa. Muchos otros fueron a Turquía, que también se ha apresurado a brindar un salvavidas a los periodistas afganos. Uzbekistán también ha aceptado refugiados y se ha ofrecido como destino de corto plazo para periodistas del Times, indicó un editor sénior del Times.
Catar, que mantuvo vínculos con los talibanes y fue anfitrión de las conversaciones de paz, ha desempeñado un papel crucial. Su embajador en Kabul ha liderado convoyes hasta conducirlos a la seguridad y la primera ola de evacuados —entre ellos los periodistas– acamparon en Doha. Los soldados británicos también han tenido un papel en la evacuación de periodistas, reportó el Journal.
La ayuda de México para rescatar a los aliados de EE. UU. contradice la imagen que el país tiene habitualmente en la divisiva política migratoria, pero Ebrard no quiso extenderse en la ironía. “Tal vez la sociedad en Estados Unidos no está al tanto de la tradición mexicana en cuanto a los refugiados”, dijo con amabilidad.
El canciller añadió que no podía criticar la retirada estadounidense de Kabul. “No es fácil organizar la evacuación de miles de personas en un breve periodo de tiempo cuando te retiras de algún país”, dijo.
El gobierno mexicano ahora busca extender protecciones similares a otros periodistas y mujeres que están en peligro en Afganistán, añadió Ebrard.
“Estamos profundamente agradecidos por la ayuda y generosidad del gobierno de México” dijo en un correo electrónico A.G. Sulzberger, editor y presidente de The New York Times. “Su ayuda ha sido invaluable para poner a nuestros colegas afganos y sus familias fuera de peligro. Instamos a toda la comunidad internacional a seguir este ejemplo y a continuar trabajando en favor de los valientes periodistas afganos que aún están en riesgo”.
Sulzberger dijo que el apoyo no afectaría la cobertura del Times sobre México y lo describió como un asunto humanitario, observando que “todos los que nos han asistido comprenden que nuestra cobertura es total y completamente independiente”.
Ebrard es una gran figura en la política mexicana, un exjefe de gobierno de la Ciudad de México que a menudo es voceado como posible sucesor de López Obrador. También es conocido por tener un trato más cordial con la prensa que el presidente, que a menudo reprende a los medios de comunicación (entre ellos el Times) durante sus prolongadas conferencias mañaneras. Pero el canciller dijo que no esperaba ningún favor de las redacciones a las que México había asistido.
“Creo que esos periódicos tienen posturas diferentes sobre el gobierno, muy críticas, y sospecho que esto no cambiará”, dijo.
El gobierno de México intenta frenar una ola de migrantes procedentes de Centroamérica, así que le pregunté cómo podría justificar el recibimiento a los afganos cuando presiona a los nicaragüenses para que se queden en casa. Ebrard dijo que las acciones del gobierno eran coherentes con el impulso de México “para dejar en claro la diferencia entre los migrantes económicos y las personas que buscan refugio y asilo”.
Ebrard comentó que no anticipaba muchas críticas en su país por la rapidez con que se aceptó a los afganos. “El pueblo de México tiene mucha simpatía ahora hacia los refugiados de Afganistán”, dijo. E indicó que el miércoles estaría en el aeropuerto para encontrarse personalmente con los recién llegados y decirles: “Bienvenidos a México”.