El reciente fallecimiento del último presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorvachov, ha sido mencionado en primera página por todos los Medios Masivos de Desinformación (MMdeD), como un héroe mundial y un acontecimiento luctuoso para la paz internacional.
Las razones para ello han sido dadas por los numerosos líderes de la Unión Euroatlántica preferentemente: Suecia, Italia, Alemania, Gran Bretaña, representantes del Banco Mundial, del FMI, OTAN, incluido USA, entre otros, destacándolo como un campeón de la paz: “Gorbachov impulsó la Perestroika y terminó la Guerra Fría sin derramamiento de sangre, pero no evitó el colapso de la URSS” (1).
Junto a ello explican que defendió el control armamentístico e implantó reformas orientadas hacia la democracia en los años 80 cuya dimisión del puesto de presidente de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), el 25 de diciembre de 1991, marcó el fin del imperio soviético. La Unión Soviética dejó de existir el mismo día y disuelta formalmente el 26 de diciembre por orden del Soviet Supremo.
Se enaltece que forjó alianzas con potencias occidentales para eliminar la Cortina de Hierro que había dividido a Europa desde la Segunda Guerra Mundial y, ante las protestas a favor de la democracia que se extendieron por las naciones del bloque soviético de la Europa oriental comunista en 1989, fue pacífico a diferencia de los líderes anteriores del Kremlin que habían enviado tanques para aplastar los levantamientos en Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968. El retiro de las fuerzas en Afganistán es visto como una derrota del ejército soviético, aunque en paz.
Establecen que propuso revitalizar el sistema introduciendo libertades políticas y económicas limitadas, pero sus reformas se salieron de control a través de su política de ‘glasnost’ o libertad de expresión, lo que permitió críticas antes impensables al partido y al estado, pero también animó a los nacionalistas que comenzaron a presionar por la independencia en las repúblicas bálticas de Letonia, Lituania, Estonia y otros lugares.
La Perestroika (Reconstrucción) o reforma del sistema social para reorganizar y modernizar la esfera económica y política del primer Estado socialista de la historia, que llevó a lo que es hoy Rusia, sigue siendo su gran legado político en la que “el pueblo ganó libertad” y se puso fin a “un sistema totalitario”. En 1990, le otorgaron el Premio Nobel de la Paz por ayudar a poner fin a la Guerra Fría.
Los hechos que se ocultan al mundo
Otra parte de la historia ha permanecido sospechosamente encubierta, pues hay tres hechos determinantes que no se mencionan.
Primero, la “Guerra fría” no acabó, sino que fue ganada por la Corporatocracia o élites del poder internacional que suscribieron la promesa de no extender la OTAN hacia el este, es decir, a la ex república socialista, realizando exactamente lo contrario y creando la rusofobia que hoy día ha llegado al límite de controlar el libre tránsito del pueblo ruso en la Unión Europea, como símbolo de la antidemocracia en su mayor expresión.
Segundo, muchas naciones deseaban seguir en la Unión Soviética, aunque la infiltración angloestadounidense fue tan fuerte que impidió la expresión popular estableciendo gobiernos profundamente represivos que condenaron todo lo que significara socialismo o progresismo. El mundo sometido a las reglas de Occidente fue impuesto agresivamente.
Tercero, prueba de lo anterior es el último país en ser violentado para atacar a Rusia, Ucrania, neutralidad rota a través de un golpe de estado propiciado desde el Pentágono (2014), con el fin de destruir definitivamente al país eslavo.
Al respecto, es importante señalar al analista internacional Jesús Martínez Betancurt quien sostiene: “Para occidente Gorbachov es su héroe, pero en casa es un paria. Occidente se alegra porque al tumbar la Unión Soviética, el capitalismo, con los EE.UU. a la cabeza se levantó como Ave Fénix para volver a la hegemonía del pensamiento único, autoritario e imperial. Amén de que entró con virulencia a apropiarse de la economía de 15 repúblicas que conformaban la extinta URSS, de 7 países más del bloque socialista e impuso sus dominios en el apetecido Oriente Medio. Internamente, al imponer Gorbachov su perestroika (reestructuración), colapsó la Unión Soviética, se desordenó y volvió la lucha de clases. La URSS fue un factor de equilibrio de la geopolítica mundial y su ejemplo de igualdad social y económica sirvió para que muchos países copiaran su modelo para que se creara el sistema socialista mundial y de países no alineados, modelos que garantizaban trabajo, salud, educación, servicios públicos, vivienda y recreación gratis, que hoy se lamentan no tener muchos habitantes pobres de esos países.
Pudieron más los intereses capitalistas de occidente y las mezquindades de una dirigencia corrupta que se aprovechó de las debilidades del modelo soviético. La unipolaridad capitalista del mundo globalizada no ha resuelto los problemas de la humanidad que cada día avanza más por el despeñadero de su fin, especialmente en lo ambiental.” (2).
Cabe destacar que el líder de la Revolución Islámica de Irán, el Imam Jomeini (q.e.p.d.), dirigió una carta profunda a Gorvachov donde predecía la destrucción de la URSS si se confiaba en el Occidente y el neocapitalismo, aconsejando la formación espiritual del pueblo ruso (3). Asimismo, la reciente reflexión sobre la catástrofe producto de una larga serie de factores funestos: “Pues algo así sucedió con el derrumbe de la URSS a principios de los 90: tensiones étnicas larvadas, luchas de poder, decisiones económicas desafortunadas y un líder deseoso de ganarse el beneplácito de Occidente. Todo ello hizo falta para que se consumara un sismo geopolítico cuya interpretación sigue generando controversia y cuyas réplicas siguen notándose hoy en día.” (4)
Por ello, no es imprescindible tomar una posición prevenida sobre la figura de Gorvachov porque la historia es la que evalúa su verdadera contribución a la paz internacional. Lo fundamental es que, pese a la disolución de la URSS, al dominio hegemónico de las elites militaristas y financieras en gran parte del mundo, la Operación Militar Especial en Ucrania ha posibilitado que más del 80% del mundo no esté acorde con las sanciones a Rusia dejando cada vez más sólo al autodenominado Occidente.
Así, el mundo multipolar es el gran futuro de la humanidad y se impondrá pese a la agresión, chantaje, asesinato, sanciones ilegales, de sectores que atentan contra la verdadera libertad y democracia política que postulan las naciones soberanas.