La economía, con la inflación y la pobreza disparadas, centrará el primer debate para las elecciones presidenciales del 22 de octubre
La economía ha sido la estrella de la campaña electoral argentina y repite protagonismo en el primer debate presidencial que se celebra este domingo. Sin embargo, el escándalo protagonizado por un alto cargo provincial kirchnerista en las últimas horas ha sido utilizado ya contra el candidato oficialista, Sergio Massa, en el arranque de la pelea frente a las cámaras. Los cinco candidatos a reemplazar a Alberto Fernández se prepararon durante días para defender sus propuestas y atacar los puntos débiles de sus rivales. Massa, ministro de Economía y candidato del peronismo gobernante, sabe que es un blanco fácil por una gestión con malos números: la inflación se ha disparado hasta el 124,4% interanual, la pobreza ha superado el 40% y el crecimiento se ha detenido. Buscan derribarlo tanto el economista ultra Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza (LLA), partidario de serruchar el gasto estatal, como la conservadora Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio (JxC), que enarbola la bandera de terminar con el kirchnerismo y necesita recuperar terreno si quiere llegar a una hipotética segunda vuelta.
Milei, inesperado ganador de las primarias de agosto, tiene el viento a favor. Primero en las encuestas de cara a las generales del 22 de octubre, el candidato antisistema es el que menos debería arriesgar, pero es también el más imprevisible. Durante semanas sobrevoló la duda sobre su participación y se especulaba con la posibilidad de que se ausentase pese al carácter obligatorio del debate. Al final compareció.
Licenciado en Economía y con una significativa trayectoria profesional en este campo, Milei es el candidato con más conocimiento teórico sobre la principal preocupación de los argentinos: la situación económica del país. Es también quien ha puesto más propuestas sobre la mesa y con ellas ha marcado la agenda de la campaña electoral. Planea eliminar ministerios como el de Salud, Educación, Ciencia, Trabajo y Mujeres; dolarizar la economía; eliminar el banco central; reducir el gasto público más allá de lo que exige el Fondo Monetario Internacional, e introducir un sistema de vouchers para las escuelas públicas, entre otras iniciativas. Son propuestas polémicas contra las que seguro cargarán sus contrincantes. Le echarán también en cara otras que defendió antes de retractarse, como la libre portación de armas y la venta de órganos.
A Milei le falta, por el contrario, experiencia en la gestión pública. Para llegar al gran público ha simplificado su discurso y evita caer en tecnicismos incomprensibles para la mayoría. No está tan claro, sin embargo, si le beneficia o le perjudica su estilo iracundo. Los gritos e insultos proferidos por el candidato de LLA repelen a algunos votantes, pero para otros representa el enojo que sienten ante la generalizada pérdida de poder adquisitivo y ven con buenos ojos su promesa de sacar a patadas a una “casta política parasitaria, chorra [ladrona] e inútil”.
El candidato ultra parte con otra ventaja frente a sus competidores: su dominio en la campaña digital. Milei cuenta con un ejército de jóvenes en las redes sociales dispuestos a editar los mejores momentos de su intervención para hacerlo quedar como el vencedor pase lo que pase, como ya hicieron días atrás con la participación del candidato de LLA a la alcaldía de Buenos Aires, Ramiro Marra. “Cuando se analizan las interacciones de la comunidad digital de Milei se ve una conversación real, no son bots. Hay bots, sí, pero no son mayoría”, dicen desde la consultora Betta Lab, especializada en análisis de datos.
Las encuestas dan como segundo a Massa, el candidato a presidente por la alianza oficialista Unión por la Patria, y Bullrich intenta confrontar con él ante las cámaras para arrebatarle ese lugar. Argentina celebrará una segunda vuelta el 19 de noviembre si ninguno de los candidatos gana en octubre por más del 45% de los votos o el 40% con una ventaja de 10 puntos sobre el segundo.
A diferencia de sus rivales, Massa tiene experiencia en los debates electorales. Participó en 2015, cuando compitió por la Presidencia alejado del aparato peronista. El entonces candidato del Frente Renovador quedó en el tercer lugar, por detrás del oficialista Daniel Scioli y del conservador Mauricio Macri. Ahora, al frente de la oficialista Unión por la Patria, Massa busca presentarse como defensor de los trabajadores —el dato de desempleo, del 6,2%, es de los pocos indicadores económicos positivos— y convencer al electorado de que la salida de la crisis es con más crecimiento económico y no con ajustes.
Un yate de lujo
En las últimas horas, un escándalo protagonizado por el jefe de Gabinete de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, complica aún más a Massa. Insaurralde renunció en la noche del sábado después de que una modelo publicase fotografías con él en un lujoso yate frente a las costas de Marbella, en el sur de España. Las vacaciones de Insaurralde en la recta final de la campaña, conocidas en la misma semana en la que la pobreza rompió la barrera del 40% en Argentina, generaron un torrente de críticas desde todos los sectores políticos. La oposición usará el escándalo como una nueva herramienta contra Massa y tras ella irán los casos de corrupción que se acumulan en las filas peronistas, en especial la condena a seis años contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por defraudación al Estado.
Consciente de su debilidad, Massa necesita golpes de efecto que oculten su fracaso en materia de política económica. Su entorno ha hecho correr el rumor de que anunciará el nombre de su ministro de Economía y quizás también el del titular del banco central.
Bullrich es la tercera gran candidata. A diferencia de Milei y Massa, la economía es un terreno resbaladizo para ella y le puede jugar una mala pasada en el debate presidencial. Durante la campaña, la postulante de JxC ha delegado la defensa de sus propuestas en el expresidente del banco central, Carlos Melconian, que ocuparía el Palacio de Hacienda si ella llegase a la Casa Rosada. En la discusión política del domingo, sin embargo, no contará con su ayuda y se prevé que se centre en atacar con dureza al candidato peronista por el deterioro de la economía desde que asumió como ministro, hace poco más de un año. El escándalo protagonizado por Insaurralde le brinda un comodín que no dudará en utilizar.
Completan el panel el peronista disidente Juan Schiaretti, gobernador saliente de la céntrica provincia de Córdoba, y la diputada y candidata por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, Myriam Bregman.