Defensoras de los derechos de la mujer se unieron el sábado en marchas repartidas en todo Estados Unidos para protestar contra los recientes esfuerzos por restringir el acceso al aborto, incluida una nueva ley de Texas que prohíbe esa practica después de las seis semanas de embarazo.
Este sábado, ciudadanos de todo Estados Unidos se unieron bajo la bandera por el derecho al aborto. En el marco de una nueva “Marcha de las Mujeres”, más de 600 manifestaciones estaban previstas en todo el país para contrarrestar los recientes esfuerzos conservadores por restringir el acceso al aborto.
Esta lucha se intensificó desde que el estado de Texas aprobó hace un mes una ley que prohíbe casi todos los abortos. “Muchas de nosotras crecimos con la idea de que el aborto sería legal y accesible para todas y ver que eso corre un riesgo muy real ha sido un momento de despertar”, dijo Rachel O’Leary Carmona, directora ejecutiva de la “Marcha de las Mujeres”.
En una decisión de 5-4 la Corte Suprema denegó el 2 de septiembre una petición de los proveedores de servicios de aborto y salud de la mujer que buscaba bloquear la aplicación de la ley del aborto en Texas. La normativa, una de las más estrictas sobre el aborto en toda la nación norteamericana, había entrado en funcionamiento un día antes.
El acto principal de la marcha se celebró en la capital del país, Washington, donde miles de personas marcharon hacia la Corte Suprema, que hace casi 50 años reconoció el derecho de las mujeres a abortar en su histórica sentencia Roe contra Wade. Sin embargo, ahora el alto tribunal, con una mayoría conservadora de seis magistrados de nueve, ha virado hacia una política mucho más restrictiva sobre la interrupción del embarazo.
La manifestante Suzanne Summit llevaba una pancarta en referencia a la histórica fecha: “Entérate, no estamos en 1972. Y no vamos a volver atrás”. Ella tenía 28 años cuando el aborto se legalizó en Estados Unidos y recuerda los tiempos en los que las mujeres con recursos económicos viajaban a Europa para acceder a ese procedimiento, mientras que las menos pudientes acudían a “clínicas en callejones”: “Yo no tuve que acudir al aborto, pero tengo amigas que sí, con médicos que eran más bien carniceros. Y me da miedo que vuelva todo eso, con mujeres que tienen recursos y que pueden abortar, mientras aquellas que son pobres o están atrapadas en estados conservadores no pueden”, sentenció.
Una advertencia que comparte Sam Blakely, que puso fin a un embarazo en 2017 tras sobrevivir a una violación. Ahora sería mucho más difícil para ella abortar por una ley que aprobó hace dos años el estado de Alabama -donde vive- que prácticamente prohíbe ese procedimiento.
“Todas estas leyes que están aprobando afectan de manera desproporcional a las mujeres de color, que tienen menos ingresos y que tradicionalmente han estado oprimidas”. Según datos del centro de estudios Guttmacher, la mayoría de las mujeres que intentan interrumpir voluntariamente su embarazo cada año en Estados Unidos son pobres y pertenecen a minorías raciales.
En concreto, si se aboliera “Roe contra Wade”, cada territorio del país sería libre de prohibir o permitir el aborto a su antojo y eso afectaría a unas 36 millones de mujeres en edad reproductiva que viven en Estados conservadores, de acuerdo a un reciente informe de Planned Parenthood.
Para el caso de Texas, en el mes transcurrido desde la promulgación de la ley, cientos de mujeres se han desplazado a otros Estados para abortar. Por eso el Estado es un punto álgido en la batalla nacional sobre ese derecho.
Una multitud de más de 1.000 manifestantes se reunió así frente al edificio donde los legisladores aprobaron a principios de este año una medida que prohíbe los abortos después de unas seis semanas, que el gobernador Greg Abbott firmó posteriormente. “Aborta Abbott” aparecía de hecho en varias de las pancartas y camisetas de los manifestantes.
La llamada ley de “latidos del corazón” del Estado, que entró en vigor el 1 de septiembre, prohíbe el aborto después de que se detecte actividad cardíaca en el embrión, normalmente alrededor de las seis semanas. Eso a pesar de que la mayoría de las mujeres no sepan a esa fecha que están embarazadas, y antes de que se realicen entre el 85% y el 90% de los abortos, según los expertos.
Texas recompensa con al menos 10.000 dólares a cualquier ciudadano si consigue demandar a alguien que ayude a practicar un aborto ilegal.
Una marea conservadora que siguió a la Presidencia Trump
Esa escalada conservadora ganó fuerza con el nombramiento por parte del expresidente Donald Trump de tres jueces conservadores para el Tribunal Supremo.
A partir de ahí, los cargos electos conservadores locales de todo el país se embarcaron en una ofensiva antiabortista. Así, en lo que va de año, 19 estados han aprobado 63 leyes que restringen el acceso al aborto.
De hecho, la protesta de este sábado se produjo en el marco de la “Marcha de las Mujeres”, que se ha celebrado de manera anual desde la investidura en 2017 de Donald Trump. Su sucesor, Joe Biden, se comprometió a defender ese derecho y desafió en los tribunales la ley de Texas.