El apoyo occidental a Moldavia está creciendo a medida que el país rechaza la injerencia política rusa. A pesar de ser pequeño, el vecino de Ucrania tiene una importancia estratégica en la guerra.
Fue un gesto notable de Joe Biden. El presidente estadounidense pidió a su homóloga moldava Maia Sandu que asistiera a una reunión con representantes de los nueve miembros de Europa central y sudoriental de la OTAN en Varsovia el 21 de febrero, a pesar de que su país aún no aspira a ser miembro.
“Estoy orgulloso de estar con usted y el pueblo moldavo amante de la libertad”, dijo en un discurso dirigiéndose directamente a Sandu. “Denle una ronda de aplausos”, pidió.
Las acciones del mandatario subrayan una situación grave. Enclavada entre Ucrania y el noroeste de Rumania, Moldavia ha temido por mucho tiempo la agresión rusa y últimamente las amenazas militares de Moscú han adquirido un tono cada vez más beligerante.
A principios de semana, el presidente ruso Vladimir Putin anuló un decreto de 2012 en el que el Kremlin garantizaba la soberanía de Moldavia. Poco antes de eso, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski había advertido que Rusia estaba tratando de expulsar a los líderes proeuropeos de Moldavia. Moscú respondió el 23 de febrero que era Ucrania la que estaba planeando una intervención militar en Moldavia.
¿De qué se trata todo este ruido de sables? ¿Por qué la pequeña Moldavia, con una población de solo 3,5 millones de personas, se ha convertido en un tema de creciente interés a medida que continúa la guerra al lado?
La importancia estratégica de Transnistria
Moldavia fue el primer país después del colapso de la Unión Soviética en el que Rusia apoyó a los separatistas, lo que provocó una guerra sangrienta que duró varios meses en 1992. El resultado fue un conflicto congelado, con fuerzas pro-Moscú gobernando Transnistria, una estrecha franja de tierra en el este de Moldavia que ha sido hogar de muchos rusoparlantes por más de tres décadas.
Unos 2.000 soldados rusos siguen estacionados allí, a pesar de que Moscú garantizó la retirada de sus tropas de la zona en 1999. El depósito de armas más grande de Europa, que contiene unas 20.000 toneladas de municiones y equipo militar, también se encuentra cerca del pueblo de Cobasna, en Transnistria.
Desde que Rusia invadió Ucrania hace un año, Transnistria se ha vuelto estratégicamente más importante que nunca. Rusia no solo podría abrir un frente occidental en Ucrania desde allí, sino que también podría fomentar el caos interno en Moldavia y crear una crisis en la frontera exterior sureste de la OTAN.
¿El fin de la neutralidad?
Sandu y su gobierno proeuropeo adoptaron una postura cautelosa de solidaridad con Ucrania después de que comenzara la guerra, con miras a evitar una confrontación con Moscú. Pero el país candidato a la UE ha buscado lazos más estrechos con Occidente desde el otoño, cuando Moscú siguió cortando el suministro de gas a Moldavia y apoyó los partidos de la oposición en sus intentos de desestabilizar la situación política interna.
Por lo tanto, Moldavia ha comenzado a obtener su suministro de energía de países distintos a Rusia a un ritmo acelerado. Ahora también hay una discusión abierta sobre cambiar su estado de neutralidad, que está consagrado en la Constitución. También está sobre la mesa una actualización del ejército moldavo prácticamente desarmado, que recibió sus primeros vehículos blindados Piranha de Alemania hace unas semanas.
En la actualidad, el país difícilmente podría defenderse incluso contra los separatistas en Transnistria, que probablemente tienen decenas de tanques de batalla y otro equipo militar pesado, junto con las grandes existencias de municiones.
Por lo tanto, Ucrania se ha ofrecido a brindar asistencia militar si Moscú y los separatistas provocan un conflicto. Pero cualquier sugerencia de que Ucrania está planeando una intervención militar en Moldavia es absurda y en el mejor de los casos un pretexto para que el Kremlin justifique su beligerancia. (dzc/rrr)