Rusia señala a Ucrania como responsable del atentado y Kiev niega cualquier vínculo con el suceso
La bomba en la periferia de Moscú que este sábado por la noche segó la vida de Daria Dugina, hija del ideólogo ultranacionalista Alexánder Dugin, ha conmocionado a Rusia. La mujer, nacida en 1992 en la era postsoviética, también era politóloga y seguía los pasos de su padre, referente entre las facciones más radicales que susurran en el Kremlin que Ucrania debe ser destruida y anexionada. Por ello, la imagen del filósofo con las manos sobre la cabeza ante el vehículo en llamas ya forma parte de las estampas simbólicas que deja una guerra que cumple seis meses. “Lo que no me mata, matará a otro”, había escrito Dugin en sus redes sociales el 20 de agosto de 2021, justo un año antes de perder a su hija. Una interpretación de Nietzsche que resumía su filosofía extremista para Rusia y el mundo: la ley del más fuerte.
El filósofo, de 60 años, ha sido durante años uno de los grandes ideólogos del imperialismo ruso. “Pienso que hay que matar, y matar y matar a los ucranios. No hay nada más que decir. Como profesor, así lo creo”, dijo Dugin en una videoconferencia en 2014, el año que Rusia anexionó Crimea y comenzó la guerra en Donbás. El atentado, cuya autoría no ha sido aún establecida, ha servido de acicate para avivar en la propaganda rusa las sospechas contra los ciudadanos ucranios.
Todavía se desconoce quién era el objetivo del atentado. Dugina regresaba a Moscú tras haber presenciado una intervención de su padre en el festival Tradición, celebrado en el pueblo de Sajárovo, al suroeste de la capital. Uno de los músicos que participaron en el evento, el violinista Piotr Lúndstrem, aseguró en su canal de Telegram que el ideólogo y su hija iban a montar en el mismo vehículo, pero Dugin cambió de idea en el último momento. “¿A quién iban a matar? ¿A ella? ¿O se equivocaron de automóvil? ¿Dónde le pusieron la bomba? Una tragedia monstruosa”, escribió Lúndstrem al hacerse varias de las muchas preguntas que ha dejado en el aire el suceso.
El Comité de Investigación confirmó a través de un comunicado que fue un atentado “premeditado y hecho a medida”. “Ha quedado establecido que fue colocado un artefacto explosivo en la parte inferior del automóvil, en el lado del conductor. Daria Dugina murió en el acto”, agregó el organismo, que ejerce las funciones de fiscalía. El Toyota Land Cruiser quedó convertido en una bola de fuego cerca de la localidad de Bolshie Viaziomy, a unos 40 kilómetros de Moscú, alrededor de las 21.00 de la noche (las 20.00 en la España peninsular).
“Esperamos los resultados de la investigación”, escribió en su canal de Telegram la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, aunque no tuvo reparos en insinuar que Kiev era la autora del atentado. “Si se confirma el rastro ucranio, y esta versión fue expuesta por el jefe de la República Popular de Donetsk, Denís Pushilin, aunque debe ser confirmada por las autoridades competentes, entonces se debería hablar de la política de terrorismo estatal implementada por el régimen de Kiev”, afirmó Zajárova.
Kiev negó las acusaciones en el acto. “Ucrania no tiene absolutamente nada que ver con esto porque no somos un Estado terrorista o criminal como Rusia”, aseveró Mijailo Podoliak, el principal asesor del presidente Volodímir Zelenski.
Algunos reconocidos expertos sobre Rusia, como Mark Galeotti y Serguéi Radchenko, han advertido en sus cuentas en las redes sociales de que todavía no hay ningún indicio y es pronto para saber quién organizó el atentado. Además de las insinuaciones vertidas contra Kiev, algunos analistas especulan con que podría haber sido motivado por un choque interno debido a que el ultranacionalismo ruso ha llegado a suponer un quebradero de cabeza para el Kremlin estos meses por sus críticas a su gestión de la guerra. En una de sus últimas publicaciones, el propio Dugin exigió “cambios estructurales e ideológicos” en el Gobierno y denunció, a raíz de los ataques de Crimea, que se está dirigiendo la ofensiva desde “un régimen de máxima comodidad”.
En cualquier caso, el centro de análisis R.Politik, fundando por la analista Tatiana Stanóvaya, subraya que el asesinato de Dugina, que trabajaba para una empresa de Yevgeni Prigozhin, conocido como “el chef de Putin”, tendrá “consecuencias políticas muy serias” porque el sector conservador, al que han tocado a una de los suyos, “exigirá un liderazgo más radicalizado de lo que puede ofrecer el mandatario”.
La superación del fascismo y el liberalismo
Dugin, fundador en los años noventa del Partido Nacional-Bolchevique junto con el intelectual Eduard Limónov, acuñó dos ideas que calaron en cierto modo en el conservadurismo ruso: una es el eurasianismo, donde ve a su país como la Roma eterna y a las democracias liberales como Cartago. “Y Cartago debe ser destruida”, es el lema de su portal en el que emula a Catón.
La otra idea de Dugin es la llamada “cuarta teoría política”, una superación del liberalismo, el fascismo y el socialismo en la que se recogería “lo bueno” de cada ideología. Uno de los puntos del pensador es articular el Estado en torno a la lengua y la religión, argumento con el que ha justificado emprender guerras en otros países como Ucrania.
Dugin ha sido uno de los principales defensores del proyecto irredentista de Novorrosiya (Nueva Rusia), la ocupación de gran parte de la zona oriental de Ucrania. Para su decepción, el Kremlin finalmente no se atrevió en 2014 a entrar con todo el ejército y solo ofreció ayuda financiera y militar indirecta a los separatistas que promovió, lo que llevó al statu quo de estos últimos años en el que los territorios controlados en las provincias de Donetsk y Lugansk —que forman la región de Donbás— quedaron en un limbo sin reconocimiento internacional. “Si Putin no manda las tropas será el fin de Rusia y al mismo tiempo el fin de Putin”, escribió en 2014 Dugin en internet.
Aquel fue su gran año de gloria con la incorporación de la península de Crimea y el inicio de la guerra en el este de Ucrania, espoleada por paramilitares cercanos a la camarilla más ultranacionalista del Kremlin, de la que era un faro ideológico. Entre ellos, el empresario Konstatín Maloféyev, dueño de la cadena de televisión ultraortodoxa y medio digital Tsargrad (Constantinopla, en lenguas eslavas), y al que Occidente y círculos nacionalistas rusos señalan como uno de los patrocinadores de la irrupción de paramilitares en Donetsk hace ocho años para promover una irrupción armada.
“Los amigos de la familia no tienen dudas: este es un ataque terrorista cometido por los servicios de inteligencia occidentales mediante saboteadores ucranios”, ha asegurado el medio ultranacionalista de Maloféyev. Tsargard llegó incluso este domingo a promover una caza de brujas contra los ucranios. “Todo ‘transucraniano’ debe ser considerado un terrorista potencial. Y no más “acuerdos de caballeros” con las figuras públicas”, escribió el periodista Volodímir Kuznetsov.
El atentado ha conmocionado a la élite política y al nacionalismo ruso. “El hecho de que se asestara un golpe contra Alexander Dugin sugiere que nuestros enemigos temen el componente espiritual de nuestra lucha. Esta lucha es lo más importante”, afirmó Andréi Klishas, jefe del Comité del Consejo de la Federación sobre Legislación Constitucional y Construcción del Estado.
Dugin entró en las listas de sanciones occidentales en 2014. Su hija, politóloga fiel a sus ideas, fue añadida a la lista negra este año. Uno de sus últimos ensayos fue presentado esta semana en el foro militar Armiya-2022 (Ejército-2022, en ruso), en el que aseguraba que la matanza de Bucha, en marzo en la periferia de Kiev, fue escenificada por Occidente para introducir en el imaginario colectivo “los crímenes sangrientos de los rusos”, según subrayó entre comillas. “”Expertos en lingüística señalan el parecido entre Bucha y butcher (carnicero, en inglés)”, era uno de sus argumentos.