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Muere Piedad Córdoba, la política que encarnó la izquierda liberal y la apuesta por la paz de Colombia

La congresista del Pacto Histórico falleció este sábado en Medellín, días antes de cumplir 69 años, por causa de un infarto. Conocida por su lucha para lograr una salida negociada al conflicto armado, fue siempre una figura controvertida

EMMA JARAMILLO BERNAT

La política colombiana perdió este sábado una de sus figuras más representativas. Piedad Córdoba, una mujer afrocolombiana que desde el Congreso fue protagonista de los hechos más importantes de las últimas tres décadas, fue encontrada sin vida por sus escoltas. Cuando fue ingresada a la clínica Los Conquistadores, en Medellín, su ciudad natal, ya había muerto por un infarto. Conocida por su lucha para lograr una salida negociada al conflicto armado con la entonces guerrilla de las FARC y por haber participado en las negociaciones con este grupo armado, que derivaron en la liberación de varios secuestrados, fue siempre una figura controvertida.

Su turbante, que exaltaba sus raíces afro, así como su forma directa al hablar, fueron dos de sus características más distintivas. Córdoba logró abrirse campo en Antioquia, uno de los departamentos más conservadores del país, y en un mundo dominado por hombres, en un Congreso con una representación femenina mucho menor a la actual, cuando apenas llega a un 30%. Defendía, además, que se buscara una salida negociada al conflicto, en unas décadas —los noventa y los dos mil— en las que esta idea era vista no solo como lejana, sino rechazada por gran parte de la opinión pública. Logró, sin embargo, como mediadora entre el Gobierno del expresidente Álvaro Uribe y la guerrilla de las FARC, la liberación de secuestrados que llevaban años en la selva. Por esta labor, en 2008 fue nominada al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, e incluso fue postulada como candidata al Premio Nobel de la Paz.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez (centro), habla con el representante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, Iván Márquez, derecha, y la senadora colombiana Piedad Córdoba, en Caracas, Venezuela, el 08 de noviembre de 2007.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez (centro), habla con el representante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, Iván Márquez, derecha, y la senadora colombiana Piedad Córdoba, en Caracas, Venezuela, el 08 de noviembre de 2007.GREGORIO MARRERO (AP)

El presidente Gustavo Petro fue uno de los primeros en reaccionar a su muerte. “Como congresista la conocí y como senadora murió. Una verdadera liberal ha muerto”, dijo el mandatario a través de un trino. Al momento de su fallecimiento, Piedad era senadora por el Pacto Histórico, el partido con el que Petro llegó a la presidencia. Pasó prácticamente la mitad de su vida en el Congreso, a donde primero llegó como representante a la Cámara por su departamento, en 1992, y donde luego fue senadora, hasta el 2010; no volvería sino hasta el 2022. La mayor parte de su carrera la hizo dentro del Partido Liberal. Venía de una familia que lideraba desde hace décadas una corriente de esta tendencia política en el Chocó, de donde descendía su línea paterna. Sin embargo, se fue distanciando de los toldos rojos por sus ideas progresistas y más cercanas a la izquierda, lo que la llevaría a fundar el movimiento Poder Ciudadano Siglo XXI, como una disidencia interna.

“Piedad Córdoba fue una mujer golpeada por un época y una sociedad. Luchó toda su vida madura por una sociedad más democrática. Su cuerpo y su mente no resistieron la presión de una sociedad anacrónica, que aplaudía los ajustamientos de jóvenes, que odiaba el diálogo y la paz, que odiaba a los negros, a los indígenas y a los pobres, que la trataba como una criminal. Un procurador fascista la expulsó del Senado y se burló de sus electores, quise resarcir el daño y ayudé a que hiciera parte de la lista del Pacto Histórico, sentí que lo merecía”, añade el trino de Petro.

El mandatario se refiere a uno de los episodios en los que fue frenada la carrera política de Córdoba. En 2010 fue destituida como senadora por la Procuraduría, en cabeza de Alejandro Ordóñez, quien también inhabilitó a Petro cuando era alcalde de Bogotá, decisión que luego fue revertida por una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Córdoba fue acusada de colaborar con las FARC e inhabilitada para ejercer cualquier cargo público por 18 años. Seis años después, el Consejo del Estado le retiró ambos impedimentos por falta de pruebas.

La relación entre el presidente y Córdoba, sin embargo, se había enfriado en los últimos años. Según ha dicho Petro, la había incluido como candidata de su partido, aunque varios procesos judiciales se amontonaban en su contra, porque consideraba que ella “había pagado un precio muy alto” por ser mediadora en los acuerdos humanitarios. Pero cuando días antes de la segunda vuelta electoral fue retenida en un aeropuerto de Honduras por transportar 68.000 dólares, él mismo le pidió que se marginara de la campaña.

El líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC, Raúl Reyes, durante una reunión con la senadora colombiana Piedad Córdoba, el viernes 14 de septiembre de 2007.
El líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC, Raúl Reyes, durante una reunión con la senadora colombiana Piedad Córdoba, el viernes 14 de septiembre de 2007.JORGE ENRIQUE BOTERO (ASSOCIATED PRESS)

Aunque no fue la primera mujer afrodescendiente en llegar al Congreso —ya lo había hecho Nasly Lozano en 1962—, sí cobró un protagonismo en la política nacional inédito para una mujer de raíces negras. “Una mujer que abrió las puertas de la política colombiana a las mujeres afrodescendientes y que luchó de manera incansable por la paz y la justicia social en nuestro país”, escribió Francia Márquez en sus redes sociales. Probablemente, sin la figura de Piedad hubiera sido difícil que emergiera una como la de la actual vicepresidenta.

Córdoba viajaba por Latinoamérica en su ánimo por buscar alianzas para adelantar procesos de paz con garantes extranjeros, y se hizo cercana a varios presidentes latinoamericanos de izquierda, especialmente a Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil, y a Hugo Chávez, en Venezuela. Esta última amistad fue la causante de las mayores críticas que recibió en Colombia, donde se le acusó de adelantar agendas políticas secretas a favor del chavismo y de la guerrilla. Nicolás Maduro expresó este sábado sus condolencias a su familia y a los colombianos. “Querida amiga Piedad cuántas batallas te tocó enfrentar y librar por tu Patria. Guerrera incansable y una de las mujeres más valientes que he conocido, una gran revolucionaria, luchadora, ferviente defensora de los Derechos Humanos y de la Paz del pueblo”, escribió en un trino.

Según narra el libro Alex Saab: la verdad sobre el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro, escrito por el periodista de investigación Gerardo Reyes, tanto Hugo Chávez como Nicolás Maduro veían a Piedad Córdoba como la próxima jefe del Estado colombiano. “Maduro –y Hugo Chávez cuando estaba vivo– querían que ella fuera presidenta de Colombia. Pero lo confirmaron, y ahí viene la parte esotérica, a través de un rito de santería en que la médium oficial de Simón Bolívar le dice a ella, en nombre del Libertador, que va a ser presidenta”, dice el texto, que también apunta a que fue Córdoba quien les presentó a los dirigentes venezolanos a Alex Saab, el empresario colombiano que se convertiría en el operador económico internacional del madurismo. Sin embargo, pese a que para las elecciones de 2010 su nombre figuró como posible precandidata del liberalismo a la presidencia, y aunque algunas encuestas la favorecían, Córdoba prefirió no inscribirse a las consultas de su partido.

Los difíciles tiempos recientes

Los últimos años no fueron fáciles para Piedad. En julio de 2022 se posesionó como senadora desde un hospital en Medellín, donde fue internada debido a una baja de presión; para ese momento, llevaba varios meses siendo ingresada por distintos problemas de salud. Al momento de asumir el cargo —el mismo presidente del Congreso, Roy Barreras, fue al hospital para que pudiera prestar juramento— y pese a que Petro la había distanciado, Córdoba dijo sentirse identificada con las ideas políticas del presidente y dispuesta a trabajar por las reformas del nuevo gobierno.

Vivió rodeada de escándalos. Su exasesor Andrés Vásquez había declarado ante la Fiscalía que Córdoba “habría capitalizado políticamente la entrega de secuestrados hasta el punto de conseguir que las liberaciones de Íngrid Betancourt y de los tres contratistas estadounidenses se retrasaran”, con el fin de darle el mérito de la liberación a Hugo Chávez. Luego de los cuestionamientos por los 68.00 dólares que no declaró, su hermano fue acusado de narcotráfico y extraditado en enero del año pasado a Estados Unidos. Ella alegaba que se trataba de una persecución. “Los avatares del destino y la sistemática persecución política en mi contra lograron socavar mi salud en el último tiempo, pero no han logrado quitarme ni la vida ni mis convicciones”, señalaba el comunicado que publicó tras su posesión. Pero mientras estuviera viva, decía, seguiría luchando: “Mientras respire seguiré firme en mis ideas por las que he luchado desde hace casi 50 años: la democracia y la paz”.

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