El expresidente ha puesto como condición para negociar apoyos en la Asamblea llevar a juicio político a la fiscal general. El mandatario electo, en minoría en el Congreso, deja claro que no lo apoyará
Nada había hecho romper el silencio del nuevo presidente de Ecuador, Daniel Noboa, desde el día de las elecciones. Ni la crisis energética que ha provocado cortes de electricidad de dos a cuatro horas diarias en todo el país y pérdidas millonarias en la economía. Ni los focos de violencia que se encienden en la Penitenciaría de Guayaquil. Ni el hueco fiscal que recibirá el Gobierno. En más de 15 días, no se le escuchó una opinión hasta que se hizo pública la intención de Rafael Correa de supeditar las negociaciones con otros grupos políticos en la Asamblea a llevar a juicio político a la fiscal general del Estado, Diana Salazar. “Hay algunos principios que son innegociables”, dijo el mandatario esta semana desde Estados Unidos, uno de los países donde se detuvo después de su gira por Europa. Allí dejó claro que no apoyará un juicio a la fiscal: “Debemos proteger a individuos como ella”.
Correa le respondió en la red social X: “No Daniel, así no”. “La democracia, la justicia y la moral no protegen individuos, sino principios, el debido proceso y la verdad. ¿Es tan difícil?”, añadió. Noboa no ha seguido el hilo de la discusión. La intención de la bancada de Revolución Ciudadana es sentar en el banquillo a la fiscal que llevó a Correa a un juicio donde fue sentenciado a ocho años de prisión por un caso de sobornos, en el que también perdió los derechos políticos. Correa considera que se trata de una persecución en su contra y en contra de sus funcionarios más cercanos.
La carta de destituir a la fiscal movió el avispero político en Ecuador, que permanecía en inercia post electoral y dejó ver los escenarios en los que Daniel Noboa gobernará los próximos 18 meses. El primer frente es el Legislativo, donde el presidente no tiene mayoría. La alianza PID – Mover, con la que participó en los comicios, consiguió solo 14 asambleístas. El peso de la Asamblea está en la bancada de la Revolución Ciudadana, de Correa, y el PSC, que aunque son de tendencias ideológicas distintas han gobernado juntas en la Asamblea. El frente opositor estará en manos de Construye, el partido con el que participó el candidato a la presidencia Fernando Villavicencio, quien fue asesinado en Quito antes de las votaciones, y que es la segunda fuerza en el Congreso.
“Noboa no la tendrá fácil para pasar algún proyecto de ley”, explica el analista político Santiago Basabe. “Hay mucha dispersión y atomización en la Asamblea, siempre la ha habido, pero en los últimos años las reglas partidistas están hechas para que así funcione”, añade. Con el poco tiempo que tendrá en Carondelet, para Basabe, el presidente debe “dedicarse a gobernar y a tensionar lo menos posible”.
Para varios problemas prioritarios del país no necesita a la Asamblea, como la seguridad ciudadana. “Lo que se necesita es decisión en el Ejecutivo y que los ministerios ejecuten los presupuestos y para eso necesitas de un ministro que esté dispuesto a hacerlo”, explica el analista. La Policía de Ecuador prevé que este año cerrará con una tasa de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes, la más alta de su historia, y ubicaría al país entre los más violentos del mundo.
A la lista de prioridades se añaden dotar de medicinas e insumos médicos a los hospitales, atender a la educación, y todos los temas sociales que la política y la inseguridad han dejado relegados. El otro frente que puede influir en el Gobierno de Noboa es la guerra entre otras funciones del Estado como el Consejo de Participación Ciudadana, que designa a las principales autoridades, la Fiscalía, el Consejo de la Judicatura, que administra la justicia, y la propia Corte de Justicia, que ha entrado en pugna con otras funciones.
“Quizás la principal amenaza del presidente puede nacer de sus propios errores -que ojalá no los cometa- más que de agentes externos”, dice Basabe, como no designar una vocería, “no habla él y tampoco tiene a nadie que hable por él”. La designación de su gabinete ya ha generado las primeras críticas. Noboa ha nombrado solo a nueve ministros de los 35 nombramientos que debe hacer para formar su gabinete, sin contar con otros funcionarios en empresas públicas y diplomáticos. El perfil es similar al de él, jóvenes menores de 40 años sin mayor experiencia en la política ni en la función pública. “Están haciendo ese trabajo de hormiga para designar a un gabinete y ese es el problema también cuando no tiene un partido de base, una estructura propia”, dice Ariana Tanca, politóloga.
“Me parece que vuelve a caer en el mismo problema de Guillermo Lasso al poner un gabinete de élites económicas, la gente en Ecuador ya no está acostumbrada a que sus ministros sean de élites, se acostumbró a ver a ministros de clase media, y yo veo ahí que hay otra otra debilidad del Gobierno”, añade Basabe.
En medio del terreno minado que significa gobernar en Ecuador, si Noboa quiere terminar su mandato y postular para un segundo periodo deberá consolidar su capital político en la gente, que lo respalde en las calles. Pero la estrategia del silencio que tiene hasta ahora puede jugarle en contra, cree Arianna Tanca, porque puede generar incertidumbre y “en política todos los espacios se ocupan”. “Si se instala esta narrativa de que no habla sobre lo que pasa en el país, se comienzan a elaborar mitos políticos de que no está preparado o no sabe qué hacer, a la larga le puede restar popularidad y que el lapso de la luna de miel se acabe más rápido”.
Mientras Noboa sortea los escenarios complejos que tiene por delante, la costurera del Palacio de Carondelet, Rosa Muñoz, ya le ha tomado las medidas para confeccionar la banda presidencial. Ahora solo resta coordinar una posesión que será atípica, por primera vez no se celebrará un 24 de mayo, sino, posiblemente, el 23 de noviembre