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Oliver Stone: “El Putin que yo conocí no es el loco, irresponsable y asesino que presentan hoy los medios”

El director de ‘JFK: caso abierto’ presenta en el BCN Film Fest su documental sobre el asesinato del presidente

Oliver Stone, retratado en Barcelona donde presenta en el BCN Film Fest ‘JFK: caso revisado’ANDREU DALMAU (EFE)

Genio y figura. Autocalificado de “viejo cineasta de izquierdas”, empeñado en llevar la contraria y polemizar, Oliver Stone, el cineasta de películas inolvidables como Platoon, Nacido el cuatro de julio o JFK: caso abierto, no ha dudado hoy en Barcelona, donde presenta su documental sobre el asesinato del presidente Kennedy, en salir en defensa de Vladímir Putin, con la que está cayendo. Preguntado por este diario sobre qué piensa del presidente ruso, al que realizó varias entrevistas entre 2015 y 2017 convertidas en una serie televisiva de cuatro horas, Stone (Nueva York, 75 años), ha contestado que “no lo puedes separar del Estado”. Y ha añadido: “Hace tres años que lo vi por última vez, pero el hombre que yo conocí no tenía nada que ver con el loco, irresponsable y asesino que presentan hoy los medios comparándolo a Hitler y Stalin. El Putin que conocí era racional, calmado, siempre actuando en el interés del pueblo ruso, un verdadero hijo de Rusia, un patriota, lo que no implica un nacionalista”.

Stone, cuyas The Putin Interviews han sido consideradas suaves con el entrevistado, ha descrito una Rusia “reducida y mutilada”, menoscabada en su extensión tras el colapso de la URSS y con mucha población rusa irredenta en otros territorios. El cineasta ha dicho que ha habido un plan a largo plazo de EE UU para situar un gobierno pro occidental y antirruso en Ucrania, “cuando Ucrania siempre había sido neutral, con gobiernos elegidos democráticamente”, y convertir al país en un útil antagonista de Rusia, “lo que se ha conseguido con Zelenski”. La idea en última instancia, ha sugerido, es desestabilizar Rusia, cambiar el régimen ruso, “sacar a Putin y poner otro Yeltsin”. Stone, que no ha dudado en recordar que hubo ucranianos que lucharon a favor de Hitler y asesinaron judíos y gitanos, ha descrito a EE UU como “un animal asesino, un perro de presa, que no se detendrá con Rusia y luego seguirá con otra civilización más antigua: China”. Ha deplorado que se haya trazado una línea maniquea entre los rusos como los malos y EE UU como los buenos”.

El cineasta, con el convencimiento del entrenador de Al Pacino en Un domingo cualquiera —luchando por el terreno pulgada a pulgada—, ha situado la acción de EE UU en un amplio contexto que arranca en el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, como si se tratara de un pecado original del que no se ha liberado, “un cáncer en el cuerpo del país”. De hecho, considera que su documental JFK: caso revisado, que llega (estreno español en el BCN Film Fest) cargado de nueva documentación desclasificada treinta años después de su famoso filme con Kevin Costner, no acaba de cerrar el asunto “porque el pueblo de EE UU sigue estando mal informado”. Y ha considerado: “Hay que continuar creando tensión”.

Para Stone, que ha señalado que su documental es necesariamente complicado -”me ha sorprendido que funcione tan bien, pensaba que estaba condenado al fracaso, pero aún hay mucho amor en EE UU por Kennedy”-, no hay duda de que hubo una conspiración, que Lee Harvey Oswald fue “un cabeza de turco”, y que la Comisión Warren, infiltrada por la CIA en la persona de Allen Dulles, cerró en falso la investigación. “Si Oswald hubiera comparecido ante un tribunal se hubiera visto que todo era una gran broma, no había evidencias, se había roto la cadena de custodia de las pruebas y estas habían sido manipuladas, e incluso tenemos que a la figura más importante de EE UU, al presidente, se le practicó una chapuza de autopsia, con tres aficionados a cargo”. Stone ha dicho que hasta “se sustituyó el cerebro del presidente muerto”, como si en vez de ante el magnicidio más famoso de la historia del país (con perdón de Lincoln) estuviéramos en El jovencito Frankenstein. Para Stone, es todo “una gran vergüenza”.

Se ha referido también a la célebre “bala loca” de imposible trayectoria y ha recalcado que sin duda hubo más disparos de los tres de rigor, “cuatro o cinco”, a cargo de diferentes tiradores desde distintos ángulos. Y que “Kennedy fue atrapado en un fuego cruzado”. Stone ha subrayado que en la historia hay un agujero tan tremendo como el que se abrió en la cabeza del presidente. Del cadáver, el documental ofrece imágenes inéditas que rozan lo gore, como una de JFK en la camilla con los ojos abiertos y una gran herida en el cuello, y otra en la que se observa el cuerpo desde detrás y se aprecian trozos de materia cerebral colgando. Jackie, por cierto, habría ido a coger un trozo de occipital de su marido al encaramarse en la parte trasera del coche durante el atentado.

Stone, al que solo le ha faltado en su intensidad esgrimir el rifle Mannlicher-Carcano, ha recalcado que Oswald no confesó nunca y buscaba desesperadamente, además de un abogado, que le escucharan. Que al parecer hubo otros dos intentos de cazar a Kennedy, en sendos desplazamientos a Chicago y Tampa, con equipos de tiradores apostados y otros dos chivos expiatorios preparados con perfiles casi idénticos a los de Oswald. Todo lo cual “huele a servicios de inteligencia y CIA”. Para Stone todo apunta a esas agencias, al sur que odiaba al presidente y al peligro que representaba con sus ideas. El cineasta no duda en situar a Kennedy en el lado pacífico que tiene EE UU y que se enfrenta como un Jekyll y un Hyde a su lado malo de agresor y perpetrador de guerras y golpes de estado. “Kennedy era más como Franklin D. Roosevelt”, ha dicho, y ha reflexionado que Kennedy quería salir de Vietnam, evitó la guerra con Cuba y quería limpiar la CIA, “de la que Truman dijo: ‘He creado la Gestapo americana, cometí un error”.

“Necesitamos más como Kennedy”, ha dicho, tras recordar el discurso por la paz del presidente que abre su documental y en el que JFK establece la idea de una “paz americana” que no se logra por la supremacía ni por las armas.

Sobre el CatalanGate -haciendo también amigos-, ha dicho que no conoce los detalles, pero que los Estados “tienen que tener servicios de Inteligencia, hace siglos que existen y no van a desaparecer, aunque no deben usarse para someter a otros países o en beneficio de los gobiernos”.

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