La tradicional ceremonia cantada comenzó la noche del sábado, con los buenos deseos del Cirilo a los fieles ortodoxos, y fue transmitida en la televisión rusa. Una procesión de clérigos vestidos de blanco recorrió la inmensa catedral —reconstruida en la era postsoviética y considerada por muchos como un símbolo del rechazo de Rusia a su pasado ateo— mientras agitaban incensarios humeantes y cantaban la liturgia.
La mayoría de las iglesias occidentales celebraron la Pascua el 31 de marzo, pero la iglesia ortodoxa rusa sigue un calendario distinto.
En su sermón de Pascua, el Cirilo pidió “la bendición de Dios sobre Rusia”, su pueblo y todos los países donde la iglesia está presente.
En un mensaje escrito, publicado la mañana del sábado en el sitio web de la iglesia, el Cirilo señaló que “la conciencia del amor de Dios… nos da fortaleza para superar los estados mentales más difíciles y las circunstancias más duras, nos eleva por encima del ajetreo de la vida diaria, nos ayuda a corregir errores pasados y destruye el abatimiento”.
Este año, el patriarca pareció evitar los pronunciamientos políticos, a diferencia de abril pasado, cuando lamentó “los graves acontecimientos que ocurren en nuestra tierra histórica rusa”, refiriéndose a las acciones militares de Moscú en Ucrania y reforzando la narrativa del Kremlin de que la condición de Estado de Ucrania es, esencialmente, ficticia.
La ceremonia, en la que participaron un coro de voces mixtas y feligreses de pie sosteniendo velas rojas, se extendería hasta bien entrado el domingo.
Putin fue visto entre los fieles, de pie junto al alcalde de Moscú Serguéi Sobyanin, mientras ambos participaban en las tradicionales felicitaciones de Pascua. Posteriormente, se vio al mandatario ruso intercambiando regalos festivos con el Cirilo.
La mañana del sábado, los rusos ortodoxos acudieron a las iglesias para que sus canastas de alimentos festivos, que incluyen huevos pintados a mano y los tradicionales pasteles de Pascua, fueran bendecidas por un sacerdote.
Putin se ha mostrado deseoso de aparecer como alguien que defiende los “valores tradicionales” que propugna la iglesia ortodoxa, frente a lo que ha calificado repetidamente como la influencia “degradante” de Occidente. El país se ha vuelto cada vez más conservador, con intentos de restringir el aborto y amplias prohibiciones al activismo LGBTQ+ y al proceso de transición de género, los cuales han contado con el apoyo de la iglesia.