De 61 años, mediana estatura y lentes gruesos, Petro desafía la larga tradición de gobiernos liberales y conservadores tras abandonar la lucha armada y firmar la paz en 1990.
Un ejército de guardaespaldas vigila a la multitud que corea su nombre. El exguerrillero Gustavo Petro, favorito en las encuestas para ganar la presidencia en Colombia, confía en que esta vez ni el “fantasma del asesinato político” ahuyentará el ascenso de la izquierda “progresista”.
De 61 años, mediana estatura y lentes gruesos, Petro desafía la larga tradición de gobiernos liberales y conservadores tras abandonar la lucha armada y firmar la paz en 1990.
Orador kilométrico y muy activo en redes sociales, denuncia en tarima la desigualdad y la pobreza, los estragos medioambientales y la violencia cíclica de más de medio siglo.
Luego de un discurso en Jamundí, Petro habló con la AFP en la vecina ciudad de Cali (suroeste).
El exalcalde de Bogotá aspira a ser elegido en primera vuelta de las presidenciales del 29 de mayo. Si lo logra, marcará un hito en un país dominado históricamente por la derecha.
Escoltado por una decena de vehículos blindados, policías en moto, una ambulancia y francotiradores, el candidato se considera sobreviviente de “una larga tradición de asesinato político” que solo en el siglo XX acabó con cinco aspirantes presidenciales.
Petro se desmarca de los gobiernos de Venezuela y Nicaragua y se alinea con el “progresismo” de Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil, y del recién elegido Gabriel Boric en Chile.
Sin embargo, asegura que retomará relaciones con Caracas -rotas desde el 2019- y abrirá la frontera para “llenar el vacío que hoy ocupan los grupos mafiosos”.
El exguerrillero del M-19 vuelve al ruedo luego de perder el balotaje del 2018 con el hoy presidente, Iván Duque.
A continuación algunas partes de la entrevista:
¿Por qué su candidatura es de ruptura?
Está a punto de ser derrotada la oligarquía colombiana, que básicamente es una élite política, económica, que ha excluido a la mayoría del país.
El hambre, a través de una política económica nefasta, ha cundido en Colombia. Los porcentajes de pobreza se han incrementado, la economía sigue siendo raquítica. Y todo ese ambiente de desilusión, de desencanto, con un proyecto muy autoritario, casi que fascista, del uribismo (fuerza en el poder) es el que ha generado las condiciones de un cambio político.
¿Teme que lo maten?
No deja de aparecer como un fogonazo, cuando me mezclo entre la multitud, cuando estoy en una tarima y hay una plaza llena, que en cualquier lugar podría alguien disparar pero trato de evitar pensar en eso. Ningún esquema de seguridad puede garantizar que no se elimine al candidato. En Colombia hay una larga tradición de asesinato político. Entonces la posibilidad está ahí. Espero que no suceda. Aspiramos a ganar en primera vuelta pero tanto el fantasma del fraude, como el fantasma de la muerte nos acompañan.
¿Cuál sería su posición frente a Venezuela, Nicaragua y Cuba?
Está apareciendo en América Latina un nuevo progresismo que tiene que ver con una diferencia fundamental y es no basar las economías en extracción de materias primas no renovables que le hacen daño a la humanidad y que ya no es sostenible para un proceso económico. Y afincar más los procesos de desarrollo sobre la base del conocimiento y de la producción.
Ese eje perfectamente puede quedar configurado con Lula, con Boric que ya se posiciona, y ojalá con mi nombre. Creo que jalonaría de otra manera las luchas sociales y el progresismo latinoamericano a lo que han hecho Daniel Ortega y (Nicolás) Maduro, que básicamente siguen afincando una idea retórica de izquierda sobre la base de la extracción de petróleo; sobre la base de tener una república bananera que encarcela a cualquier tipo de opositor.
¿Cuál sería su política frente a Estados Unidos?
Hay materias comunes que tratar. Una de esas es la solución de la crisis climática. Ahí hay una política común que tiene que ver con la selva amazónica que es uno de los grandes absorbentes de CO2, que tiene que ver con nuevas formas tecnológicas en la agricultura y en la industria. Tenemos que ver cómo de manera común en América logramos un salto hacia una economía descarbonizada, libre de petróleo.
¿Cuáles serían sus primeras decisiones como presidente?
Cesaría la firma de contratos de exploración (petrolera) en Colombia porque queremos iniciar la transición energética, la transición en la movilidad y los procesos de descarbonización de la economía.
Aquí el hambre está trayendo niveles mayores de inseguridad y creo conveniente establecer un programa de lucha contra el hambre inmediato, de urgencia y poder equilibrar de nuevo a la sociedad con su gran potencial agrario y productor de alimentos.
¿Y el narcotráfico
El glifosato ha sido un gran fracaso en Colombia. Además de envenenar nuestras tierras y nuestras aguas, el costo de fumigar una hectárea con glifosato es superior al costo de entregarle al campesino tierra fértil. Estas políticas son más eficaces con un aparato incluso de prevención, de atención al consumidor por parte del Estado.
También se podría establecer concomitantemente una política pacífica de desmantelamiento del narcotráfico a partir de sometimientos colectivos a la justicia que implicaría beneficios jurídicos a cambio de no repetición. Esta política obviamente se hace sobre la base que la cocaína es ilegal y yo creo que en el mundo seguirá siéndolo durante mi gobierno.