CC BY 2.0 / Congreso de la República del Perú / Analizarán hoy tratados Internacionales entre Japón y Perú
BUENOS AIRES (Sputnik) — Dos cuestiones hacen peligrar un hecho histórico para Perú o, por lo menos, para los peruanos que viven en el exterior: la pandemia de COVID-19 y la propia apatía de quienes este domingo tienen la oportunidad de elegir nuevos representantes.
Por primera vez en la historia, los 977.292 peruanos que viven en el exterior y están habilitados para votar podrán elegir a sus propios representantes para el Congreso legislativo en las elecciones nacionales: dos curules que se disputarán 75 candidatos en 214 locales de votación dispuestos en 78 países.
O no tanto, porque al cierre de esta edición, los comicios habían sido cancelados en Chile y Venezuela por decisión de los gobiernos locales, en pleno retroceso de las aperturas civiles por una nueva ola de contagios de COVID-19.
En paralelo, los comicios tienen otro obstáculo: la propia apatía de un electorado que ha vivido, desde lejos pero con vergüenza, los episodios de corrupción que ha protagonizado la clase dirigente de un país que procesó a seis presidentes en los últimos 30 años.
Esa apatía, que incluso en Perú alcanza a un 30% de la población según encuestas, también se reflejó en Chile, donde viven 180.000 peruanos, de los cuales un 80% mostró desinterés por las elecciones en su país.
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Son los datos de Manuel Hidalgo, un peruano de 70 años que llegó a Chile en 1971 y ahora es candidato a integrar la Convención Constitucional chilena por la lista Movimientos Sociales.
“Me plantearon la posibilidad de ser candidato (a congresista en Perú) pero no me entusiasmó, por entender que la crisis político institucional en el Perú es aun más grave que la que tenemos en Chile. Me refiero a que la fragmentación, no solo del cuerpo social sino también político en el Perú, es más extrema”, dijo a Sputnik.
Argentina pisa fuerte
Con Chile fuera de carrera, la colectividad peruana en Argentina se posiciona como principal candidata para ubicar a sus congresistas. Es el tercer país que más peruanos cobija en el mundo, con unos 150.000.
Carlos Arellano, uno de esos postulantes, lo sabe: “El candidato que saque la mayor cantidad de votos en Argentina va a ser el congresista de los peruanos en el exterior, o al menos uno”.
En caso de ganar, llevará al parlamento sus reclamos que, según cree, son los problemas generales que atraviesan los peruanos en Sudamérica.
“Hemos perdido la calidad de ser sujetos de crédito, porque no estamos en el sistema financiero del país. Nos sentimos peruanos de segunda categoría. No podemos siquiera acceder al bono de 37.000 soles (poco más de 10.000 dólares) para comprar la primera vivienda”, expresa el hombre de 61 años en diálogo con Sputnik.
Otros de los temas que componen su plataforma es la cobertura de salud para los peruanos que viven fuera y visitan el país, el efectivo funcionamiento de la Ley de Retorno para quienes volver a instalarse en Perú y abrir una industria y el reconocimiento de los títulos académicos conseguidos en el extranjero.
“Mi patria me vuelve a discriminar una y otra vez”, asegura Arellano, quien vive hace 28 años en Argentina y espera el apoyo de sus compatriotas.
Los PEX, una historia de remesas
El proceso de emigración peruano puede dividirse en cinco etapas y se da desde la década de 1910 hasta la actualidad.
Sin embargo, no siempre se dio por los mismos motivos: hasta la década de 1950, los y las peruanas dejaban su tierra por cuestiones de prestigio y en búsqueda de una educación europea para sus hijos.
En las dos fases siguientes (del 50 al 60, y del 60 al 80) las emigraciones continuaron dándose por motivos económico-laborales, incluso durante el proceso militar que interrumpió la democracia entre 1968 y 1975.
Recién a partir de 1980, la diáspora peruana tuvo motivos violentos con una profunda crisis económica y el surgimiento de Sendero Luminoso y otros grupos armados.
Un buen ejemplo de esa historia es Santiago Varela, un peruano de 43 años que trabaja en la comunicación de los comicios en Buenos Aires y que resume, en su hoja de vida y la de su familia, el perfil más repetido entre los PEX.
“Mi vieja fue una mujer pujante que salió prácticamente echada por el terrorismo, dejó a los pibes estudiando y mandaba guita desde Argentina. Trabajaba en casa de familia y juntaba los 200 dólares mensuales para la remesa. Recuerdo marcado cuando de niño llegaba el courier a casa y nos decía “esto les manda su mamá”, recuerda Santiago a esta agencia entre lágrimas.
Perú tuvo en las remesas una gran ayuda para su recuperación económica y siguen contándose por millones de dólares.
Los peruanos que viven en el extranjero enviaron 3.326 millones de dólares en 2019, un aumento del 3,13% en relación al año anterior y un nuevo récord histórico desde que se tiene registros. Y casi la totalidad de ese dinero, una vez en Perú, se traslada directamente al consumo.
La cifra, que fue similar en 2020, representa el 1,4% del producto bruto interno (PBI).
Santiago decidió dejar Perú e irse a Argentina en 2003, cuando el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) armó el Plan Patria Grande, un programa de regularización migratoria que hasta 2010 inscribió a 423.697 inmigrantes, 47.455 de ellos, peruanos.
“Llegué en colectivo a (la terminal de ómnibus) Retiro, trabajaba en el archivo de una escribanía muy bien posicionado y cuándo le dije a la notaria que me iba a la Argentina con mi madre pensó que estaba loco”, recordó.
Santiago no miró para atrás. Extrañaba a su madre Amelia, a sus tías y a la parte de la familia que vivía en Buenos Aires y que lo recibieron entre abrazos y lágrimas en la terminal en una tarde que el hombre relata como si fuese hoy.
“El peruano vuelve exitoso, cuando tiene un fracaso de por medio o por ahí no pudo lograr algo económicamente, no vuelve”, asegura Santiago. Esas penas volverán de alguna manera a Perú de la mano de dos nuevos representantes que, a pesar de la apatía de los PEX, cargan en su mochila los sueños y nostalgias de más de 1.500.000 compatriotas.