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Por qué se celebran en Arabia Saudí las negociaciones entre Rusia y Estados Unidos por el final de la guerra en Ucrania

Casi tres años después de que las tropas rusas invadiesen la región del Dombás, la guerra de Ucrania podría terminar en Riad: en la capital de Arabia Saudí, una lujosa ciudad dorada, símbolo del poder y la riqueza de la dinastía saudí, representantes de Estados Unidos y Rusia negocian desde hoy su idea de final para el conflicto en Ucrania, de forma bilateral y sin asiento, voz ni voto para Kiev ni Europa.

No es casualidad que las dos superpotencias hayan elegido Arabia para dirimir su visión sobre el futuro de Ucrania: desde hace algunos años, el reino saudí se esfuerza por ser escenario de negociaciones de paz y mediaciones entre estados como territorio neutral: ha acogido conversaciones del conflicto entre Israel y Palestina y ha mediado en otros conflictos internacionales y regionales. Pero Riad busca impulsar también su imagen como actor internacional en un mundo cada vez más multipolar que cambia a pasos agigantados.

Arabia Saudí se ha propuesto, desde hace algunos años, ganar presencia en el plano internacional: el reino árabe siempre ha sido un actor relevante en Oriente Medio y el mundo árabe a nivel político, económico y religioso, pero ahora busca ganar dimensión internacional impulsando sus relaciones internacionales y abriendo el país al turismo y a las inversiones extranjeras. También en el plano diplomático, ofreciéndose como interlocutor y mediador en diferentes conflictos.

Esta nueva visión se materializó con la llegada al poder de Mohamed bin Salmán en 2022: el heredero del rey Salmán bin Abdulaziz (retirado de la vida pública a sus 89 años) asumió el poder político del país y es, de facto, el líder del país. Bajo su mandato, se ha impulsado el plan “Visión 2030” para potenciar la economía y la presencia internacional saudí, materializada con inversiones saudíes en el extranjero, proyectos como la ciudad futurista NEOM o su papel como actor geopolítico.

Sin embargo, muchos no olvidan que, pese a sus esfuerzos por dar una nueva imagen a nivel internacional, Arabia Saudí cuenta con numerosas denuncias por violaciones de derechos humanos, que aluden a su falta de libertades públicas y políticas y a la represión sistemática a disidentes, activistas y algunas minorías.

En el marco de la guerra de Ucrania, Arabia Saudí se ha presentado como un mediador y se ha ofrecido a acoger las conversaciones con las que Rusia y Estados Unidos buscan pactar su plan para terminar el conflicto. Las relaciones entre Arabia Saudí y Rusia siempre han sido pragmáticas y cordiales y, por otro lado, el reino saudí siempre ha sido un aliado tradicional de EEUU en Oriente Medio.

De hecho, esta relación ha crecido durante la era Trump: durante su primer mandato, el magnate visitó Arabia Saudí en su primer viaje oficial, y el reino saudí se muestra moderadamente favorable a Israel: de la mano de EEUU, ambas naciones acercaron posturas, y Arabia apoyó los Acuerdos de Abraham entre Israel y los Emiratos Árabes, que reconoce desde entonces al estado hebreo. Aunque Riad no se unió formalmente a estos acuerdos, facilitó y apoyó tácitamente las negociaciones que fueron forma al acuerdo. EEUU y Arabia Saudí mantienen excelentes relaciones políticas, geopolíticas y, especialmente, económicas.

En ese sentido, la cumbre de Riad reúne a la trifecta de países dominantes en el mercado de los combustibles fósiles: se calcula que, entre los tres, controlan alrededor del 45% de la producción mundial de petróleo, por lo que su encuentro también despierta interés económico en un mundo en el que China se ha convertido en el gran rival energético.

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