La capital del país está en buena medida paralizada por los manifestantes, y el gobierno dice que ha perdido el control de una pequeña ciudad en la Amazonía a manos de manifestantes con armas, lanzas y explosivos.
José María León Cabrera y
QUITO — Durante más de una semana, Ecuador se ha visto sacudida por protestas, a veces violentas, por el aumento de los precios del combustible, los alimentos y otros artículos de primera necesidad, impulsados por una inflación global que está causando niveles similares de frustración en toda Latinoamérica
La capital del país, Quito, ha estado prácticamente paralizada por los manifestantes que bloquean las principales carreteras, queman neumáticos y se enfrentan a la policía, lanzando piedras a los agentes que han respondido disparando gases lacrimógenos. El jueves volvieron a producirse enfrentamientos.
Las marchas y concentraciones, lideradas por grupos indígenas, suponen un importante desafío para el gobierno derechista del presidente Guillermo Lasso, quien lucha por reactivar una economía golpeada por la pandemia.
Las protestas comenzaron la semana pasada en las zonas rurales de Ecuador, cuando un poderoso grupo, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), anunció una huelga y emitió una lista de demandas, entre las que se incluían un recorte del precio de los combustibles, el control de los precios de algunos productos agrícolas y un mayor gasto en educación.
Desde entonces, las protestas se han extendido a Quito y a muchas otras partes del país.
Los disturbios han dejado al menos tres muertos y casi 100 heridos, según las cifras recopiladas por la Alianza por los Derechos Humanos, un grupo nacional, y han llevado a Lasso a declarar el estado de emergencia en seis de las 24 provincias de Ecuador.
En la región amazónica del país, el gobierno dice que ha perdido el control de la pequeña ciudad de Puyo a manos de manifestantes que empuñan armas, lanzas y explosivos. Los funcionarios del gobierno también informaron que 18 agentes estaban desaparecidos tras los enfrentamientos, y otros habían resultado heridos.
“El orden público en la ciudad de Puyo ahora no lo podemos garantizar, han incendiado toda la infraestructura de policía y tienen sitiado el ingreso a la ciudad”, dijo Patricio Carrillo, el ministro del Interior, a los periodistas el martes.
La agitación en Ecuador refleja cómo la inflación se suma a los desafíos de un país donde la pandemia profundizó la pobreza crónica y la desigualdad. Más del 32 por ciento de la población vive en la pobreza, ganando menos de tres dólares al día.
Una dinámica similar ha alimentado el descontento en toda Latinoamérica, desde Chile hasta Perú y Honduras, con personas que exigen que los gobiernos encuentren formas de reducir el precio de los bienes cotidianos.
“El pueblo ecuatoriano está en la pobreza”, dijo Leonidas Iza, líder de la Conaie. “Hay una desigualdad, hay una injusticia. Lo que ha despertado en este momento a los ecuatorianos es que hay una indignación”.
Los grupos de derechos humanos han criticado a Lasso por emplear lo que dicen son tácticas de mano dura contra los manifestantes, incluyendo fuerza excesiva y detenciones arbitrarias.
“La lamentable decisión del presidente Lasso de reprimir las protestas está provocando una crisis de derechos humanos”, dijo Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.