El presidente ruso justifica la guerra y rechaza una responsabilidad en las matanzas: “La falsificación de Bucha es la misma que la de las armas químicas en Siria”
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha defendido este martes la guerra contra Ucrania y ha remarcado que su gran objetivo es “ayudar a la gente de Donbás”, la región del este del país donde concentra ahora Rusia sus ataques. El mandatario, que el 24 de febrero ordenó a sus tropas emprender un ataque contra Ucrania por tres frentes que incluían también Kiev desde el norte y Járkov desde el noreste, ha subrayado este martes que en su primer anuncio de la guerra fijó como meta ayudar a los separatistas prorrusos de la zona oriental de Ucrania, y ha advertido de que no parará hasta lograrlo.
“Así será, no hay duda”, se ha reafirmado Putin acompañado del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, durante una visita al cosmódromo Vostochni, situado en el oblast (provincia) oriental de Amur, junto a la frontera china. El mandatario sostuvo que se trata de unos objetivos “muy claros y nobles”. Además, desestimó las acusaciones de crímenes de guerra contra Rusia al afirmar que el caso de Bucha es “una falsificación” pese a las evidencias en contra.
“Nuestros oficiales participan en una operación militar especial en Donbás, en Ucrania, donde ofrecen su ayuda a las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Actúan con valentía, de manera competente, y utilizan eficazmente las armas más modernas”, aseguró Putin.
Mientras el líder ruso ha advertido de que no detendrá la ofensiva en el este, donde la estrategia rusa busca unir por un corredor bajo su control la anexionada Crimea con Donbás, el Gobierno ucranio y EE UU han alertado del posible uso de armas químicas en Mariupol, hundida en una catástrofe humana y de destrucción tras un asedio que dura ya semanas. Las autoridades de la región estiman que entre 20.000 y 22.000 personas han muerto ya en Mariupol, aunque la cifra está sujeta a revisiones al alza. “Las calles están alfombradas de cadáveres”, afirmó el lunes el alcalde, Vadim Boichenko.
El gobernador de la región de Donetsk, Pavlo Kirilenko, ha reiterado la denuncia de que en las partes de la ciudad ocupadas por Rusia se han instalado crematorios móviles para evitar dejar pruebas de las atrocidades cometidas. Mariupol es uno de los objetivos principales de las fuerzas rusas. Con el puerto más importante de Ucrania en el mar de Azov, su toma por parte de Moscú consolidaría un territorio continuo bajo su control desde Crimea hasta Donbás.
El alto mando ruso rebajó sus objetivos el 25 de marzo. O al menos oficialmente. Tras un mes de combates estancados en todos los frentes, incluido el de Mariupol, el Ministerio de Defensa ruso anunció que se centraría en la región de Donbás y ordenó la reorganización de sus tropas mientras continúan las negociaciones con Kiev. Tras este repliegue, se conocieron matanzas como las de Bucha e Irpin, y los últimos ataques se han centrado en la ciudad de Dnipró, un nodo de comunicaciones clave para aislar del resto del país a las tropas ucranias que defienden Donbás y donde las fuerzas rusas han destruido el aeropuerto.
El mandatario ruso insistió en que la matanza de Bucha, pese a las imágenes de civiles tiroteados con las manos atadas a la espalda o tirados en medio de la calle, así como los testimonios de supervivientes y fotos de satélite, es “una falsificación, la misma que la de las armas químicas en Siria”. Hace un año, el régimen de Bachar el Asad, al que apoya Rusia, fue vetado del derecho a voto en la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas porque el organismo consideró que había “motivos razonables para creer” que Damasco empleó bombas de cloro en 2018 pese a haber suscrito la destrucción de sus armas en 2013.
Este mismo martes, el alcalde de Bucha, Anatolii Fedoruk, ha afirmado en una comparecencia ante los medios que el número de cadáveres hallados en la localidad, al noroeste de Kiev, tras la retirada de las tropas rusas alcanza los 403, tras la apertura de una fosa común con 56 cuerpos y el descubrimiento de cuatro tumbas más. “Desgraciadamente, esta cifra seguirá creciendo, porque la policía y los voluntarios van comprobando calle por calle, casa por casa. A veces los encuentran enterrados en casas particulares”, ha señalado.
Sentimiento antirruso
Horas después, en una rueda de prensa, Putin también acusó al Gobierno ucranio de distanciarse de los principios de acuerdo de Estambul del 29 de marzo y haber vuelto a “un punto muerto en las negociaciones”. El líder ruso justificó el enfriamiento de las conversaciones al asegurar esta vez que Kiev y el servicio secreto británico urdieron un montaje en la matanza de Bucha para acusar a Moscú.
“Llegamos a cierto punto de acuerdo en Estambul que incluía las garantías de seguridad para Ucrania, muy firmes y que no se aplicarán en Crimea, Sebastopol y Donbás. Como se vio, tomamos medidas para avanzar en las conversaciones [la retirada de Kiev], pero en vez de esto nos encontramos con las provocaciones de Bucha y, lo más importante, que la parte ucrania se distanció de sus compromisos”, dijo Putin al acusar a Kiev de haber dejado fuera de los acuerdos posteriormente esos tres territorios. El negociador jefe ucranio en las conversaciones con Moscú, Mijailo Podoliak, afirmó, en cambio, que las negociaciones continúan pese a las dificultades.
Por otra parte, Putin afirmó, como en otras ocasiones ha transmitido el Kremlin, que su campaña militar “va acorde al plan” original del alto mando, pese a repliegues como el de Kiev, para evitar más bajas. “Escucho a menudo si podría ir más rápido. Podría, pero depende de la intensidad del combate, y esta intensidad está relacionada, lamentablemente, con las pérdidas de una forma u otra. Nuestro trabajo es lograr los objetivos marcados mientras se minimizan las pérdidas al mismo tiempo”, añadió.
El dirigente ha insistido en la retórica del Kremlin de que Ucrania está controlada por extremistas, un discurso que ha tenido más calado en la población rusa que otros de los muchos pretextos ofrecidos por Moscú durante estos meses, como la supuesta amenaza de la OTAN a sus puertas. “Lo que hacemos, por un lado, es ayudar a la población, salvar a la gente; y por otro, estamos tomando medidas para garantizar la propia seguridad de Rusia”, sostuvo el presidente ruso.
Respecto a las sanciones impuestas por Occidente tras la invasión, Putin advirtió de que su país no quedará separado del resto del planeta. “No nos vamos a aislar y es imposible apartar a alguien en el mundo moderno. Con un país tan grande como Rusia es imposible”, añadió. Para el líder ruso, según sostuvo en su segunda intervención, la guerra de Ucrania no es tan importante como su lucha contra Occidente. “Hoy es la caída del mundo unipolar que emergió tras el colapso de la Unión Soviética. Esto es lo más relevante. Lo más importante no son los trágicos eventos que tienen lugar en Donbás y Ucrania. Se habla mucho de que Estados Unidos está dispuesto a pelear contra Rusia hasta con el último ucranio. Esto es la quintaesencia de lo que está sucediendo”, afirmó.
Putin y Lukashenko viajaron hasta la región rusa de Amur con motivo del Día de la Cosmonáutica. En su visita a las instalaciones de la agencia espacial Roskosmos, el mandatario ruso prometió que el país retomará su programa Luna-25 pese a las sanciones. El objetivo de esta misión es enviar una sonda al polo sur de la Luna para investigar la posible presencia de compuestos orgánicos. Tiene un gran carácter simbólico por continuar casi medio siglo después el programa Luna-24 soviético.
“Cumplimos el deseo de nuestros antepasados de seguir adelante pese a las dificultades y los intentos externos de pararnos. Seremos persistentes para cumplir todos nuestros planes, y continuaremos trabajando en la creación de una nave de nueva generación y otras tecnologías para la propulsión espacial y nuclear, donde tenemos un buen punto de partida”, dijo el presidente ruso a los trabajadores de Roskosmos.