El presidente ruso, Vladimir Putin, ha ofrecido hoy diálogo a Occidente en materia de seguridad y estabilidad estratégica, aunque ha defendido la creación de un nuevo orden mundial tras ser investido para un quinto mandato al frente del Kremlin. “Nosotros no rechazamos el diálogo con los países occidentales. Depende de ellos”, ha dicho tras jurar el cargo en una ceremonia oficial en el Gran Palacio del Kremlin.
En este sentido, Putin se ha preguntado: “¿Tienen intención de seguir intentando frenar el desarrollo de Rusia, proseguir la política de agresión y la presión que no ha cesado durante años sobre nuestro país, o buscar vías de cooperación y paz?”.
“Hemos estado y estaremos abiertos a fortalecer buenas relaciones con todos los países, que ven en Rusia un socio fiable y honesto. Y esa es efectivamente la mayoría mundial”, añadió.
Por otro lado, ha subrayado que el diálogo con Occidente en materia de seguridad y estabilidad estratégica es “posible”, pero ha advertido de que este no debe transcurrir “desde una posición de fuerza”, sino “sin arrogancia, prepotencia ni exclusividad personal, y solo en igualdad de condiciones, respetando los intereses de cada uno”.
Mientras, ha destacado que Rusia continúa la labor de “formación de un mundo multipolar y un sistema de seguridad equitativo e indivisible”. Putin ha resaltado la importancia de que Rusia sea “autosuficiente” y “competitiva”, y de que el sistema sociopolítico sea “absolutamente robusto” ante cualquier desafío y amenaza.
Además de asegurar que la seguridad del pueblo ruso es una prioridad para él, ha recordado a los “héroes” de la campaña militar en Ucrania, la asignatura pendiente para su quinto mandato.
El líder ruso ha tomado este martes posesión como presidente para un quinto mandato de seis años. Putin, de 71 años, ha jurado el cargo con la mano derecha sobre un ejemplar de la Constitución, que reformó en 2020 para eliminar el obstáculo legal que le impedía seguir en el Kremlin.
“En el ejercicio de las facultades de presidente de la Federación de Rusia, juro respetar y proteger los derechos y libertades del hombre y del ciudadano, cumplir y defender la Constitución de la Federación de Rusia, proteger la soberanía y la independencia, la seguridad y la integridad del Estado, servir fielmente al pueblo”, ha señalado.
Putin, en el poder desde el año 2000, ha jurado el cargo escoltado por los jefes de la Duma o cámara de diputados y el Consejo de la Federación o Senado. De esta forma, Putin, quien fue reelegido el 17 de marzo pasado con un histórico resultado de más del 87 % de los votos, podrá permanecer frente al Kremlin hasta 2030, con lo que sumaría 30 años en el poder. “Juntos ganaremos”, ha señalado en referencia a la guerra con Ucrania.
Al término de la ceremonia, que ha recordado a la pompa de los emperadores rusos, el jefe del Tribunal Constitucional, Valeri Zorkin, entregará a Putin una cruz de oro con el escudo de Rusia, el símbolo presidencial.
El estandarte presidencial será izado sobre el Kremlin al son del himno ruso, tras lo que Putin será bendecido como presidente ruso durante una breve ceremonia en la Catedral de la Anunciación del Kremlin oficiada por el patriarca ortodoxo, Kiril.
Al acto asisten los principales altos cargos del país y los dirigentes de las cuatro regiones ucranianas anexionadas por Moscú (Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia).
Contra todo pronóstico, el Kremlin invitó a la ceremonia a los embajadores de los países inamistosos, aunque Estados Unidos y la gran mayoría de países de la Unión Europea (UE) rechazaron la invitación. EEUU y la UE cuestionaron la victoria electoral de Putin, pero no llegaron a reconocerlo como presidente ilegítimo como les pidió encarecidamente la oposición en el exilio.
La victoria electoral de Putin se vio mancillada por la repentina muerte en una prisión ártica un mes antes de los comicios del líder opositor, Alexéi Navalni, quien había lanzado una campaña contra la reelección del líder ruso.
Además, cinco días después de la votación, Rusia fue escenario del mayor atentado terrorista en veinte años con la muerte de 145 personas en un ataque yihadista contra una sala de conciertos a las afueras de Moscú, del que Putin responsabilizó a Ucrania, aunque éste fue reivindicado por el Estado Islámico