Las enormes manifestaciones que recorrieron las calles argentinas contra los recortes que el nuevo gobierno quiere llevar a cabo en la educación superior mostraron el creciente malestar hacia su política económica, así como el poder movilizador del movimiento estudiantil en el país.
Pero, quizás, también, pusieron de relieve algo más profundo: el lugar privilegiado que la universidad pública ocupa en el corazón y orgullo de los argentinos.
Y a la cabeza de la educación superior se encuentra la Universidad de Buenos Aires (UBA), la más grande del país y una de las más prestigiosas de América Latina.
Fundada en 1821, la UBA ofrece más de 80 carreras y ha formado a 16 presidentes argentinos y a 5 premios Nobel. Su prestigio es un imán para estudiantes extranjeros que acuden atraídos, entre otras cosas, por la gratuidad de sus clases y la calidad de su enseñanza.
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Sus gestores, sin embargo, aseguran que la viabilidad de la institución está en peligro por los recortes presupuestarios que plantea el gobierno de Milei, que están afectando al funcionamiento de las distintas facultades y que han dejado imágenes de clases en penumbra por la dificultad para pagar las facturas energéticas.
El presidente libertario, que realiza un ajuste sin precedentes en las cuentas públicas del país, les otorgó a las universidades estatales el mismo presupuesto que en 2023.
Pero, debido a que el país tiene la inflación más alta del mundo, que en este momento roza el 290% anual, incluso con un incremento del 140% en los gastos de funcionamiento en dos tandas, en marzo y en mayo, las autoridades universitarias han advertido que el dinero no alcanza.
La UBA declaró una emergencia presupuestaria y advirtió que, de seguir así, no podrán seguir funcionando en la segunda mitad del año.
Por su parte, el gobierno exige auditar a las casas de estudio y, a través de las redes sociales, Milei aseguró que van a “garantizar los fondos para las universidades”.
“En ningún momento el gobierno nacional insinuó la intención de cerrar las universidades nacionales. Lejos de eso, ya el día anterior a la manifestación estaban hechos los giros de recursos para los gastos de funcionamiento de todas las universidades nacionales”, expresó Milei este miércoles en su cuenta de X.
Te contamos aquí cuatro características que distinguen a la UBA de otras universidades de América Latina y que la han convertido en una de las instituciones líderes en la región.
1. Gratuidad
La de Buenos Aires, como todas las universidades públicas en Argentina, es gratuita desde 1949, cuando el entonces presidente Juan Domingo Perón se comprometió por decreto a que el Estado se encargara de la financiación de la educación superior.
Hasta entonces, solo las clases acomodadas tenían acceso a la universidad, debido al alto costo de las matrículas, prohibitivo para las familias con menos recursos.
La eliminación del arancel universitario disparó las matriculaciones, que pasaron de 66.212 estudiantes en 1949 a 135.891 en 1954, según datos del gobierno argentino.
La gratuidad fue, sin embargo, interrumpida durante la dictadura militar (1976-1983), y recuperada con el regreso de la democracia. En 1994 se estableció como un derecho constitucional.
De este modo, la financiación de la universidad procede del Estado, que se destina en un 90% a pagar los sueldos de docentes y personal universitario, y el resto para pagar los gastos de funcionamiento.
Muchos de los que protestan estos días en Argentina recuerdan que el hecho de no haber tenido que pagar por la educación les permitió el acceso a una vida mejor.
Es el caso de Angélica, una odontóloga jubilada de 97 años que se lo explicaba así al medio argentino Infobae: “Haber estudiado en la UBA me permitió una vida con la que no podría haber soñado de ninguna otra manera. Estudiar y convertirme en profesional es el ejemplo que más agradezco haberles dado a mis hijas”.
2. Prestigio de la educación
Argentina tiene el mayor número de premios Nobel de América Latina, con cinco galardonados, y todos ellos pasaron por las aulas de la Universidad de Buenos Aires como estudiantes o profesores.
Dos Nobel de la Paz –Carlos Saavedra Lamas (1936) y Adolfo Pérez Esquivel (1980)-, dos de Medicina –Bernardo Alberto Houssay (1947) y César Milstein (1984)– y uno de Química -Luis Federico Leloir (1970) son una buena muestra de la calidad de su enseñanza.
Entre sus docentes se han contado gigantes de la Literatura como Jorge Luis Borges, que fue nombrado en 1956 profesor titular de la cátedra de Literatura Inglesa y Norteamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
La Universidad de Buenos Aires ha producido, además, 16 presidentes del país.
La universidad aparece cada año entre las 100 mejores del mundo y una de las primeras de América Latina, gracias a “su excepcional reputación entre académicos y empleadores, así como su agenda de investigación intensamente colaborativa”, según la consultora Quacquarelli Symonds (QS), que elabora una de las clasificaciones más prestigiosas.
Cuenta con 13 facultades donde se enseñan más de 80 carreras de grado.
Seis de ellas – Lenguas modernas, Antropología, Derecho, Ingeniería petrolera, Sociología y Arte y diseño- se encuentran entre las 50 primeras del mundo según la lista de QS.
Uno de los movilizados estos días en las marchas de protesta ha sido precisamente Pérez Esquivel, quien recordaba en X (antigua Twitter) las palabras de su colega Nobel Bernardo Houssay: “La ciencia no es cara, cara es la ignorancia”.
3. Gran número de alumnos extranjeros
Uno de los debates que se ha dado en torno a la crisis de las universidades públicas es la cantidad de estudiantes extranjeros.
Argentina es el país de la región con mayor número de estudiantes de otros países, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Y, debido a su prestigio en América y su gratuidad universal, la Universidad de Buenos Aires se ha convertido en un foco de atracción para estos alumnos internacionales.
De los más de 385.000 inscritos con los que cuenta la Universidad de Buenos Aires, el porcentaje de estudiantes internacionales que cursan carreras de grado es del 9,5%, el doble que la media nacional. En las carreras de posgrado, que sí son aranceladas, la cifra es del 16,5%, según datos de la universidad y el Ministerio de Educación.
En su mayoría, los alumnos foráneos vienen de países de la región como Perú, Brasil, Paraguay, Venezuela, Colombia, Chile y Ecuador, una mezcla cultural que enriquece, según muchos estudiantes, la vida universitaria.
El hecho de que no haya exámenes de admisión y de que no se discrimine por nacionalidad, sumado a que el país da la oportunidad de trabajar a la vez que se estudia, ya que es relativamente sencillo obtener la documentación como residente temporal, son algunos de los argumentos que citan los estudiantes extranjeros que se decantan por Argentina y por la UBA en particular.
Medicina es la carrera más popular entre los estudiantes extranjeros -y los locales-, entre otras cosas por la calidad de la docencia.
La UBA gestiona, de hecho, seis hospitales universitarios donde se enseña, se investiga y se atiende a la población. Más de medio millón de personas fueron atendidas en sus consultas el año pasado. Allí hacen, además, la residencia la mayor parte de los graduados.
Los recortes anunciados por el gobierno de Milei también afectan a estos centros médicos, que se encuentran, según sus gestores, al límite.
4. Sistema de ingreso
Pero la UBA no solamente destaca por ser gratuita, sino porque el acceso a la misma es irrestricto. No cuenta con exámenes de admisión, pero sí con lo que se denomina como el Ciclo Básico Común (CBC), que reemplaza desde 1985 a las pruebas de acceso.
El CBC, que dura un año, es el primer ciclo de todas las carreras de la Universidad de Buenos Aires, que consta de seis materias: dos materias globales, comunes para todos los estudiantes, independientemente de la carrera a la que aspiren, dos determinadas por la orientación de la carrera y otras dos propias de la carrera en sí.
Para poder matricularse en cualquier facultad de la UBA es imprescindible aprobar el CBC, que busca que todos los alumnos inicien sus respectivos estudios universitarios con el nivel necesario.
El CBC, además, al incluir materias que son compartidas por distintas disciplinas, también sirve para orientar a los alumnos y para ofrecerles una educación más global.