Desde el final de la dictadura militar hace más de 40 años, Corea del Sur no había afrontado una crisis de poder como la que se desató ayer tras la declaración de la ley marcial por parte del presidente del país, Yoon Suk-yeol, que defendió la medida “de emergencia” para combatir “a las fuerzas pro-coreanas y proteger el orden democrático constitucional” mientras acusaba a la oposición de simpatizar con el régimen de Pyongyang. La decisión fue revocada por el propio mandatario después de que el Parlamento votará en contra, pese a los esfuerzos del Ejército por impedir la votación.
Yoon Suk-yeol (nacido en Seúl en 1960) llegó a la presidencia de Corea del Sur hace dos años tras ganar en las elecciones más ajustadas de la historia del país. Graduado en derecho, se labró una reputación de jurista implacable e incorruptible durante sus años en el sistema judicial, llegando a ser fiscal general del país en 2019.
Yoon comenzó su carrera en la fiscalía surcoreana en 1994, y pronto progresó en los organismos de investigación interna de la justicia del país, ganando notoriedad por su participación y liderazgo en las investigaciones de numerosos casos de corrupción en los que estaban involucrados miembros de varios gobiernos y empresarios.
En 2019, fue nombrado Fiscal General del Estado por el presidente Moon Jae-in. Yoon lideró investigaciones que acabaron con dos expresidentes del país, Park Geun-hye y Lee Myung-bak, en la cárcel, así como con el multimillonario heredero del conglomerado tecnológico Samsung, Lee Jae Yong.
Convertido en un garante de la lucha contra la corrupción, un problema creciente en la política de Corea del Sur, Yoon ordenó el comienzo de una investigación contra el ministro de Justicia del propio gobierno que lo había nombrado. Cuando dimitió del cargo en marzo de 2021, su popularidad había crecido tanto que le permitió lograr, sin experiencia en política, la nominación como candidato presidencial del conservador Partido del Poder Popular (PPP).
Sin embargo, uno de los asuntos que más han marcado la caída de su popularidad han sido las controvertidas informaciones sobre su esposa, la primera dama Kim Keon-hee, que señalan con imágenes como aceptó como regalo un bolso de Dior valorado en 2.200 dólares; cuando la ley surcoreana prohíbe a funcionarios públicos y sus cónyuges regalos de más de 750 dólares, según informa CNN.
Kim había sido acusada también de falsificar su currículum, de plagio académico e incluso de manipulación de acciones bursátiles. El propio presidente Yoon calificó de “truco político” en su contra estas acusaciones.