El expresidente socialista de Chile (2000-2006) apoya sin condiciones a Boric. Alerta sobre lo que representa la ultraderecha y analiza la sociedad entre el Frente Amplio y el Partido Comunista
Uno de los líderes de la transición a la democracia chilena, el socialista Ricardo Lagos, que gobernó Chile entre 2000 y 2006, ha sido durante la última década uno de los principales blancos de la nueva izquierda chilena del Frente Amplio. Con una apuesta generacional, sus líderes han sido muy críticos de las administraciones de centroizquierda y de los consensos a los que tuvo que llegar para impulsar los cambios, bajar la pobreza y devolver a Chile a la democracia, luego de 17 años de dictadura. Sin acuerdos previos y sin siquiera comentárselo a su familia, a horas de la primera vuelta presidencial del 21 de noviembre pasado, Lagos anunció su total apoyo a la candidatura de Gabriel Boric, que se medirá este domingo con José Antonio Kast, de la derecha extrema.
Lo de Lagos fue una señal importante para grupos moderados de izquierda que todavía ven con distancia la apuesta del diputado de 35 años y Apruebo Dignidad, una alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista. Lo hizo incluso para sorpresa del propio Boric, que luego lo llamó para agradecer su apoyo en un diálogo donde quedaron en reunirse a conversar en la casa de un dirigente socialista amigo de ambos, Luis Maira. La cena se prolongó por tres horas –de ocho y media de la tarde hasta casi medianoche– y se habló de los desafíos del Chile, un asunto que Lagos aborda en esta conversación con EL PAÍS.
Pregunta. ¿Por qué votará por Boric?
Respuesta. Votaré por Boric porque mi historia está vinculada a un hecho central: ¿cómo usted hace para vivir en un país donde todos seamos iguales en dignidad de derechos efectivos? Hay expectativas a medida que los países van creciendo y esas expectativas deben irse satisfaciendo.
P. ¿Hay alguna diferencia entre la apuesta de Boric y la Concertación, la coalición entre los socialistas y la Democracia Cristiana que gobernó Chile entre 1990 y 2010?
R. Hay un cambio de época, de una era industrial a digital. Luego, una capacidad de los líderes de escuchar que antes no existía, justamente por las nuevas tecnologías. Y porque, en tercer lugar, existe un desafío: ¿cómo nos vamos a adaptar de la revolución industrial a la digital? Porque nos dimos cuenta de que el planeta no es infinito y debemos hacernos cargo del cambio climático. Es una sociedad más sofisticada y educada que tiene otras demandas culturales, de derechos de reproducción y de las minorías. Y eso indica la necesidad de un cambio generacional, que ha sido muy notable en Chile y en tantos otros países. Pero, ¿qué es lo importante? Que los cambios deben hacerse de una manera gradual.
P. ¿Y la propuesta de Boric es gradualista o refundacional?
R. Se les puede poner los nombres que se quiera. ¿Era refundacional cuando en mi Gobierno formamos el programa Chile Solidario, que trabajaba con las familias pobres para que utilizaran adecuadamente el conjunto de derechos que tenían? Quizás aquello era refundacional. Me acuerdo haber estado en una reunión en Parral, en el sur de Chile, en donde una señora mayor me dijo: “Yo quiero hablar”, y habló. Y me leyó: “A mis 84 años estoy contenta porque aprendí a leer. Ahora junto letras y hago cantar las palabras”. Textual. ¿Eso es revolucionario o refundacional, que una persona de 84 años de sienta orgullosa porque aprendió a leer? Yo creo que es tremendo. Para ella, seguro que fue refundacional.
P. ¿No hay diferencias entonces entre la izquierda moderada que representó usted y la nueva izquierda chilena?
R. Corresponde a momentos históricos distintos del país. Ellos tienen la necesidad de andar más rápido. Y siempre tenemos necesidad de andar más rápido, porque siempre hay necesidades que satisfacer. Que se haya hecho una cierta caricatura de lo que ocurrió en los últimos 30 años, sí, estoy de acuerdo, es una caricatura. Porque entre 1990 y 2010 fueron años de ritmo de crecimiento acelerado donde fuimos capaces de reducir rápidamente pobreza y la desigualdad. Y entre 2010 y 2020 se perdió el ritmo de crecimiento y no se pudo reducir ni pobreza ni desigualdad a los ritmos de antes. Hoy, luego de la pandemia, estamos en el peor de los mundos: no crecemos y, además, aumenta la desigualdad. Es una receta para una explosión.
P. ¿A qué situación deberá hacer frente el próximo Gobierno?
R. El próximo Gobierno tiene que tener claridad y, por eso, no cuestiono que, después de la elección de primera vuelta, ambos candidatos procedieran con mucho cuidado a actualizar sus programas para correrse al centro. Por lo tanto, las posiciones ultristas del que se iba de Naciones Unidas [Kast], que suprimía el Ministerio de la Mujer, se acabaron. Y por el otro lado, [del frente de Boric], se dan cuenta que los números tienen que cerrar bien y saber exactamente lo que se tiene que prometer y ser un poquito más cuidadoso. Ahora, lo que me pregunta sobre las dos izquierdas: pienso que se trata de una lucha generacional que se da en todos los países del mundo.
P. Todavía algunos de su mundo no entienden cómo usted le dio el apoyo a Boric, siendo que fue blanco de permanentes críticas por parte del Frente Amplio. Lo han catalogado de “neoliberal”.
R. No saben los términos. Estoy profundamente orgulloso de lo que he hecho, personalmente. Pero a ellos no los critico. Es una nueva generación que cree que el mundo nace con ellos. Y está bien, es propio de la juventud. Me doy cuenta, sin embargo, de las necesidades del Chile de hoy, que son retomar la senda del progreso y del realismo. Con la misma fuerza que digo esto, critico a un Parlamento irresponsable que comienza a aprobar leyes sin importar lo que venga después.
P. ¿Qué le parecen los ajustes que Boric ha hecho a su programa económico?
R. Veo las líneas gruesas. Y yo digo: ¿va a establecer una reforma tributaria adecuada para que pueda tener mayores ingresos fiscales? ¿Cuánto se va a demorar en pasar del 20% actual al 25%? España, cuando asumió Felipe González en 1982, tenía una presión tributaria de 22%. Él se fue en 1996, 14 años después, con una presión tributaria de 36%. Es decir, subió un punto por año. Bueno, Boric está prometiendo que en los cuatro años de Gobierno subirá cinco puntos, es decir, un esfuerzo un poquito mayor que el que hizo Felipe González en su momento. Eso me parece realista.
P. Boric ha hecho guiños a la socialdemocracia. ¿Es Boric un socialdemócrata?
R. Yo prefiero decir: por sus obras los conoceréis. Prefiero ver lo que va a hacer. Yo me he sentido siempre muy orgulloso de ser socialdemócrata, porque es lo que yo creo que es la forma de hacer los verdaderos cambios, los que perduran. Sobre Boric, veamos qué es lo que manda, cuáles son los efectos que se producen.
P. Su asesor estratégico en los tiempos de La Moneda, Ernesto Ottone, considera a Boric un político de izquierda radical.
R. Alguien como Boric que fue capaz de dar un salto en noviembre de 2019 para buscar una salida política civilizada –llamar una asamblea constituyente en medio del estallido–, da la impresión que dio un paso muy importante por sobre lo que le decía su grupo político de apoyo. Boric demostró una capacidad de conducción y liderazgo.
P. ¿Qué ocurrió entre el estallido social de 2019 y la irrupción de Kast? ¿Cómo se explica el fenómeno?
R. A partir de octubre de 2019, se pensó que se podía seguir en la calle gritando para ser escuchados y con elementos claramente disruptivos, como fue aprobar leyes anticonstitucionales o la sensación de desorden en la calle, con aumento de la violencia y criminalidad. Las cifras que hay desde el punto de vista delincuencial en Chile son malas, han ido empeorando, y para qué decir la situación que tenemos en la Araucanía, donde el desgobierno es absoluto. ¿Qué es lo que encarna Kast? El decir: “Yo impongo la autoridad como sea. ¿A balazos? A balazos, sí señor, no me va a temblar la mano”. Y yo creo que no: que la autoridad se impone por definiciones políticas, no a balazos. Pero quienes le han hecho la campaña a Kast son las posiciones radicalizadas de la extrema izquierda. Y la ciudadanía, ¿qué hizo en la última elección? Votó por Kast. “Quiero alguien que le ponga orden”. No deja de ser notable que termine siendo un boomerang estas posiciones tan revolucionarias y fundamentales, que han empujado a la ciudadanía a decir: “No, quiero que haya orden y respeto por la legalidad”.
P. Esa es la promesa de Kast que ha permeado en la ciudadanía…
R. Yo pensaba en esta elección tan reñida. Mientras más llamados había a incendiar Chile, esa extrema izquierda era la mejor propagandista para llevar votos al señor Kast.
P. ¿Cómo definiría usted a Kast? ¿Es antidemocrático?
R. Los planteamientos que hacen suenan así. Cuando ha dicho cosas tremendas como que Chile se salga de Naciones Unidas, da cuenta de alguien que no sabe en el mundo que está viviendo, cada vez más globalizado.
P. ¿No le cree la moderación? Porque Kast ahora sacó este punto de su programa.
R. Quién soy yo para creerle o no creerle. Veo las ofertas que hay, lo que decía antes y lo que dice ahora y me produce inquietud. Nunca pensé que alguien en Chile diría: “Me voy de Naciones Unidas”.
P. ¿Es una caricatura o hay razones para calificarlo de fascista?
R. No me gustan esas caricaturas. ¿Porque usted piensa distinto a mí, entonces es fascista? Eso es la antidemocracia. Esos descalificativos no me convencen.
P. De ganar Boric, ¿cuál serán sus problemas?
R. El próximo Gobierno deberá hacer frente al retiro de las actuales ayudas extraordinarias, que impactan en los recursos del Estado de manera que no se pueden mantener en el tiempo, con la necesidad de crear los puestos de trabajo indispensables en los que el papel activo de la política económica cae en el Estado. Si hacemos eso bien, no tendríamos problemas. Pero las cosas no ocurren de la noche a la mañana.
P. ¿Le parece que el Partido Comunista será un buen aliado de Boric?
R. El Partido Comunista ha definido una línea política que, a mi juicio, no es lo que uno entiende por un conjunto de principios democráticos. El suponer que el elegir un nuevo presidente de determinada ideología le permite también modificar el Poder Judicial, me parece que es no entender que el Poder Judicial es autónomo de las autoridades políticas que se elijan. Y, por lo tanto, creo que eso no está de acuerdo con la división de poderes del señor Montesquieu. Entonces cuando me dicen que, junto con ello, hay que elegir una nueva judicatura, me empiezo a preocupar. Porque son las bases del sistema democrático las que aparecen allí. O cuando aparecen determinadas cosas que les parecen negacionistas y que no se pueden aceptar, ¿lo que me quieren decir es que no se pueden aceptar determinadas cosas porque estoy negando ciertas cosas? ¿O sea que hay verdades absolutas que no se pueden cuestionar? No conozco que eso sea muy democrático.
P. El PC no fue nunca parte de la Concertación…
R. Cuando nos preguntábamos en dictadura cómo echábamos abajo a Pinochet, y nos dimos cuenta de que tenía que hacer un plebiscito para seguir gobernando, decidimos derrotarlo en ese plebiscito, para el que había que inscribirse en los registros electorales, que Pinochet había quemado. Y el PC tuvo una posición distinta: “Inscripción es traición. Eso no sirve. Lo vamos a botar de otra forma”. Y nosotros dijimos, “no, lo vamos a botar con un plebiscito”. Bueno, se impuso la teoría del plebiscito, se fue Pinochet y empezamos a gobernar y en esos gobiernos de las fuerzas democráticas el Partido Comunista no tuvo interés en participar y nosotros no tuvimos interés en invitarlo, porque teníamos un punto de vista discrepante. Espero que ahora no lleguemos a un punto discrepante en el tema de que, si se elige un nuevo presidente, vamos a cambiar el Poder Judicial. Ahora, si me dicen que hay que cambiar el Poder Judicial, digo: ahí hay un punto de quiebre.
P. Y su partido, el Socialista, ¿debería integrar un eventual Gobierno de Boric?
R. Eso lo resuelven el PS y sus actuales autoridades.
P. ¿Cuáles son las posibilidades de Chile para adelante?
R. Será importante el resultado electoral del domingo y allí veremos qué es lo que nos depara el futuro. No me gustaría ser catastrofista y quiero creer que Chile tiene muy buenas posibilidades de retomar un rumbo de crecimiento y, junto con ello, de distribución de esa riqueza. Pasada esta elección, deberíamos hacer un esfuerzo en llegar a puntos de encuentro entre todos los chilenos. Es como se construyen los países. Con odio no se avanza mucho.