Prigozhin culpa al ministerio de Defensa de bombardear sus campamentos en la retaguardia y amenaza a la cúpula del ejército con una “marcha por la justicia”
La crisis entre el grupo mercenario Wagner y la cúpula del Ministerio de Defensa ruso llegó a un punto de ruptura este viernes, cuando el líder de la organización, Yevgueni Prigozhin, acusó al ministerio de bombardear sus campamentos en la retaguardia. Inmediatamente después pidió una “marcha por la justicia” contra los altos mandos de las fuerzas armadas. El Gobierno ruso respondió negando las acusaciones y abriendo un expediente penal contra Prigozhin por “llamamiento a la rebelión”, un delito tipificado en el Código Penal ruso con penas de entre 12 y 20 años de cárcel.
La tensión escaló deprisa a última hora del viernes. Reuters informó de la presencia de vehículos militares rusos en algunos puntos de Moscú y Rostov (una ciudad al sur de Rusia, en una provincia fronteriza con Ucrania). Según la agencia TASS, la seguridad se reforzó en edificios oficiales, instalaciones de transportes y otros lugares estratégicos. Mientras, el vicecomandante de la campaña rusa en Ucrania, el general Sergei Surovikin, instó a los mercenarios a detenerse y regresar a sus bases. “El enemigo solo está esperando a que la situación política interna empeore en nuestro país”, agregó en un vídeo difundido en Telegram.
“Estábamos listos para hacer concesiones al Ministerio de Defensa, entregar nuestras armas y encontrar una solución para seguir defendiendo nuestro país”, señaló Prigozhin en una grabación publicada en su cuenta de Telegram. “Esta escoria ha lanzado ataques con misiles a nuestros campamentos. Muchos de nuestros soldados han muerto”, añadió. En su grabación, Prigozhin se refería a un vídeo difundido por las redes sociales cercanas a Wagner en el que supuestamente se mostraba el ataque.
El Ministerio de Defensa ruso respondió a los pocos minutos afirmando que el vídeo “no correspondía a la realidad” y acusando a Prigozhin de “provocación informativa”.
Solo minutos más tarde, en otro audio, Prigozhin afirmaba que sus 25.000 hombres iban a “buscar una respuesta al caos en el país”, y pedía a las fuerzas armadas que no interfiriesen en sus operaciones. “Esto no es un golpe de Estado”, prometía. Y agregaba: “Es una marcha por la justicia”.
El jefe de Wagner acusó al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, de haber volado a Rostov para ponerse al frente de la destrucción de su organización, y aseguró que su acción contra la cúpula militar no interrumpiría las acciones militares en Ucrania y que, una vez concluida, sus fuerzas “volverían al frente a luchar por la patria”. Esto ya provocó una respuesta del Kremlin. El portavoz presidencial ruso, Dimitri Peskov, salió a indicar que el presidente ruso, Vladímir Putin, estaba informado de la situación y que “todas las medidas necesarias serían tomadas”.
Minutos más tarde, el comité antiterrorista de la Federación Rusa anunció que el Servicio Federal de Seguridad (el antiguo KGB soviético) abrió una investigación penal contra Prigozhin por “llamamiento a la rebelión”. El Centro de Relaciones Públicas del FSB apeló a “no obedecer las criminales y traicioneras órdenes de Prigozhin y a tomar medidas para detenerle”. Según la entidad, “las declaraciones y acciones de Prigozhin son de hecho una llamada al inicio de un conflicto civil armado en territorio de Rusia y son un golpe por la espalda a los militares rusos que combaten contra las fuerzas profascistas ucranias”. La Fiscalía prometió que “las acciones de Prigozhin serán valoradas legalmente de forma justa”.
El conflicto abierto entre Prigozhin, fiel colaborador de Putin, y la cúpula de las fuerzas armadas, especialmente Shoigú, ha sido una constante en los últimos meses. Las acusaciones por parte de Prigozhin contra el ministro de incompetencia y de negar a las fuerzas mercenarias de Wagner de munición han sido constantes. En las últimas semanas, el Ministerio de Defensa ha tomado medidas para retirar a Prigozhin el control sobre sus fuerzas.