¿Se ha convertido la guerra de Ucrania en un atolladero para Europa?
En medio de la pandemia de la COVID-19 y sus catastróficas implicaciones, el panorama financiero mundial ha sido testigo de un lento ritmo de crecimiento.
A medida que miramos hacia el año económico 2022, hubo una variedad de pronósticos, cada uno con su propia perspectiva única, y aquellos que ofrecían una perspectiva más optimista proyectaban tasas de crecimiento global superiores al 5%.
No obstante, 2022 la economía mundial creció apenas el 3,1 %, casi un 2 % menos que el pronóstico anticipado, mientras que la participación de Europa en la economía mundial se volvió bastante pequeña, con un aumento de solo el 0,3 % en el crecimiento económico.
Mientras el mundo aún se tambaleaba por la agitación económica, un evento significativo sacudió a la comunidad internacional. La reciente crisis energética que se ha apoderado del mundo se puede atribuir a la guerra en Ucrania, según las observaciones realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El conflicto en Ucrania ha servido como catalizador para un cambio dramático en la percepción que Europa tiene de Rusia. Tras el colapso de la Unión Soviética, Europa se involucró en una amplia cooperación energética con la Federación Rusa, adoptando un enfoque de ganar-ganar que tenía como objetivo impulsar el desarrollo y la transición de esta última hacia una democracia liberal y una economía de laissez-faire mediante la inversión en el mercado de energía de la Federación Rusa.
Varios países europeos, incluidos Alemania, Serbia, Bosnia, Austria, Grecia, Bulgaria y los Países Bajos, se volvieron significativamente dependientes del petróleo y el gas rusos, y los suministros energéticos rusos cubrieron más de la mitad de sus demandas energéticas. Además, las exportaciones de energía de Rusia a Europa superaron el 65%.
Los países europeos han extendido su apoyo a Ucrania en su guerra con Rusia. Una de las medidas de represalia de la UE contra Moscú fue la reducción de las importaciones de energía fósil de Rusia, lo que resultó ser un asunto costoso. Mientras Europa busca diversificar sus fuentes de energía, una opción potencial es la importación de gas natural licuado de EE.UU.
Actualmente, casi el 70% de las importaciones del gas natural licuado de Europa provienen de EE.UU. Si bien esto puede proporcionar una solución a corto plazo, pero no es una estrategia viable a largo plazo, ya que es mucho más costoso, lo que plantea importantes desafíos económicos y presupuestarios para las frágiles economías del bloque europeo.
A medida que la UE busca diversificar su cartera energética, la exploración de fuentes de energía alternativas, incluidas las centrales nucleares y las energías renovables, ha ganado impulso. Sin embargo, estas opciones tienen costos significativos, lo que podría representar un desafío en el corto plazo.
Eso ha causado un impacto inflacionario inesperado en el costo de la energía para los ciudadanos europeos. La pregunta en cuestión es si los gobiernos europeos pueden mantener su curso de acción actual o no. El apoyo de los países europeos a Ucrania está motivado por su deseo de imponer medidas punitivas y sanciones a Rusia. Por lo tanto, optaron por estrategias financieras y monetarias poco ortodoxas.
Por ejemplo, Polonia ha comprometido una parte significativa de su PIB para apoyar a Ucrania, mientras que Letonia y Estonia han comprometido cada uno el 1 % de su propio PIB. Este nivel de apoyo financiero mantendrá encendidas las llamas de la guerra en Ucrania. El Reino Unido y Alemania han aportado cerca de 10 000 millones de dólares en ayuda financiera a Ucrania, superando las contribuciones del bloque.
Es evidente que Alemania y su canciller Olaf Scholz se enfrentan a una multitud de desafíos, uno de los cuales es la formidable tarea de reunir a facciones dispares para unir fuerzas para apoyar a Kiev.
La oferta de ayuda financiera conlleva la clara implicación de que una parte de los ingresos económicos generados por los europeos debe destinarse a los presupuestos militares.
Como resultado, es probable que disminuya el ritmo de crecimiento económico en Alemania, que es el motor económico de la UE. Mientras tanto, con la agitación económica en curso, Europa debe hacer frente a una crisis apremiante de solicitantes de asilo. La afluencia de más de 21 millones de refugiados ucranianos a Europa ha sido un tema de gran interés. El Parlamento Europeo ha estado considerando un presupuesto de emergencia de 10 mil millones de dólares para dar cabida a esta llegada inesperada.
Sin embargo, los costos económicos de estos inmigrantes han sido una enorme presión para las naciones europeas, particularmente aquellas con economías más vulnerables.
Con otorgar a los ucranianos la ciudadanía temporal de la Unión Europea por un año y una serie de beneficios complementarios, el panorama económico del Continente Verde sigue siendo incierto.
Lo que estamos viendo es una fuerte caída en la seguridad financiera y social de los ciudadanos de la Unión Europea, ya que contribuyen colectivamente con un promedio de 300 euros mensuales para apoyar a los solicitantes de asilo ucranianos.
La inseguridad sociopolítica y el empobrecimiento de los ciudadanos europeos ha ido en aumento durante la guerra de Ucrania, enviando un mensaje claro a sus gobiernos. Si el problema en cuestión no se aborda de forma pronto, podría resultar en un conjunto multifacético de problemas sociales y descontento entre la población en general. Y eso exacerbaría la situación ya sombría, y crearía un entorno en el que los movimientos de extrema derecha ganen fuerza.
Finalmente, parece que los políticos europeos están buscando un acuerdo duradero para poner fin al conflicto en curso. El futuro tiene implicaciones significativas para Rusia, Ucrania y la UE, particularmente en los ámbitos económico y militar. Los resultados de estos esfuerzos, sin duda, darán forma al futuro de estas naciones y tendrán un profundo impacto en la geopolítica mundial.
mkh