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Internacional

Ucrania afronta su cuarto año de guerra con la mirada puesta en una negociación con aires de rendición

Cada año que pasa en Ucrania las heridas de una sociedad que se resiste a no acostumbrarse a la guerra se hacen más complicadas de cerrar. Pese a que los combates y las sirenas antiaéreas siguen sonando como aquel 24 de febrero de 2022 en el que comenzó la invasión rusa, por primera vez en tres años se empieza a hablar, aunque sea vagamente, de cómo podría ser la posguerra.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca lo ha cambiado todo. Su acercamiento a Putin ha dado luz verde a los preparativos para una negociación en la que, por el momento, no se le ha exigido a Rusia que ceda en nada. Kiev, que trata de contener el agotamiento militar y social, navega entre sentarse en la mesa y enfrentarse a la retorica de Estados Unidos que le pide ceder parte de su territorio. El fin de la guerra podría no estar tan lejano, aunque no de la manera en la que Ucrania habría soñado.

Mientras tanto, Europa trata de mantener su voz en el proceso, aunque por el momento se le ha excluido de los primeros acercamientos diplomáticos entre EEUU y Rusia. Pese a ello, la UE prepara un paquete de ayuda para Ucrania cuya cifra rondará los 6.000 millones de euros. Sobre la importancia de que Kiev y los Veintisiete estén en cualquier mesa de negociación insistirá este mismo lunes el presidente español, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que estarán en la capital ucraniana para rememorar el aniversario de la invasión y mostrar su apoyo a Volodímir Zelenski.

La invasión rusa de Ucrania ha supuesto una de las mayores  crisis humanitarias y políticas de las últimas décadas. A lo largo de la contienda las fuerzas ucranianas han demostrado una notable capacidad de resistencia gracias al apoyo militar de Occidente, pese a la clara superioridad rusa en hombres y armamento. Según los datos de la ONU, en Ucrania han muerto 12.654 civiles, de ellas 673 niños; mientras los heridos ascienden a 29.393.

Después de mucho tiempo con frentes estancados, los últimos meses han cambiado la dinámica de la guerra. El ejército ruso ha comenzado a avanzar (se estima que unos 20 kilómetros cuadrados diarios) en su conquista del Donbás, con el objetivo de llegar a la primera ronda de negociaciones con EEUU con el mayor territorio ocupado posible. Actualmente controla un 20% del terreno ucraniano. En esta ofensiva el ejército ruso se ha hecho con prácticamente todo el sur de esta región, con las victorias en las batallas de Vugledar en octubre y de Kurájove en enero.

El Kremlin mantiene su objetivo de ocupar físicamente los cuatro territorios que ya se anexión políticamente a través de un referéndum no reconocido internacionalmente (Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia). En Donetsk, donde todavía faltan varios miles de kilómetros cuadrados, las tropas rusas ya se encuentran a las afueras de Pokrovsk. Según expertos consultados por EFE, unidades rusas ya avanzan por el norte desde Bajmut hacia Kramatorsk, la principal plaza militar ucraniana en Donetsk. Tras la reciente toma de Toretsk, las unidades mecanizadas rusas intentan también llegar a las afueras de Kostiantínivka, un importante nudo de comunicaciones que conduce a Kramatorsk y Sloviansk, escenario de la sublevación armada prorrusa en 2014.

Por su parte, Ucrania decidió este año tomar la iniciativa y ocupar también territrio ruso. En agosto de 2024 inició su avance militar por Kursk, donde actualmente controla 500 kilómetros cuadrados (900 kilómetros cuadrados menos de los que llegó a tener bajo su control). Rusia decidió pedir ayuda a Corea del Norte, que le envió soldados para combatir en Kursk y recuperó buena parte de él. Fue en ese momento cuando Ucrania consiguió convencer a sus aliados occidentales para que le permitieran utilizar misiles de largo alcance contra territorio ruso. Otra de las buenas noticias a nivel militar para Zelenski ha sido la llegada en febrero de los primeros cazas Mirage 2000 cedidos por Francia. Además, Kiev recibió una nueva partida de los aviones de combate F-16 prometidos por el Gobierno de Países Bajos.

Al mismo tiempo, el Gobierno ucrania ha tenido que combatir internamente con su falta de personal. Uno de los grandes problemas del Ejército ucraniano está siendo las deserciones y la falta de personal para las rotaciones en el Ejército. En un intento de paliar la crónica falta de hombres en primera línea, el jefe del Ejército, Oleksandr Sirski, ordenó la movilización de 50.000 soldados para reforzar al Ejército de Tierra, cuyas unidades son las que resisten las embestidas enemigas. Y es que Zelenski, consciente del creciente hartazgo con la guerra entre sus conciudadanos, se niega por el momento a bajar a los 18 la edad mínima a la que pueden ser llamados a filas los varones ucranianos.

Mientras todo esto ocurre en el campo de batalla, en los despachos también se está produciendo movimiento. Los ucranianos asisten desde la distancia a las negociaciones impulsadas por EEUU entre el recelo hacia el presidente Donald Trump y la esperanza de que ponga fin al conflicto con garantías.

Ya desde el comienzo de este proceso las formas de la Administración Trump han dejado claro que los llevarían la iniciativa serán EEUU y Rusia. La primera llamada para coordinar los primeros pasos para la mesa de negociación fue entre el presidente estadounidense y el ruso, que acordaron los pormenores sin Zelenski, al que se le llamó después. Por el momento el Gobierno estadounidense no ha hecho pública ninguna cesión que deba hacer Moscú y sí Kiev. Además, ha llamado a Zelenski “dictador” y ha dejado caer que Ucrania inició la guerra.

Las bases del plan estadounidense para acabar con la guerra pasan por negar la entrada de Ucrania en la OTAN; prometer que Estados Unidos no enviará tropas a Ucrania, ni siquiera en una futura misión de mantenimiento de la paz, pero sí forzar que haya de países europeos; acabar con el suministro de armamento a Kiev; realizar unas elecciones; y aceptar que Ucrania no tiene capacidad para recuperar las fronteras que tenía antes de 2014. Este último punto es el más polémico. No solo por aceptar que parte del territorio ocupado puede quedar en manos de Rusia, sino por el precedente internacional que se genera al permitir que un país con capacidad militar y nuclear puede invadir a un vecino y quedárselo.

Europa parece, por el momento, no estar invitada a las negociaciones, pese a la insistencia de las potencias europeas de querer opinar sobre un aliado que está en el proceso de adhesión a la UE y cuyo futuro afectará inevitablemente al continente. Estados Unidos ha dejado caer que serán los países europeos los que tendrán que ocuparse de la seguridad de Ucrania en un futro y, aunque España ha negado que vaya a enviar tropas, otros como Reino Unido y Francia han abierto la puerta al envío de fuerzas de paz a Ucrania “dentro de un marco planificado” una vez se haya negociado la paz en el país.

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