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Ucrania podría convertirse en zona de guerra nuclear a causa de estas bombas

Los expertos militares dicen que una nueva generación de armas nucleares aumenta el riesgo de que Putin use armas atómicas menos destructivas en los campos de batalla de Ucrania y sus alrededores

Credit…Yuri Smityuk/TASS, vía Getty Images

En términos de poder destructivo, las armas nucleares de la Guerra Fría hicieron que la bomba atómica estadounidense que destruyó Hiroshima se vea como algo diminuto. El mayor estallido de prueba realizado por Washington fue 1000 veces más potente; el de Moscú lo superó unas 3000 veces. En ambos bandos, la idea era desalentar los ataques con amenazas de grandes represalias (con una destrucción mutua asegurada). El impacto psicológico era tan alto que los ataques nucleares llegaron a ser vistos como impensables.

En la actualidad, tanto Rusia como Estados Unidos tienen armas nucleares que son mucho menos destructivas;su poder tan solo equivale a una fracción de la fuerza de la bomba de Hiroshima, por lo que su uso podría ser menos atemorizante y más factible.

La preocupación sobre estas armas menos poderosas se ha incrementado ahora que, en el contexto de la guerra en Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin ha advertido sobre su poderío nuclear, poniendo sus fuerzas atómicas en alerta e instruyendo a su Ejército para que ejecute ataques peligrosos contra plantas nucleares. El temor es que si Putin se siente acorralado en el conflicto, podría decidir detonar una de sus armas nucleares menos potentes y romper un tabú establecido hace 76 años tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.

Algunos analistas indican que los militares rusos han practicado desde hace tiempo la transición de la guerra convencional a la nuclear; en especial, como una manera de obtener ventaja tras las derrotas en el campo de batalla. Además, agregan los analistas, el Ejército que posee el mayor arsenal nuclear en el mundo ha explorado una variedad de opciones para escalar el conflicto con el fin de que Putin pueda escoger.

“Hay pocas posibilidades, pero van en aumento”, comentó Ulrich Kühn, un experto nuclear en la Universidad de Hamburgo y el Fondo Carnegie para la Paz Internacional. “La guerra no va bien para los rusos y la presión de Occidente se está incrementando”, opinó.

Putin podría disparar un arma hacia un área despoblada en vez de usarla contra militares, afirmó Kühn. En un estudio de 2018, expuso un escenario de crisis en el que Moscú detonaba una bomba sobre una parte remota del mar del Norte como una forma de anunciar ataques venideros más mortales.

“Se siente horrible hablar de estas cosas, pero tenemos que cosrte de Putin en los próximos días. Es probable que Moscú “dependa cada vez más de su disuasorio nuclear para mandarle una advertencia a Occidente y proyectar fortaleza” a medida que la guerra y sus consecuencias debilitan a Rusia, declaró , tenipresentantes el 17 de marzo.

El presidente estadounidense, Joe Biden, viajará a una cumbre de lespuesta que daría la alianza si Rusia emplea armas químicas, biológicas, cibernéticas o nucleares.

James R. Clapper Jr., un general retirado de la Fuerza Aérea qrector de inteligencia nacional durante el gobierno de Barack Obama, señaló que Moscú había reducido su límite de uso atómico después de la Guerra Fría, cuando el Ejército ruso se desorganizó. En la actualidad, agregó, Rusia considera las armas nucleares como utilitarias en vez de impensables.

“No les importó”, afirmó Clapper sobre los militares rusos que se arriesgaron a liberar radiación hace unas semanas cuando atacaron el sitio del reactor nuclear de Zaporiyia (el más grande no solo de Ucrania, sino de toda Europa). “Avanzaron y le dispararon. Ese es un indicador de la actitud rusa de liberalismo. No hacen las distinciones que nosotros hacemos sobre las armas nucleares”.

Putin anunció el mes pasado que pondría a las fuerzas nucleares rusas en “régimen especial de servicio”. Pavel Podvig, un investigador veterano de las fuerzas nucleares rusas, expresó que lo más probable era que la alerta había preparado al sistema de comando y control ruso para la posibilidad de recibir una orden nuclear.

No está claro cómo es que Rusia controla su arsenal de armas menos destructivas. Pero algunos políticos y expertos estadounidenses han denunciado que las armas más pequeñas con las que cuentan ambos lados amenazan con alterar el equilibrio global del terrorismo nuclear.

Un lanzador de misiles balísticos intercontinentales Yars en un desfile militar, en Moscú, el año pasado.
Credit…Yuri Kochetkov/EPA, vía Shutterstock

Según los analistas militares, las exhibiciones atrevidas de las armas menos destructivas han permitido que Putin proyecte una reputación arriesgada y expanda la zona de intimidación que necesita para pelear una guerra convencional sangrienta.

“Putin está usando la disuasión nuclear para hacer lo que quiere en Ucrania”, aseveró Nina Tannenwald, una politóloga de la Universidad de Brown que hace poco hizo un perfil sobre los armamentos menos poderosos. “Sus armas nucleares evitan que Occidente intervenga”.

Una carrera global por las armas menos poderosas se intensifica. Aunque esas armas son menos destructivas en comparación con los estándares de la Guerra Fría, hay estimaciones modernas que muestran que si el equivalente a media bomba como la de Hiroshima se detonara en el centro de Manhattan, mataría o lesionaría a medio millón de personas.

El problema con estas armas es que socavan el tabú nuclear y hacen que las situaciones de crisis sean más peligrosas. Por su naturaleza menos destructiva, afirman los críticos, pueden fomentar la ilusión de control atómico cuando, de hecho, su uso puede desatar una guerra nuclear a gran escala de un momento a otro. Una simulación creada por expertos en la Universidad de Princeton comienza con Moscú haciendo un ataque nuclear de advertencia; la OTAN responde con un pequeño ataque y la guerra consiguiente causa más de 90 millones de bajas en las primeras horas.

Ningún tratado de control de armas regula las ojivas menores, conocidas en ocasiones como armas nucleares tácticas o no estratégicas, por lo que las superpotencias nucleares fabrican y despliegan tantas como desean. Rusia cuenta con unas 2000, según Hans M. Kristensen, director del Proyecto de Información Nuclear en la Federación de Científicos Estadounidenses, una organización privada en Washington. Además, Estados Unidos tiene alrededor de 100 en Europa, una cantidad limitada por disputas de políticas nacionales y las complejidades políticas de ubicarlas en bases entre los aliados de la OTAN, cuyas poblaciones a menudo se resisten y protestan por la presencia de las armas.

La doctrina de la guerra atómica de Rusia llegó a ser conocida como “escalar para desescalar”, lo que significa que las tropas derrotadas dispararían un arma nuclear para aturdir a un agresor con el fin de que se retirara o se sometiera. En repetidas oportunidades, Moscú practicó esa táctica en ejercicios de campo. En 1999, por ejemplo, un gran ejercicio simuló un ataque de la OTAN contra Kaliningrado, el enclave ruso en el mar Báltico. El ejercicio tuvo a las fuerzas rusas en desorden hasta que Moscú disparó armas nucleares contra Polonia y Estados Unidos.

Kühn, el académico de la Universidad de Hamburgo, dijo que los ejercicios de entrenamiento defensivo de la década de 1990 se volvieron ofensivos en la década de 2000 cuando el Ejército ruso recuperó parte de su fuerza previa.

Simultáneamente con su nueva estrategia ofensiva, Rusia se embarcó en una modernización de sus fuerzas nucleares, incluidas sus armas menos destructivas. Al igual que en Occidente, algunas de las ojivas recibieron rendimientos explosivos variables que podían aumentarse o disminuirse según la situación militar.

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