La cantante, compositora, actriz y presentadora de Bolonia murió a los 78 años, según confirmó su expareja Sergio Japino a la agencia de noticias ANSA. Aunque las causas exactas de su fallecimiento no han sido divulgadas, se apagó tras una enfermedad que desde hace tiempo la aquejaba. Entre los años 50 y 70, la artista revolucionó la televisión europea convirtiéndose desde entonces en un símbolo para el sur y más allá de Latinoamérica.
Italia, España y el mundo de habla hispana, con gran amor en Latinoamérica, perdieron este lunes a una de sus grandes íconos del espectáculo. Raffaella Carrà, la italiana que traspasó toda frontera con su carrera artística y que no se dejó distraer por Hollywood, murió este lunes a los 78 años de edad.
“Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre”, expresó el coreógrafo Sergio Japino, quien fuera su pareja por varios años, su “espejo en el que mirarse”.
Carrà, quien cantó himnos como “explota, explota, ¡me explo!”, falleció a las 16:20 hora local, después de una enfermedad que “desde hace un tiempo había atacado su cuerpo menudo, pero lleno de energía”, en palabras de Japino.
La artista siempre fue recordada por éxitos musicales como ‘Caliente, caliente’ o ‘Hay que venir al sur’, pero también por su talento polifacético que la llevó a ser tanto actriz como presentadora de múltiples programas de televisión en la RAI de Italia o en RTVE de España.
Nacida en Bolonia en 1943 bajo el nombre de Raffaella Pelloni, su nombre artístico fue sugerencia del director de cine y televisión Dante Guardamagna, quien pensó que sería buena idea tomar el apellido del pintor italiano Carlo Carrà. El apellido relacionado con el arte pareció ser un buen presagio y Raffaella conquistó así multitudes dentro y fuera de Europa.
Pero sus orígenes artísticos se remontan a muy temprana edad. A los diez años se mudó a Roma, donde llegó para aprender danza clásica. Años más tarde estudió cinematografía, lo que la guió hasta Barcelona para hacer teatro, donde a su vez participó en el Festival de Prosa Latina.
Por completo un ícono de la libertad
Raffaella fue criada por una mujer separada de quien aseguró que la educó en un ambiente de completa libertad, algo que demostró toda su vida.
Entre la década de los 50 y 70, causó revuelo en la televisión italiana con sus movimientos de baile y vestuario, mientras cantaba en un programa de variedades para toda la familia mostrando su ombligo, algo descabellado para la época.
Todo transmitido en la RAI democristiana desde la que rompió tabúes, el Vaticano la censuró por su estilo en una sensual coreografía de la canción ‘Tuca tuca’.
En una entrevista con el diario El País en 2019, Carrà admitió que ser ella misma le costó algunas batallas en el pasado, pero que todo era espontáneo: “No es nada impostado, es todo natural. (…) No solo era mostrar mi cuerpo, era hacer entender que el cuerpo de una mujer siempre está unido a su cabeza. La sensualidad no está reñida con la inteligencia, la simpatía, la ironía”.
El éxito en su país la llevó hasta España, donde conquistó también a la audiencia local con el programa ‘La hora de Raffaella’, transmitido entre 1975 y 1976, luego de la dictadura franquista. A este le siguieron otros grandes shows en el país.
Más tarde, la vida la llevó a Hollywood y, aunque logró importantes apariciones como un rol en la película ‘El coronel Von Ryan’ junto a Frank Sinatra, prefirió regresar a Europa desde donde catapultó su estilo hasta América Latina.
Con todo, fue pionera en los programas del mediodía con concursos telefónicos, entrevistas y canciones, un modelo que luego fue replicado en países de la región como Argentina, con el show de Susana Giménez.
Fue un icono gay, admirada y querida en la comunidad LGBTIQ+, mucho antes de que también lo fueran artistas como Madonna. De hecho, Raffaella recibió el Premio World Pride en 2017.
En 2020, en una entrevista con la prensa italiana reconoció que ese año fue especialmente difícil para ella y que le temía a la pandemia del Covid-19. Si bien, conservaba su humor característico.
Su expareja Sergio Japino agregó que esconder su estado de salud, sin especificar una enfermedad, fue su propia voluntad, como “el enésimo gesto de amor hacia su público y hacia los que han compartido el afecto, para que su calvario personal no turbase su recuerdo luminoso”.