La policía busca a un hombre con una máscara de gas y un chaleco naranja de los utilizados en el sector de la construcción
Dieciséis personas han resultado heridas este martes, más de la mitad por arma de fuego, en un vagón del metro de Nueva York, ha informado la policía de la ciudad, que investiga el incidente. El suceso se ha producido en plena hora punta, en torno a las 8.30, hora local (seis horas más en la España peninsular), poco antes de que el convoy entrara en la estación de la calle 36 de Brooklyn, que da servicio a tres líneas. También se ha informado de una explosión en el vagón. Las primeras informaciones de la policía arrojaban un balance de cinco heridos de bala. Las autoridades han confirmado finalmente la existencia de 16 heridos, 10 de ellos por impacto de bala, cinco de los cuales están en estado crítico pero estable. Algunos pasajeros han sido atendidos por inhalación de humo.
“A las 8.27, la policía respondió a una llamada de emergencia de una persona que recibió un disparo en el metro” en el barrio de Sunset Park de Brooklyn, confirmó una fuente policial a la agencia France Presse. Las autoridades han pedido a la ciudadanía que evite transitar por la zona, acordonada por camiones de bomberos y vehículos de las fuerzas del orden, además de un visible despliegue de agentes con armamento pesado que ha sellado un perímetro de una docena de calles en torno a la estación. La policía busca a un hombre negro de 1,65 metros de altura y unos 80 kilos de peso, ataviado con una máscara de gas y un chaleco naranja de los utilizados en el sector de la construcción, que al parecer ha huido a pie del lugar tras el incidente.
La agencia Reuters informó de la existencia de artefactos sin detonar en la estación, citando fuentes del Departamento de Bomberos. El Departamento de Policía de la ciudad, no obstante, confirmó que no se han hallado explosivos activos, programados para explotar o para ser detonados, en los andenes. Las imágenes publicadas en las redes sociales por algunos pasajeros del tren recuerdan la conmoción vivida en los andenes del metro de Tokio en 1995 tras un ataque coordinado con gas sarín que afectó a 16 estaciones, si bien no cabe establecer paralelismos con lo ocurrido este martes en Nueva York, ya que aún se desconocen los motivos del tiroteo. Pero no hace falta irse tan lejos en el tiempo y el espacio para recordar el horror que se vivió en enero en la céntrica estación de Times Square, nudo de enlaces de la Gran Manzana, cuando un indigente con graves problemas psiquiátricos empujó a las vías a una mujer que esperaba el metro para ir a trabajar. La víctima murió en el acto, arrollada por el tren.
Aunque todas las informaciones son preliminares, una señal inquietante del cariz que parece estar adquiriendo la investigación es el anuncio de que el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, ha sido informado del suceso y está supervisando las pesquisas, según ha anunciado un portavoz, aunque en principio se ha descartado la hipótesis terrorista. El sobrevuelo de helicópteros en Nueva York, habitual a diario, se ha vuelto más frenético desde que se tuvo noticia del incidente.
Las tres líneas de metro que dan servicio a la estación registran considerables retrasos, una contingencia que se añade a las cotidianas interrupciones del tráfico por motivos de seguridad, sucesos luctuosos en ocasiones y averías de todo tipo. La circulación en otras tres líneas que interconectan con aquellas también se ha visto afectada. La autoridad urbana de transporte de Nueva York (MTA, en sus siglas inglesas), que gestiona el funcionamiento del suburbano, no ha proporcionado más detalles del suceso. El portavoz del alcalde, Eric Adams ―que el domingo dio positivo en covid-19 y trabaja confinado en su domicilio―, declinó también hacer comentarios al respecto. Desde su residencia, Adams publicó poco después un mensaje en vídeo. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, así como la vicepresidenta, Kamala Harris, han sido informados y la Casa Blanca está en contacto “con el alcalde Adams y la comisaria en jefe de la policía [de Nueva York, Keechan] Sewell para ofrecer la asistencia que sea necesaria”, según el comunicado de la presidencia.
Los medios locales, en estado de ebullición, describen escenas de caos en la estación. Juliana Fonda, una ingeniera de sonido que viajaba en un vagón contiguo del tren de la línea N en el que se ha producido el tiroteo, relató al portal informativo Gothamist lo sucedido: “La reacción de los pasajeros fue aterradora porque trataban de entrar en nuestro vagón para escapar de lo que estaba sucediendo en la cola del tren”, explicó la testigo. “Ninguno de los que viajábamos en la parte delantera del convoy sabíamos lo que estaba pasando, pero la gente se empujaba entre sí, a la carrera, mientras trataba de subir a nuestro vagón”. Fonda dijo haber escuchado “muchas explosiones fuertes” y visto “humo” en el vagón afectado, debido probablemente al uso de bombas de humo.
La huida masiva, en tropel, de los pasajeros se produjo cuando el tren hizo su entrada en la estación de la calle 36, lo que permite pensar que el tiroteo se había desencadenado minutos antes. Otra testigo, Joanna, compartió fotos de pasajeros heridos tirados en el suelo del vagón, mientras los andenes de la estación se llenaban de humo. “Enseguida aparecieron dos médicos que iban en otros vagones para ayudar a dos personas que se estaban desangrando en el mío”, contó la mujer a Gothamist. “Nadie vio quién lo hizo, todos pensaron que era una bomba. Fue un caos”.
El episodio añade aún más presión a las autoridades para atajar la oleada de violencia armada y la creciente sensación de inseguridad en las calles, lo que dificulta el impulso de recuperación de la ciudad tras la pandemia, sobre todo en los barrios más desfavorecidos. El lunes, Biden anunció nuevas regulaciones para frenar la proliferación de armas fantasmas, o de fabricación casera, que están causando estragos en las calles de Nueva York. El viernes, una joven de 16 años murió por una bala perdida, salida precisamente de una de esas pistolas de fabricación artesanal, cuando volvía a casa del instituto. El supuesto autor, de 17 años, fue detenido.