Los jefes de las delegaciones del Gobierno y oposición llaman a lograr puntos de confluencia. “Ya sabemos en qué no estamos de acuerdo”, asegura Jorge Rodríguez
Después de meses de conversaciones a decenas de bandas, más o menos secretas, siempre bajo el amparo de Noruega, el Gobierno de Venezuela y la oposición mayoritaria han iniciado este viernes en México un proceso de diálogo y negociación. Entre las buenas intenciones de por todas las partes, los eufemismos, las palabras medidas al milímetro, se atisban unos objetivos -plasmados en una agenda de siete puntos- y una certeza: la necesidad de lograr una salida a la crisis de Venezuela es cada vez más acuciante. Conseguir un cronograma electoral que satisfaga a todas las partes, empezando por los comicios regionales de noviembre, y el levantamiento de las sanciones son dos de los puntos claves a negociar, aunque ambas partes trasladaron la necesidad de lograr otro tipo de acuerdos, humanitarios, mucho antes.
Las dos delegaciones firmaron este viernes en el Museo de Antropología de Ciudad de México un memorándum de entendimiento que fija siete prioridades: “Derechos políticos para todos; garantías electorales para todos y cronograma electoral para elecciones observables; levantamiento de sanciones y restauración de derecho a activos; respeto al Estado Constitucional de Derecho; convivencia política y social, renuncia a la violencia y reparación de las víctimas de la violencia; protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo venezolano; garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado”. El proceso contará con el acompañamiento de Rusia y de Países Bajos, además de un grupo de países amigos, aún por definir, entre los que, según varias fuentes, se encuentran Alemania, Turquía, Estados Unidos y Canadá.
“Estamos listos y estamos dispuestos a que aparezcan acuerdos tempranos que nos permitan llevar esperanza”, aseguró Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y jefe de la delegación del Gobierno de Venezuela, quien resaltó: “Ya sabemos en qué no estamos de acuerdo y de qué manera tan distinta vemos nuestras vidas y vislumbramos el futuro. El trabajo es dónde encontramos puntos de confluencia, en dónde encontramos acuerdos concretos”. Por su parte, el jefe de la delegación opositora, bajo el paraguas de Plataforma Unitaria, Gerardo Blyde, enfatizó: “El proceso será complejo, tendrá momentos muy difíciles, no ha sido fácil acordar la agenda y el formato. En medio de narrativas diametralmente contrarias, comienza un proceso trascendente que debe obligarnos a buscar acuerdos en todos los temas que vamos a tratar”.
La agenda y las reglas del juego de las conversaciones eran el primer paso y, de momento, el camino para empezar a explorar una salida ha quedado despejado. Queda lo más complejo, lo que durante años de posiciones irreconciliables y tensiones ha llevado al fracaso del intento de diálogo promovido por el Vaticano en 2016 primero y de los acercamientos de República Dominica y Barbados. Entretanto, la crisis humanitaria de Venezuela no ha hecho más que empeorar, al igual que el desánimo más profundo ha ido penetrando los ánimos de millones de venezolanos. Por esta negociación comienza con expectativas, pero también con muchos recelos. Tanto Rodríguez como Blyde han hecho un llamamiento a la sociedad y a las distintas sensibilidades políticas para dar una oportunidad a este proceso.
El principio que rige la mesa es que “nada está acordado hasta que todo lo esté”., establece el memorándum “Sin embargo, las partes podrán celebrar acuerdos parciales si consideran que el o los temas sobre los que versen ha sido suficientemente discutidos y si su implementación es urgente, necesaria o, al menos, verificable antes del término de la negociación”, leyó Dag Nylander, director del Centro noruego para la resolución de conflictos durante el acto de inauguración de las conversaciones. Este diplomático ya fue una figura clave durante los diálogos de La Habana entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, que desembocaron en la desmovilización de la guerrilla más antigua de América. Y Noruega, que ya promovió los contactos de Barbados, vuelve a tener un papel determinante en este intento de buscar una salida a la crisis venezolanaÚnete ahora a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites
Noruega y México
Las partes le agradecieron esta nueva mediación al representante noruego, quien dejó claro que “la crisis en Venezuela solo puede ser resuelta por los propios actores políticos venezolanos”. Esto es, “el resultado dependerá de estos actores políticos, nadie más”. Nylander recordó además la importancia de que la comunidad internacional apoye este proceso, al igual que la sociedad venezolana. Pero en esta negociación se suma la importante aportación del anfitrión, México, cuyo Gobierno lleva desde 2018 alentando una solución pacífica a la emergencia que ha producido una migración sin precedentes en la región, con más de cinco millones de personas que se fueron en busca oportunidades, según Naciones Unidas.
El canciller, Marcelo Ebrard, recordó que precisamente a principios de 2019, en medio de uno de los momentos más turbulentos que vivió Venezuela, le tocó estar en Montevideo para “sostener esta misma idea de que el diálogo es el camino”. “México”, incidió, “será como siempre un anfitrión respetuoso, solidario, siempre dispuesto a colaborar y a cooperar”. “No me resta más que desearles lo mejor y que a nombre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños [cuya presidencia pro témpore recae en el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador]. Nos acabamos de reunir el 24 de julio, con motivo del aniversario de Simón Bolívar, desearles lo mejor. La CELAC y el mundo entero tiene los ojos y los mejores deseos puestos en ustedes”, agregó Ebrard, que también recibió las muestras de gratitud de las partes.
A partir de este viernes, las delegaciones, cada una integrada por nueve representantes, deberá hacer lo posible por lograr el objetivo final. “Llegar a un acuerdo, a través de una negociación intensa, integral, incremental y pacífica, para establecer reglas claras de convivencia política y social, con respeto absoluto a la Constitución Nacional”. Entre esperanzas y temores, los actores políticos venezolanos lo vuelven a intentar.
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