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Una elección, dos perfiles: ¿A quién votan los negros, los ricos, las mujeres o los universitarios en Brasil?

La polarización política es tan pronunciada que delimita con claridad al electorado mayoritario de Lula da Silva y Jair Bolsonaro

Partidarias de Lula da Silva saludan durante una marcha a favor de la candidatura del expresidente, en Salvador, Bahía, el 30 de septiembre de 2020.)

Pobres, negros, mujeres, jóvenes y del nordeste; ricos, blancos, hombres, más escolarizados, evangélicos, mayores de 60 años y del norte. El primer grupo de electores votará este domingo mayormente por el candidato del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva. El segundo lo hará por la reelección del presidente actual, Jair Bolsonaro. La polarización política es tal en Brasil que los votantes se ubican en compartimentos estancos. Los primeros añoran los tiempos de la bonanza económica de Lula: entre 2001 y 2008 la pobreza bajó del 33% al 15,5%. Los segundos, consideran al petista una encarnación del peligro comunista y recuerdan que estuvo más de 500 días en prisión por corrupción. No hay puntos de contacto entre ellos.

“Hoy tenemos un corte partidario, con el PT con una identidad y una marca muy fuertes”, dice Claudio Couto, politólogo de la Fundación Getulio Vargas. “La estructura de todo el proceso electoral tiene mucho que ver con ser pro PT o anti PT. A eso se le suma que aunque siempre hubo división entre ricos y pobres, no era tan clara como ahora”, agrega.

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Los perfiles de votantes surgen de los diferentes sondeos de opinión realizados en Brasil durante la campaña. En mayo pasado, la consultora Datafolha, una de las más respetadas, trazó líneas por edad, origen, identidad sexual y educación. Encontró que votará por Lula el 55% de las personas que cobran menos de dos salarios mínimos, el 60% de aquellos que se consideran negros o mestizos y el 70% de los homosexuales o bisexuales. Quien viva en el nordeste tendrá 67% de probabilidades de elegir al expresidente.

Un manifestante participa en una manifestación de seguidores de Bolsonaro a favor del uso de armas, en Brasilia, el 9 de julio de 2022.

La mayoría de bolsonaristas está en la acera de enfrente: el 43% gana más de diez salarios mínimos, el 38% se declara blanco, el 49% es evangélico. El 26% tiene más de 60 años y solo el 26% menos de 24 años, justo lo opuesto al elector de Lula. El corte de género es también muy claro: el 36% de las mujeres consultadas dijo que votará al petista, contra el 16% que lo hará por Bolsonaro.

“El apoyo de los pobres tiene que ver con las políticas sociales del periodo Lula, muy positivas para esos sectores de la población. Los más pobres accedieron a casas, electricidad, becas de estudio y ayudas sociales en dinero. Eso ha dejado un recuerdo muy positivo”, dice Couto. “Bolsonaro, en cambio, ha tenido una postura menos positiva hacia las políticas sociales. La transferencia de dinero se reforzó para las elecciones, y eso se percibe como oportunismo”, agrega. En ese corte entran los negros y mestizos, “que son también los más pobres”, dice Couto.

El apoyo de los ricos a Bolsonaro, en tanto, tiene más que ver con la oposición histórica de ese sector de la sociedad al PT, que por Bolsonaro. Eso se ha agravado, dice Couto, porque “existe la percepción de que durante el Gobierno del PT hubo una pérdida de distinción social por el ascenso de los pobres”.

Datafolha preguntó además sobre cuestiones relacionadas con el uso de armas, la confianza en las urnas electrónicas que se usan para votar y el temor a la pandemia. El cuestionario cualitativo replicó la grieta ideológica que separa a los candidatos. El 80% de los simpatizantes de Bolsonaro estuvo de acuerdo con que las Fuerzas Armadas participen en el conteo de votos, una propuesta que el presidente agita como parte de su campaña contra las urnas electrónicas y la posibilidad de un fraude. La mitad, en tanto, estuvieron de acuerdo o muy de acuerdo con la frase “un pueblo armado, jamás será esclavizado”. La misma cantidad consideró que su condición económica había mejorado en los últimos meses. Los lulistas piensan en espejo: no quieren armas, confían en la seguridad del sistema electoral y sienten que su economía con Bolsonaro ha empeorado.

Los últimos sondeos acercan a Lula a un triunfo en primera vuelta este domingo 2 de octubre, con más del 50% de los votos. Si no logra cruzar esa línea, se enfrentará con Bolsonaro en una segunda vuelta, prevista para el 30 de octubre.

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