Es muy común que América del Sur sea presentada como un continente dominado por una naturaleza silvestre, con enormes extensiones naturales y recursos naturales casi inagotables. Se supone que las grandes transformaciones ocurrieron en otras regiones del planeta; la contaminación sería un problema de los países industrializados en el norte pero no tanto aquí en el sur.
Esas imágenes a su vez alimentan la idea que es posible continuar extrayendo recursos naturales o contaminando las aguas, ya que eso no tendría mayores efectos precisamente porque contaríamos con esas enormes reservas naturales.
Sin embargo, hoy, adentrándonos en el siglo XXI, debemos reconocer que esas ideas están muy equivocadas. Muy por el contrario, estamos siendo testigos de una enorme transformación ecológica a escala continental con lo cual buena parte de ese acervo ecológico desapareció, y el deterioro ambiental avanza a un ritmo mucho mayor a las medidas de conservación ambiental.
En el presente breve reporte se repasa esa situación y algunos de los problemas ambientales que están directamente vinculados a esa situación.
En el pasado reciente, los altos precios de las materias primas desencadenaron una intensa apropiación de recursos, ampliación de las áreas de explotación, y diversificación de rubros que eran extraídos en cada país. Si bien más recientemente los precios de muchos de esos commodities bajaron o la demanda se redujo, la respuesta en varios países apuntó a compensar los menores ingresos por exportaciones por medio de un aumento de los volúmenes extraídos y la ampliación de la frontera extractivista.
La consecuencia directa de esto incluyó volcarse a buscar materias primas dentro de dos tipos de sitios que se mantenían más o menos al margen: las áreas naturales protegidas o los territorios indígenas. A su vez, se apuntan a yacimientos de menor calidad, con superficies afectadas mucho mayores, varios de ellos en lugares alejados y de alto valor en biodiversidad. Esto aumentó sustancialmente los impactos ambientales, desde aquellos vinculados a la megaminería como el avance de los monocultivos y sus secuelas de contaminación. Además, se amenazan sitios de muy alta biodiversidad, tales como la Amazonia de Ecuador bajo la expansión petrolera o en los trópicos de Bolivia por los planes de nuevas represas hidroeléctricas.