La plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch (GFW) calculó incluso en el 2019 la pérdida por segundos de esta cobertura boscosa. El resultado fue que cada seis segundos se pierde una cantidad de bosque primario del tamaño de una cancha de fútbol. Solo el año pasado 3.8 millones de hectáreas de árboles tropicales desaparecieron y esto significó la emisión a la atmósfera de 1.8 gigatoneladas de dióxido de carbono. Esta pérdida representó un 2.8 % más que la registrada en 2018.
Esto llevó a GFW a ubicar a cinco países latinoamericanos, entre ellos Colombia, Perú y Bolivia, en la lista de los diez con mayor deforestación de bosque primario en 2019. Pero, ¿dónde se registran estas pérdidas?, ¿quiénes son los responsables?
Un equipo de Mongabay Latam rastreó satelitalmente algunos de los casos más recientes en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia y lo que encontró fue revelador. Entre enero y octubre 2020 se registraron en la plataforma de Global Forest Watch unas 16 300 alertas GLAD de deforestación en dos áreas protegidas: el Parque Nacional Catatumbo Barí en Colombia y la laguna Concepción, sitio Ramsar de Bolivia. Asimismo, se encontraron 57 600 alertas en las regiones donde se encuentran dos pueblos indígenas: el territorio siona ubicado en el límite entre Ecuador y Colombia y la comunidad indígena cacataibo Santa Martha en Perú. Dentro de estos territorios, la cifra de alertas llegó a 6692.
Estos cuatro espacios han perdido en las últimas dos décadas más de 36 mil hectáreas, el equivalente a más de 21 mil canchas de fútbol. Los responsables de esta deforestación y que amenazan permanentemente a las poblaciones que la habitan son grupos armados narcoterroristas, invasores y colonias menonitas.
“Estamos observando un despunte de la deforestación en los últimos años en general en la Amazonía”, comenta María Olga Borja, especialista en deforestación de Ecociencia, en Ecuador, y analista de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).
Para la experta, la segunda década del siglo se inició con una tendencia al alza en la pérdida de bosque en la Amazonía. Agrega que las cifras de este año permitirán definir si esta tendencia se ha consolidado. “Los registros que recibimos lamentablemente parecen confirmarla”, señala.
Cada vez que un espacio de 30 x 30 metros en un bosque tropical es alterado (el equivalente a dos canchas de básquetbol), la plataforma de Global Forest Watch (GFW) emite una alerta. Mongabay Latam ha trabajado sobre la base de las alertas emitidas este año para esta investigación. ¿Qué detectamos?
Los datos GFW señalan que solo entre enero y octubre del 2020 se registraron 4700 alertas GLAD de deforestación en el Parque Nacional Natural Catatumbo Barí, ubicado a más de seis horas de Cúcuta, en el departamento colombiano Norte de Santander. Las alertas están asociadas a una agricultura de baja escala. “Hay cambios muy profundos dentro del área protegida, que pueden indicar presencia de cultivos ilegales por el lugar donde se encuentran”, señala Mikaela Weisse, gerente de GFW. Su experiencia analizando este tipo de información la han llevado a entender patrones y, en este caso, el patrón que observa es el de los cultivos ilegales de hoja de coca: ubicados sobre todo lejos de los caminos principales.
La información de los mapas coincide con el último informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI). Solo en el 2019 se reportaron 1448 hectáreas de cultivos de hoja de coca dentro del área protegida. Esta es una cifra que casi se ha duplicado con respecto a la de 2018, cuando se registraron 872 hectáreas de este sembrío ilícito. Lo que debería ser un santuario de biodiversidad, se ha convertido en los últimos años en un bastión del narcotráfico colombiano, dominado por al menos cuatro grupos criminales armados, donde habitan indígenas Bari y grupos de colonos.
Las imágenes de GFW muestran que el área parece haber sido deforestada sobre todo en enero y febrero de este año, y se concentra en los límites del parque y en la zona de amortiguamiento. “En general, la deforestación parece continuar de forma estable en la zona desde inicios de este siglo”, añade.
Los hallazgos en el área fronteriza del Putumayo ecuatoriano y colombiano, hogar de los siona, fueron más difíciles de detectar, considerando que la titulación de sus territorios está pendiente. A pesar de ello, el monitoreo satelital muestra las vulnerabilidades en la parte ecuatoriana del territorio indígena, en la comunidad de Wisuyá. “Encontramos pequeños parches de deforestación que están alejados de las carreteras, lo que puede indicar una presencia de coca”, señala Weisse.
Lo que confirmó la investigación realizada por Mongabay Latam es que esos pequeños parches de deforestación encontrados en Wisuyá también están relacionados con el desbosque ocasionado por los narcotraficantes para habilitar ‘cocinaderos’ o laboratorios artesanales móviles donde se procesa la cocaína. Estos se trasladan constantemente y para ello se tala el bosque.
En la comunidad siona de Buenavista, asentada en territorio colombiano, las imágenes muestran que la deforestación se registra en la zona desde el 2013. “Los [parches] más recientes fueron hechos en junio de este año, lo que denota que la actividad ha continuado en pandemia”, señala Weisse.