Gigantescas acacias, agrisadas por la muerte, permanecen sumergidas en la selva inundada que rodea el río Mekong, en el norte de Camboya. Parece como si un ciclón hubiera arrasado la zona. Pero la causa de su desaparición es más insidiosa. Durante años, los operadores de las presas río arriba, motivados por los beneficios económicos, han vertido demasiada agua en el río durante la estación seca, dejando los niveles artificialmente altos cuando los árboles necesitan secarse, lo que ha provocado la muerte de muchos de ellos.
El lento declive de este bosque inundado, que conecta con el río aquí y se extiende hasta el vecino Laos, es alarmante. El bosque desempeña un papel ecológico vital en lo que es un tramo esencial del río más productivo del mundo para la pesca. “Es la zona de desove de peces más importante del Mekong”, afirma Srey Somuichet, director de la administración regional de pesca de Stung Treng (Camboya).
El bosque no es la única zona húmeda que se extiende a lo largo del río Mekong, que recorre 4345 kilómetros por el Sudeste Asiático. La cuenca baja del río contiene más de 180 000 kilómetros cuadrados de humedales, una superficie equivalente a la de dos países del tamaño de Portugal. Pero desde 1970, el 30% de los humedales del Mekong se han perdido a causa de la invasión agrícola, los cambios hidrológicos provocados por los proyectos de infraestructuras y otras amenazas.
A pesar de ello, los esfuerzos de conservación en la región del Mekong se han centrado sobre todo en el río principal y sus numerosos afluentes. Decenas de millones de personas dependen del río para la agricultura y la pesca, y los investigadores están reconociendo el papel fundamental que desempeñan los humedales en los ecosistemas que sustentan estas industrias. Los nuevos acontecimientos, como el controvertido proyecto de canal en Camboya, también añaden urgencia a los esfuerzos de conservación de los humedales.
“Si el agua del Mekong es su sangre, los humedales son su corazón palpitante”, afirma Jake Brunner, responsable del programa del Bajo Mekong de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La organización encabeza un proyecto de casi 100 millones de dólares destinado a salvar los humedales de la región.
Los humedales (definidos como ecosistemas inundados o saturados de agua, como llanuras aluviales, marismas y manglares) son guardianes ecológicos vitales en todo el mundo. Sustentan la biodiversidad, actúan como filtros naturales del agua y amortiguan las inundaciones. En la cuenca del Mekong, la marcada diferencia entre los caudales de los ríos en las estaciones seca y húmeda aumenta la importancia de los humedales. Durante la estación lluviosa, poderosas inundaciones inyectan vida en vastos hábitats de llanuras aluviales. Estas fluctuaciones estacionales naturales reciben el nombre de pulso de crecida, y son esenciales para los peces y vitales para alimentar la agricultura.
Pero esos hábitats suelen estar poco estudiados. Aunque el tramo del río en el norte de Camboya ha sido designado sitio Ramsar (una zona de humedales de importancia internacional), apenas se ha investigado el daño ecológico que sufre el bosque inundado. “Lo que tenemos son básicamente entrevistas con la gente”, afirma Ian Baird, geógrafo de la Universidad de Wisconsin (en Estados Unidos), que lleva varias décadas estudiando la pesca al otro lado de la frontera, en Laos.
Los pescadores camboyanos describen niveles de agua en la estación seca hasta dos metros más altos que las normas históricas, informó Baird el año pasado. Baird atribuye el cambio a la construcción de presas en China y Laos en la década de 1990. Las presas almacenan agua durante la estación lluviosa y la liberan gradualmente durante la estación seca para seguir produciendo energía.
Baird también descubrió que se ha perdido hasta el 50% de dos grandes especies de árboles, y algunos arbustos han experimentado una disminución de casi el 100%. Algunas especies de peces dependen de esas plantas para alimentarse, así como de los hábitats de cría y desove, y la pérdida de plantas ha afectado negativamente a las poblaciones de peces, incluidos los peces gato de importancia comercial.
La pérdida de vegetación también ha alterado la estructura física del río. Los árboles y arbustos reducen la fuerza del caudal del río, lo que permite la formación de bancos de arena. Menos árboles significan menos bancos de arena, lo que reduce el hábitat de los animales, incluidas las aves. “Sabemos que tenemos mucho que perder, de eso no hay duda”, afirma Baird.
Ecológicamente, la zona húmeda más crucial de la cuenca del Mekong es el lago más grande del Sudeste Asiático, el Tonle Sap de Camboya, que conecta con el Mekong a través del río Tonle Sap. Este lago está rodeado de bosques que se inundan durante la estación lluviosa. Las inundaciones amplían el lago muchas veces por encima de su tamaño normal y proporcionan hábitats vitales de alimentación y cría para cientos de especies de peces.
En el lago pueden capturarse hasta 400 000 toneladas de pescado al año, aunque las cifras fiables son escasas. En comparación, la captura anual de peces de todos los ríos, lagos y embalses de Estados Unidos juntos es aproximadamente la mitad de esa cantidad por término medio.
Pero las capturas de peces del Tonle Sap han disminuido considerablemente en los últimos 20 años debido a la sobrepesca y a los profundos cambios en el lago. Los bosques inundados han perdido más del 30% de su superficie desde la década de 1990, debido sobre todo a la expansión agrícola y a los incendios. Las sequías de 2019 y 2020, combinadas con las presas que retienen agua río arriba, provocaron una importante ralentización del pulso de inundación que da vida al Tonle Sap, con consecuencias catastróficas para las poblaciones de peces.
“La magnitud de la crecida está directamente relacionada con la cantidad de peces que produce el sistema”, explica Zeb Hogan, biólogo de la Universidad de Nevada (Estados Unidos), que dirige el proyecto de investigación Maravillas del Mekong, financiado por USAID; “tanto los peces como los bosques están adaptados a cómo el pulso de las inundaciones produce altas y bajas estacionales”.
En los últimos años, las crecidas del lago han aumentado hasta niveles más normales. Al mismo tiempo, el Gobierno camboyano ha tomado medidas drásticas contra la pesca ilegal y ha frenado la expansión agrícola. Como resultado, pequeños pero esperanzadores indicios apuntan a que la pesca se ha recuperado. Por ejemplo, una explotación pesquera del Tonle Sap en los bosques inundados cercanos a la ciudad de Siem Reap, supervisada por el equipo de Hogan, ha registrado un aumento de las capturas en los últimos tres años.
“Se ha demostrado claramente que más humedales inundados equivalen a más peces”, afirma Hogan, que también es National Geographic Explorer.
Incluso aparecen especies gigantes. En una visita reciente a zonas húmedas del sur de Camboya, Hogan se sorprendió al saber que los pescadores habían capturado un siluro gigante del Mekong de 181 kilos en humedales inundados estacionalmente. “Es descabellado pensar que un animal así pueda estar merodeando por una zona que está completamente seca durante gran parte del año”, afirma.