El nuevo paradigma sustituye el modelo empresarial que toma recursos naturales, usa energía no renovable, genera desechos y sus productos terminan en rellenos sanitarios.
Los residuos de una industria que antes eran basura y desecharlos representaba un gasto, con el concepto conocido como economía circular se pueden convertir en un producto y generar ganancias. Tal es el caso de las toneladas de mosto de cebada por las que la cervecera Cuauhtémoc Moctezuma tenía que pagar para llevarlas a un relleno sanitario, pero actualmente son materia prima para los ganaderos, al ser un alimento rico en proteínas y nutrientes para sus animales. “Estrategias como esta son parte de la economía circular”, comentó Blanca Brambila, gerente de Sustentabilidad y Responsabilidad Social de la compañía, al explicar que esta tendencia consiste en sustituir la operación lineal de tomar recursos del medio ambiente, transformarlos en producto con el gasto de energía no renovable, generar desechos y luego de utilizados los bienes tirar los residuos a la basura, por una transformación en la que solo una vez se toman recursos del medio ambiente y se mantienen en la cadena productiva gracias al diseño de procesos y productos para reutilizar los materiales y reintroducirlos a la economía una vez que termine su vida útil.
La gerente platicó que la economía circular se vive hasta en el interior de la empresa: “En nuestra oficina se consumía agua embotellada y al mes 7 mil 800 botellas de PET terminaban en el basurero. Compramos vasos o tazas de cerámica y vidrio para eliminar ese desperdicio y se dejaron de generar más de 25 toneladas de CO2 (bióxido de carbono) al año, ahorramos dinero y ayudamos a cambiar la cultura de los colaboradores”.
RETOS EN EL CAMBIO
En producción, señaló que “la economía circular nos da una perspectiva nueva para evaluar nuestros procesos y retarnos. Por ejemplo, en consumo de agua la referencia mundial en producción de cerveza es de 4 litros por uno de cerveza, nosotros usamos 3.5 litros, anunciamos que nuestra meta es llegar a 2.5 litros y la planta que se está construyendo en Meoqui, Chihuahua, será de 2 litros. Respecto a emisiones de CO2 y residuos, tenemos dos compromisos en México para 2020: dos terceras partes de nuestra energía eléctrica vendrán de fuentes renovables y tener cero desperdicios en producción, lo que ingrese a nuestro proceso tiene asegurado un segundo uso, incluso en una industria ajena”, destacó.
Brambila dijo que “un beneficio y necesidad es asumir que lo recursos naturales son finitos y operar de una manera lineal conlleva consecuencias devastadoras para muchas regiones del mundo. Los últimos estudios que se presentaron en el World Economic Forum muestran que un porcentaje del PET que se utiliza termina en el mar. En 2015, por cada cinco toneladas de vida marina había tres de PET, en 2025 la cifra será igual y en 2050 serán siete toneladas del plástico por cada cinco de vida acuática, un ejemplo de que no es posible seguir operando igual”.
La gerente destacó: “Somos la primera empresa mexicana en ingresar al grupo de los 100 de la Fundación Ellen MacArthur (la mujer que impulsa en el mundo de esta tendencia), donde organizaciones de la sociedad civil, gobiernos, empresas y universidades que desean acelerar su transición a la economía circular se reúnen. Nuestro compromiso al hacernos miembros es impulsar este sistema en el país. La operación más grande de Heineken en el mundo se genera en México, por eso decidimos ser la primer empresa mexicana en ingresar a este grupo, y no con la oficina global (de Ámsterdam)”.
HASTA EN LOS BILLETES
Otra organización que es consciente de la necesidad de emigrar a la economía circular, literalmente hasta en los billetes, es el Banco de México. Lorenza Martínez, directora general de Sistemas de Pagos y Servicios Corporativos de esa institución, habló sobre las estrategias que ejecutan. “Anualmente desechamos aproximadamente 200 toneladas de polímero en la producción de billetes. Para evitar un impacto negativo en el entorno trabajamos con empresas que reutilizan estos desechos en la producción de artículos de plástico. También evitamos los desperdicios de algodón en el proceso productivo y estamos haciendo pruebas para saber qué otro uso se le puede dar, además de que trabajamos para disminuir el consumo de papel”.
En la operación, “el aceite quemado de los comedores lo enajenamos para que sea convertido en biodiésel. Para el traslado de los trabajadores tenemos incentivos para reducir el uso del auto y que se muevan de manera conjunta, usen bicicleta o transporte público. También contamos con una campaña interna para que los trabajadores tengamos la visión de reducir al máximo los desperdicios”.
Externamente impulsan a las compañías que empiezan a migrar a la economía circular. “Hay una agrupación de colaboradores del Banco de México que hacen una selección de empresas que son apoyadas con donaciones para que realicen sus proyectos. Para tener este apoyo deben pasar algunos filtros, como estar certificadas en el uso eficiente de recursos, transparencia en la rendición de cuentas y contabilidad impecable. Dependiendo de sus iniciativas, el equipo hace una votación para decidir a qué organización apoyar”.
Martínez agregó que para lograr emigrar a la economía circular hace falta un cambio cultural y, por ello, “estamos contribuyendo a generar esta responsabilidad con el medio ambiente en todos: los que trabajamos en el banco, instituciones y empresas tienen que aprovechar los instrumentos y mecanismos que tienen para generar un cambio cultural, tomando en cuenta que funcionan como enlace entre el trabajador y la sociedad”.
