Sumergidas bajo la superficie de los océanos de todo el mundo, alrededor de 12 000 plataformas petrolíferas han sido construidas en las últimas décadas para sacar el máximo partido de las profundas reservas de petróleo ocultas bajo el fondo marino. Pero en la próxima década, cientos o miles de ellas llegarán al final de su vida útil a medida que los pozos se sequen o se vuelvan menos rentables.
Cómo eliminar de forma segura estas estructuras masivas del océano (es decir, cómo ejecutar su desmantelamiento) es complicado.
Desmontar estas enormes plataformas de acero, algunas de las cuales alcanzan la altura de un rascacielos, es una tarea que cuesta millones de dólares e implica taponar pozos, retirar equipos y rehabilitar el fondo marino. Además, existe otro inconveniente no menor: algunas plataformas se han convertido en hábitat para la vida marina en las décadas transcurridas desde su construcción, funcionando como arrecifes de coral artificiales.
Esta vida marina ha creado un debate complicado: ¿deberían las empresas que construyeron las plataformas desmontarlas por completo, potencialmente perturbando prósperos ecosistemas marinos? ¿O deberían dejarse estas estructuras en su lugar, permitiendo que las empresas energéticas dejen enormes piezas de infraestructura en el mar?
Para encontrar bolsas de petróleo y gas bajo el fondo marino, las empresas energéticas utilizan potentes cañones de aire para crear mapas sísmicos. Una vez que se encuentra un gran depósito, se anclan al fondo marino plataformas (también llamadas torres) de más de tres kilómetros de profundidad, aunque algunas flotan.
Estas plataformas son inmensas. La plataforma Bullwinkle en el Golfo de México es más alta que el Empire State Building y casi el doble de grande que la Torre Eiffel. Las plataformas contienen dormitorios, resisten huracanes y, solo en el Golfo, las plataformas en alta mar han producido más de 23 mil millones de barriles de petróleo.
Cuando los pozos comienzan a secarse, se utilizan comúnmente tapones de cemento para sellar un sitio, limitar la contaminación del aire y el agua y permitir que el ecosistema vuelva a su estado original. Sin embargo, según un artículo publicado en Nature Energy en 2023, sólo en las aguas frente a las costas de Texas, Luisiana y Alabama (Estados Unidos), hay unos 14 000 pozos inactivos que no han sido taponados. Hacerlo, según ese mismo estudio, costaría más de 30 mil millones de dólares.
E incluso cuando los pozos se sellan, queda la complicada cuestión de qué hacer con los cientos de metros de infraestructura que los anclaban en su sitio.
Los materiales de acero podrían reciclarse, transportarse a vertederos o, en casos excepcionales, enterrarse en aguas profundas. El desmantelamiento parcial, donde solo se derriba la sección superior de la plataforma hasta una profundidad de aproximadamente 25 metros, deja la parte inferior de la plataforma para la vida marina. Bajo el programa Rigs-to-Reef [de plataformas a arrecifes] del Departamento del Interior de EE. UU., casi 600 pozos se han convertido en arrecifes desde la década de 1980.
Pero no todas las plataformas son aptas para ser reconvertidas en arrecifes.
Dianne McLean, investigadora senior del Instituto Australiano de Ciencias Marinas, opina que las plataformas deben evaluarse caso por caso. Las diferencias en el diseño de las plataformas, las corrientes cercanas, las profundidades y la vida marina hacen que un enfoque único sea poco práctico.
Invertebrados como mejillones, corales, anémonas marinas y estrellas de mar a veces se aferran a los pilotes, la enorme base submarina que ancla una plataforma en su lugar. Estos luego atraen a crustáceos y especies de peces más grandes.
Cuando se deja una plataforma en el océano para que se convierta en un arrecife, las poblaciones de peces alrededor de las plataformas pueden prosperar, en parte debido a las zonas de seguridad impuestas por muchos países que prohíben a los barcos acercarse a menos de unos 500 metros de las plataformas. Pero no está claro si los peces simplemente se están agregando en una plataforma o si las poblaciones están creciendo en general.
Un estudio de 2023 publicado en Trends in Ecology and Evolution aseguró que aún no había suficiente evidencia científica para determinar si una vieja plataforma sin usar causaba más daño o beneficio ambiental. Y una encuesta más reciente a 39 científicos encontró que la mayoría de los participantes pensaban que las plataformas eran malas para el medio ambiente cuando se dejaban en su lugar, excepto cuando creaban un hábitat para especies valiosas.
Ann Bull, científica marina de la Universidad de California (Estados Unidos), ha pasado décadas explorando y estudiando los pilotes de las plataformas petrolíferas, las grandes plataformas que anclan una plataforma en su lugar.
“Me quedé asombrada por la forma en que los peces estaban usando el acero expandido”, recuerda de una de sus primeras inmersiones en el Golfo de México.
Cuando una plataforma se convierte en el hogar de una especie en peligro de extinción, la cuestión de cómo desmantelarla se vuelve aún más complicada.
Un acuerdo internacional firmado en 1998 dictaminó que las plataformas petrolíferas desmanteladas en el Mar del Norte deberían ser eliminadas por completo, independientemente de la vida marina. Pero en 2006, varios investigadores descubrieron que una próspera población de coral (Lophelia pertusa) estaba presente en 13 de 14 plataformas de petróleo y gas analizadas. El Mar del Norte ha enfrentado una dramática pérdida de biodiversidad en las últimas décadas y esta especie en peligro es uno de los únicos corales constructores de arrecifes en el Reino Unido.
“Cuando las sacas, no estás devolviendo el agua a alguna maravillosa condición ecológica”, dice David M. Paterson, ecólogo de la Universidad de St. Andrews en Escocia. “De hecho, la estás dejando peor, porque estás eliminando uno de los únicos puntos calientes de biodiversidad que hay alrededor”.
“Este no es un problema de ayer que estamos resolviendo hoy”, dice Samantha Murray, abogada y profesora de Derecho y Política Oceánica en el Instituto Scripps de Oceanografía. “Todavía estamos creando este problema para mañana al arrendar tierras para la extracción de petróleo y gas en alta mar, y en ese caso, seguiremos hablando de cómo manejar el desmantelamiento dentro de 60 años”.
El Departamento del Interior de EE. UU. planea vender más concesiones de perforación en alta mar en el Golfo de México entre ahora y 2029. Y en solo los últimos 20 años, se han construido miles de plataformas en alta mar que generan electricidad a partir del viento y las olas, con muchas más planeadas.
Estas también tendrán que ser desmanteladas algún día, y Paterson dice que pueden aprender de la industria del petróleo y el gas.
“¿Qué colonizará estas otras estructuras cuando se coloquen en el océano? ¿Cuál es su influencia en la conectividad de una región? Todos esos tipos de cosas creo que son aprendizajes importantes de cara a otras energías renovables en alta mar”, dice Paterson.