Marcos González Díaz
Aeropuertos cerrados temporalmente, vuelos cancelados, clases presenciales suspendidas en escuelas cercanas…
El volcán Popocatépetl en México lleva varios días atrayendo todas las miradas por las impresionantes imágenes que ofrece en forma de expulsiones de material incandescente y explosiones, así como grandes exhalaciones de humo y ceniza que llegó a poblaciones cercanas e hizo activar los protocolos de emergencia a las autoridades.
El Popocatépetl está activo. Sin embargo, esto no es nuevo desde que la “montaña que humea”— en lengua náhuatl— reiniciara su actividad a finales de 1994. De hecho, esta es la sexta vez desde el año 2000 que se emite la alerta amarilla fase 3 de precaución que está vigente a día de hoy.
Por ello, científicos hacen un llamado a la calma y a seguir las recomendaciones oficiales basadas en el monitoreo que realizan durante las 24 horas al volcán también conocido como “el Popo” o “don Goyo”.
“El comportamiento actual del Popocatépetl es ligeramente más intenso que el que ha tenido en ocasiones anteriores, pero nada desproporcionadamente diferente. Está dentro de lo que hemos observado desde que se activó”, subraya Juan Manuel Espíndola, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Basado en experiencias anteriores, el experto pronostica que la actual actividad del volcán continuaría en forma de expulsiones de cenizas y explosiones esporádicas, pero que podrían ir disminuyendo en intensidad de manera progresiva e ir “decayendo” durante las próximas semanas.
“Es como el equivalente de un enfermo que está en cuidados intensivos y está siendo vigilado. Puede que se mantenga estable, que pase a una fase peligrosa o que definitivamente se le dé el alta”, compara.
“Ahora estamos en fase de observación y no se está teniendo información de que esté pasando a una fase de mayor peligrosidad. No hay evidencia de eso“, enfatiza.
Junto a Espíndola, en BBC Mundo te contamos siete datos del Popocatépetl, uno de los volcanes más activos de México y con el que los habitantes de esta zona conviven desde hace miles de años.
1. Uno de los más peligrosos del mundo
El Popocatépetl está considerado como uno de los volcanes más peligrosos del planeta debido a su cercanía a zonas densamente pobladas.
El “Popo” está ubicado en el centro de México, entre los estados de Morelos, Puebla y Estado de México, y a menos de 100 km de la capital, Ciudad de México.
Por ello, se calcula que una gran erupción podría afectar a unos 25 millones de personas que viven en un radio de 100 km en torno al volcán, donde existen escuelas, hospitales y aeropuertos. La localidad de Santiago Xalitzintla es la más cercana al encontrarse a solo 12 km del cráter.
Además, el Popocatépetl forma parte del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, que bordea dicho océano con una longitud de unos 40.000 km.
Este anillo está considerado como la región sísmica más extensa y activa, y en él se concentra el 75% de volcanes del mundo y tienen su epicentro la gran mayoría de terremotos.
2. Formado en el cráter de otros volcanes que colapsaron
De hecho, el Popocatépetl no es el único volcán que forma parte de la llamada Sierra Nevada de México.
Junto a él hay otros grandes volcanes como el Iztaccíhuatl, también conocido como “La mujer dormida” y con el que, según una popular leyenda, se juró amor eterno.
Lo que sí está comprobado es que, en su más de medio millón de años en los que ha estado activo, ha presentado varias etapas de crecimiento que formaron al menos otros tres volcanes anteriores a él.
Estos fueron destruidos por enormes erupciones: el Nexpayantla hace más de 400.000 años, el Ventorrillo hace unos 23.000, y el Fraile hace unos 14.500. El cono moderno del Popocatépetl está formado sobre los restos de estos volcanes.
3. “No duerme” desde 1994
Aunque muchos crean que es ahora cuando el Popocatépetl ha entrado en erupción, lo cierto es que las imágenes que deja estos días son solo un episodio dentro de un período o evento eruptivo que inició a finales de 1994.
Antes de eso, “don Goyo” había estado “dormido” durante unos 70 años desde su última actividad en la década de 1920.
Esto ha llevado a que algunos expertos apunten a una suerte de patrón de comportamiento de que el volcán podría reactivarse aproximadamente cada siete décadas, estar después activo por un tiempo y volver a dormirse.
Según Espíndola, “el problema es que la vida de los volcanes es muy larga y se necesita estudiar esto con mayor detenimiento por un gran período de tiempo para ver si ese patrón se verifica”.
“Y, en caso de los volcanes, este comportamiento es vago, por lo que los datos actuales no nos permiten llegar con certeza a esa conclusión de que se activará cada 70 años“, discrepa.
4. Estratovolcán
Por todo esto, el “Popo” está clasificado como un estratovolcán. Es decir, que está compuesto por diferentes capas que se han ido formando en cada una de las muchas fases de su larga vida eruptiva en miles de años.
“Esas capas son de diferentes tipos y pudieron haber sido formadas por corrientes de lava, de material piroclástico…”, explica Espíndola.
“Así es como se va formando el edificio volcánico y por eso los estratovolcanes son tan altos y grandes: porque se han construido en diferentes etapas de emisiones masivas”, agrega.
Con un cráter de 900 m de diámetro y una altitud de 5.452 m sobre el nivel del mar, el Popocatépetl es el volcán más alto de México después del pico de Orizaba o Citlaltépetl.
5. Entre los 5 que más gases emiten en el mundo
Una investigación de la UNAM de 2013 ubicó al Popocatépetl entre los cinco volcanes del mundo que más gases emiten a la atmósfera.
Aquel estudio cifró en 30 megatoneladas de gases las expulsadas por “don Goyo” entre 1994 y 2008. Sus emisiones más importantes son dióxido de azufre y de carbono, así como el propio vapor de agua.
Lejos de lo que pueda parecer a primera vista, expertos aseguran que la expulsión de gases de manera eficiente ayuda a evitar otros problemas más graves y que su ventilación contribuye de algún modo a “limpiar” o liberar los conductos internos del volcán.
“Eso es así siempre y cuando no haya más material que venga del interior del volcán, porque eso se notaría en una sismicidad más intensa”, matiza Espíndola. “Pero hasta ahora no se ha notado nada de eso”.
6. Un enigma en su interior
Lo cierto es que ese interior del Popocatépetl, como ocurre con todos los volcanes, es todo un enigma.
Su gran tamaño y las dificultades en el acceso por estar activo hacen que su estructura interna sea muy poco conocida, ya que los modelos existentes para monitorearla se basan por ejemplo en factores como la sismicidad.
Espíndola explica que la guía que se tiene para saber algo más de manera indirecta sobre este tema es gracias a la ubicación de los terremotos, lo que permite suponer la zona donde está el conducto volcánico.
“Pero no hay ningún volcán donde se pueda tener una información exacta. Incluso en los más estudiados, solo se tiene algún dato sobre los conductos del edificio volcánico, pero el magma viene de muchos km de profundidad bajo la tierra… así que no hay información directa, sino la inferencia que nos facilita algunos datos como los sismos”, asegura.
7. El más vigilado de México
Por todos estos motivos, no es de extrañar que el Popocatépetl sea el volcán más vigilado de México, con un equipo de 13 científicos de diferentes especialidades que monitorean su actividad día y noche.
En la actualidad, un grupo de cámaras, sensores sónicos, estaciones sísmicas y meteorológicas ayudan a vigilar su actividad durante las 24 horas enviando datos a un centro de control ubicado en el sur de Ciudad de México.
“En este comité participan especialistas que estudian diferentes áreas como la sismicidad, las emisiones, la geoquímica… y toda esa información se les facilita a las autoridades, que han tomado con seriedad el tema y están informando periódicamente a la población de qué tienen que hacer”, dice Espíndola.
Fuente: BBC