La confirmación científica del agotamiento en la frágil capa de gas que protege al planeta Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, dio lugar a que la comunidad internacional impulsara un mecanismo de cooperación para tomar medidas.
La protección de la capa de ozono se formalizó en el Convenio de Viena, adoptado y firmado por 28 países en 1985, conduciendo a la redacción de un protocolo relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono.
El Protocolo de Montreal se firmó en 1987, fecha que desde 1994 se conmemora como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.
Este esfuerzo internacional conjunto permitió avanzar en la reducción y eliminación del uso de sustancias que afectan la capa de ozono, con el fin de protegerla y restaurarla progresivamente para proteger a la humanidad de la radiación ultravioleta.
Estas acciones contribuyen también a mejorar los resultados de las iniciativas para afrontar el cambio climático y proteger la salud de los ecosistemas.