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Medio Ambiente

Esto es lo que el combustible solar podría hacer por el planeta

Esta semana, en un campo a las afueras de Düsseldorf (Alemania), dos hectáreas llenas de espejos empezarán a concentrar la luz solar en una torre de 60 metros de altura. Si todo va según lo previsto, el resultado será el primer gran paso hacia el aprovechamiento de la energía del sol para crear un combustible sostenible y neutro en carbono que alimente los vuelos de larga distancia e incluso algunos procesos industriales que actualmente requieren combustibles fósiles.

El proyecto DAWN ha sido desarrollado por la empresa suiza Synhelion para iniciar la producción a escala industrial de los llamados “combustibles solares”, que según la empresa tienen el potencial de reducir significativamente las emisiones de carbono que calientan el planeta.

El proceso es diferente del uso más familiar de la luz solar en la energía verde: células fotovoltaicas que captan los rayos del sol y los convierten directamente en electricidad. En cambio, el planteamiento de Synhelion consiste en aprovechar la energía del sol para crear combustibles líquidos que puedan “integrarse” en la tecnología existente y funcionar igual que los combustibles existentes, sin necesidad de ningún tipo de reequipamiento, adaptación o cambio de infraestructura.

La electrificación se presenta a menudo como la principal alternativa ecológica a los combustibles fósiles, pero hay algunos sectores (como el transporte marítimo y aéreo) en los que no ha sido posible, afirma Philipp Furler, cofundador y consejero delegado de Synhelion.

“Esos sectores son difíciles de descarbonizar porque requieren una densidad energética muy alta”, explica. La densidad energética se refiere a la cantidad de energía que puede suministrarse en un volumen determinado.

Un huevo, por ejemplo, tiene mayor densidad energética que un trozo de lechuga del mismo tamaño. Del mismo modo, el queroseno tiene una densidad energética hasta 50 veces mayor que la tecnología actual más avanzada de iones de litio, razón por la cual, dice Furler, “no es posible volar con una batería de Europa a Estados Unidos”.

Por eso, dice, hay algunas áreas en las que los combustibles líquidos “están aquí para quedarse. Y la misión es, básicamente, sustituir los combustibles líquidos fósiles por combustibles líquidos sostenibles”.

Cuando se quema el combustible para aviones, se libera agua y dióxido de carbono, en grandes cantidades. Se calcula que el transporte marítimo y aéreo es responsable del 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Lo que pretende Synhelion, dice Furler, es invertir el proceso de combustión.

“Tomamos el agua y el dióxido de carbono y lo revertimos con energía renovable en un combustible sintético, cerrando así el ciclo del carbono”, afirma.

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