La serpiente más pesada del mundo esconde un gran secreto.
Según un estudio publicado este mes en la revista de acceso abierto MDPI Diversity, el animal conocido como anaconda verde (Eunectes murinus) es en realidad dos especies genéticamente distintas. Y ello a pesar de que cada especie tiene un aspecto tan similar que ni siquiera los expertos pueden distinguirlas.
“Genéticamente, las diferencias son enormes”, afirma Bryan Fry, National Geographic Explorer, biólogo de la Universidad de Queensland (Australia) y coautor del nuevo estudio.
“Son genéticamente un cinco y medio por ciento diferentes. Para ponerlo en contexto, nosotros somos un dos por ciento diferentes de los chimpancés”, afirma.
Para hacer este sorprendente descubrimiento, Fry y sus coautores recogieron muestras de sangre y tejidos de anacondas verdes de Ecuador, Venezuela y Brasil, un proceso documentado en exclusiva por National Geographic para su próxima serie de Disney+, Pole to Pole With Will Smith. Los autores del estudio también examinaron de cerca a cada animal para contar las escamas y buscar otros rasgos físicos que pudieran indicar una divergencia evolutiva.
Tras analizar los datos genéticos, descubrieron una clara división entre las anacondas muestreadas en el norte del área de distribución y las del sur. Basándose en esos hallazgos, proponen renombrar a las serpientes encontradas en el norte como anaconda verde septentrional (Eunectes akayima), mientras que E. murinus seguirá refiriéndose a las anacondas verdes meridionales.
“No esperaba ese nivel de divergencia”, afirma; “es alucinante. Estábamos todos muy contentos”.
Aunque pueda parecer una minucia reclasificar dos poblaciones de serpientes que parecen idénticas, Fry subraya la importancia de estas delimitaciones para comprender las amenazas que se ciernen sobre estas criaturas. En la actualidad, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica a la anaconda verde como especie poco preocupante en lo que respecta al riesgo de extinción, pero esta clasificación se basa, en parte, en el grado de distribución de la especie.
“Es importante, porque la recién descrita anaconda verde del norte tiene un área de distribución mucho menor que la del sur, lo que significa que es mucho más vulnerable”, dice Fry.
Trabajar con serpientes gigantes no es fácil, pero tal vez por razones distintas de las que cabría pensar.
Con pesos de más de 226 kilos y longitudes registradas de casi 9 metros, las anacondas más grandes son probablemente capaces de matar y comerse a un ser humano. Sin embargo, sólo se han documentado incidentes de este tipo en Asia, y con serpientes conocidas como pitones reticuladas.
Sin embargo, existen otros riesgos profesionales.
Mientras cuenta escamas para su investigación, Fry dice que, a veces, las zonas más informativas son las cercanas a las regiones inferiores de la serpiente. Al mismo tiempo, las anacondas suelen hacer sus necesidades mientras se las manipula.
“Cuando tienes una anaconda grande, te puede echar un litro y medio de hongos por encima”, se ríe. “¡Pero estás viviendo un sueño!”.
Por supuesto, el hecho de que las anacondas sean grandes y poderosos depredadores es sólo una de las razones por las que no se han estudiado más a fondo. Además, pasan la mayor parte de su vida sumergidas en las turbias aguas de pantanos, marismas, arroyos y ríos.
Sin embargo, es posible que se necesiten más trabajos de este tipo para comprender cómo las anacondas verdes del norte y del sur emprendieron caminos evolutivos separados. Al fin y al cabo, las dos especies parecen coexistir en la Guayana Francesa, hasta el punto de encontrarse en riberas opuestas, dice Fry. Y, sin embargo, no hay pruebas de mestizaje en su genética.
A continuación, a Fry le gustaría saber si existen diferencias en los genitales de las serpientes. Esto se debe a que muchas especies de serpientes desarrollan estructuras que encajan entre sí como una cerradura y una llave. Y cuando dos especies ya no pueden aparearse funcionalmente entre sí, es más probable que sigan diversificándose.
“Por cada pregunta que respondes, surgen siete más interesantes”, dice Fry. “Para mí, eso es señal de un buen estudio: plantea tantas preguntas nuevas como responde a las antiguas”.
“Se trata de un estudio muy exhaustivo, y confío plenamente en los resultados genéticos”, dice Wolfgang Böhme, miembro honorario del personal y herpetólogo senior del Museo Koenig de Alemania en un correo electrónico. “El descubrimiento de la profunda división genética dentro de las anacondas verdes es un descubrimiento importante”.
Curiosamente, Böhme estaba menos seguro de otro hallazgo del estudio, concretamente que las tres especies de anaconda amarilla( E. notaeus, E. deschauenseei y E. beniensis) debían combinarse en una sola (E. notaeus).
Este hallazgo se basaba en el mismo tipo de trabajo genético realizado con las anacondas verdes. Sin embargo, en este caso, Fry y sus coautores argumentaron que las diferencias genéticas entre las tres especies actuales de anaconda amarilla no son lo suficientemente grandes como para justificar el estatus de especie separada.